Covid- 19La infodemia como un agravante

Covid- 19

La infodemia como un agravante

10 abril, 2020 Desactivado Por LUCIANA IATSKO / EMILIO AUGUSTO RAFFO

La falsa y maliciosa difusión de las noticias referidas a la pandemia, constituyen un agravamiento de daños contra la población que la padece.

 Desde el inicio de la originalmente  epidemia ocasionada por el Covid- 19 y luego la transformación de la ahora denominada “pandemia” producto de su desarrollo en casi todo el mundo, y especialmente, en nuestra región, hemos advertido una suerte de agravamiento de las consecuencias que el virus,  en sí mismo, provoca.

En nuestro país, especialmente, vemos como desde la casi totalidad de los medios de difusión se ocupan en cerca  la integridad de sus espacios, a difundir las noticias que, a diario, se producen dando lugar a lo que ya se ha  definido como “infodemia

Vemos también que en muchos casos hacen gala de una total ignorancia de los temas que ellos mismos difunden y, cuando no, lo hacen con una absoluta intencionalidad de perjudicar, no sólo a sus contarios sino también a la generalidad de la población.

Digamos que, en principio, las condiciones en las que nosotros actualmente enfrentamos el aislamiento social,  preventivo y obligatorio difieren a las que, por poner un ejemplo, debió padecer Ana Frank.

Creíamos, como principio, que nos encontrábamos en  condiciones más ventajosas.

Ello así por cuanto nuestro  aislamiento es en nuestras  propias casas, podemos salir a hacer las compras – preferentemente en cercanías- gozamos de televisión, radios, internet,  netflix,  computadoras, celulares, y el uso de las redes sociales

A nuestro criterio los medios de comunicación, lejos de informar correctamente, en muchos casos, desinforman y alarman a la población haciendo uso y abuso de ingresar durante las 24 horas en los hogares y, a la vez, muchos de los oyentes o lectores,   inocentemente, desparraman las noticias mediante las redes sociales y, estos a la vez, la vuelven a desinformar  mediante sus propias sintaxis y razonamientos, propagando exponencialmente la falta de veracidad de la noticia que, irresponsable o colusionalmente, se originara en esos medios.

La historia es rica en estos lamentables ejemplos.

En la Argentina en 1982 cuando los medios desinformaban acerca de los hechos bélicos producidos en torno a las Islas Malvinas, en España con el aberrante atentado de la terminal de Atocha, etc.

Parece que no hemos aprendido.

Leemos habitualmente, el incremento de los contagiados y de los fallecimientos, como si se tratase de un certamen. Algunos los comparan con los sucesos que ocurren en otros lados del planeta, como si se tratase de un triunfo a lo pirro, y otros en un accionar tangencialmente delictivo ponen en dudas los números que oficialmente se irradia con el único fin de alamar a la ciudadanía.  Otros parecen, inexplicablemente, alegrase por el aumento de los contagiados, como si con ello socavásemos  el accionar gubernamental. Propalando estentóreamente cualquier error que se cometa en el combate de este virus invisible e inédito

No faltó un verdadero desfachatado denunciar “ a los números oficiales agréguenle un cero” sin que ningún fiscal atine a iniciarle un proceso por atentar, entre otras cosas, con la salud de la población. El agravante del daño psicológico, sin duda, merece una sanción

Estas noticias para nada confiables, maliciosas o simplemente falsas, incrementan el pánico, alimentan la angustia y generan conductas realmente censurables

El Papa Francisco ha denunciado reciamente “a la gente que en esta época de pandemia hace comercio con los necesitados “

De ahí, que no dudamos en denunciar a esta caterva endemoniada de periodistas y medios de difusión que agravan, dolosamente, las consecuencias que debe padecer la totalidad de la población.

Y esperamos, que no obstante el  aislamiento jurisdiccional, se ponga de inmediato la maquinaria contenciosa en ejercicio para hacer cesar esta situación con la finalidad de deslindar responsabilidades y evitar daños mayores e irreversibles

 

LUCIANA IATSKO       /      EMILIO AUGUSTO RAFFO