La Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) formuló una advertencia sobre los posibles traumas que pueden generarse en los niños la cuarentena obligatoria.

En el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la legislatura fue el lugar donde se presento un proyecto –elaborado por la legisladora Manuela Thourte-  que pone el foco en uno de los debates que atraviesa a la Ciudad y a la Nación.

La problemática de los menores ante la pandemia quedó en primer plano días atrás, cuando el presidente Alberto Fernández anunciara que los niños podrían salir una hora por día a 500 metros de sus domicilios. En Ciudad pusieron en duda la aplicación de la medida y luego la rechazaron.

Al margen de la visión diferente del presidente con el Jefe de Gobierno porteño, el tema de fondo es qué pasa con los menores ante un encierro obligatorio tan prolongado. «Hay que adelantarse a la situación porque la gente va a empezar a sacar igual a los niños y es mejor hacerlo de forma organizada», afirmó la legisladora autora del proyecto, en declaraciones periodísticas.

«Los adultos mayores pueden salir, los adultos también, los únicos que están obligados a quedarse en su casa son los niños. Si los adultos son responsables cuando realizan actividades, ¿por qué no lo serían con los chicos?», se preguntó Thourte. La legisladora consideró positivo que el oficialismo hubiera acompañado la iniciativa.

En su proyecto plantea algunas soluciones alternativas como las salidas por días y horarios según la terminación del documento y reclama que la comunicación de las medias se efectúe de manera clara para que los niños puedan acceder a la información.

Desde la Sociedad Argentina de Pediatría advirtieron sobre los inconvenientes que puede ocasionar la cuarentena en los niños. Según explicaron en un documento, un entramado social desarticulado lleva a una desestructuración de los menores y puede traer un quiebre de los hábitos más básicos. Esto puede producir distintas inhibiciones y regresiones.

Según los profesionales la «resignificación de pérdidas anteriores, temor por pérdidas futuras, aparición de nuevos miedos o que ya se habían superado, pesadillas y trastornos del sueño como una manera de depositar y tramitar allí la angustia que se vive» son otros de los efectos que podría conllevar el aislamientos social. Además advierten que la falta de actividad física y libertad de movimientos puede ocasionar fastidio y mal humor.

Además explica que si bien los niños pueden sentirse más seguros por tener cerca a su familia más tiempo, los adolescentes padecen el encierro porque no tienen la posibilidad de «experimentar la tan ansiada independencia. Sin posibilidad de recurrir a sus grupos de pertenencia» y eso genera «mayor malestar, ansiedad y confrontaciones».