La culpa fue de Pinochet¿Por qué hay nombres de equipos chilenos en el fútbol de Suecia?
31 octubre, 2019
Un día después del bombardeo del palacio de La Moneda y la muerte de Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973, el embajador Gustaf Harald Edelstam abrió las puertas de la embajada sueca en Santiago de Chile para que entraran los disidentes políticos a los que el general Augusto Pinochet quería eliminar. Edelstam llamó después al primer ministro socialdemócrata Olof Palme para comunicarle su decisión. Palme aprobó la medida y miles de chilenos pudieron salvarse de la persecución, las detenciones y, en muchos casos, la muerte. Suecia fue, para muchos, su punto de fuga de un futuro incierto, clubes como Los Copihues, su lugar de agregación en la sociedad que les abrió los brazos.
La escuela Fitttjaskolan Botkyrka Norra de Estocolmo se encuentra en una zona de grandes árboles, en el extrarradio de la ciudad. Junto a ella hay un pabellón deportivo y varias canchas de baloncesto y fútbol exteriores, totalmente cubiertas por la nieve gran parte del año. En los bajos de la escuela se encuentra la sede del club Los Copihues. Fundado en 1976 por exiliados políticos, es el más antiguo de los numerosos clubes deportivos de la comunidad chilena en Suecia. La sede es un antiguo refugio que tenía la escuela para los alumnos en caso de que hubiera una guerra nuclear. Un recuerdo de la guerra fría. Luis Ruiño es el actual presidente del club; para él, Los Copihues es una familia: “Este club nació por tres amigos chilenos que se juntaron aquí, en Estocolmo, y organizaron una institución que se llama Los Copihues, que es una flor típica que sólo existe en Chile. Desde ahí hasta el día de hoy, hace 38 años que llevamos de pie y han pasado muchas generaciones. De hecho, yo llevo aquí más de 25 años, jugué en las inferiores, después llegué al primer equipo y ahora estoy a la cabeza como presidente”, dice con orgullo.
Fundado en 1976 por exiliados políticos, es el más antiguo de los numerosos clubes deportivos de la comunidad chilena en Suecia. La sede es un antiguo refugio que tenía la escuela para los alumnos en caso de que hubiera una guerra nuclear. Un recuerdo de la guerra fría
Ruiño ronda los cuarenta y lleva tatuado el escudo del Real Madrid en el brazo. Cada vez que puede hace gala del equipo de sus amores. No es el único, en Estocolmo muchos chilenos de su generación son seguidores del club de la Castellana: “En parte porque allí jugó Iván Zamorano, y se dice que su familia estaba relacionada con el Partido Comunista”, cuenta con amplia sonrisa de satisfacción. Aquí la política no es un asunto menor. En la sede de Los Copihues, junto a los banderines de los equipos de la liga chilena de fútbol, cuelgan retratos de Víctor Jara, Salvador Allende y Violeta Parra. También de las alineaciones pasadas de unos equipos donde cada jugador tiene una historia detrás. La historia en muchos casos del exilio, de la salida de un país que creían que prometía un tiempo de vida diferente, pero que se vio aplastado por la bota militar de una dictadura opresiva que cercenó la voluntad de un futuro mejor
La memoria es parte importante de esta comunidad de cerca de 50.000 chilenos, que viven en un país de diez millones de habitantes. Luis Romero, Rocky o Romerito, dirige desde hace trece años Radio Bahía, la emisora latina más importante de Estocolmo, desde donde narra los resultados y las noticias de los equipos latinoamericanos de fútbol que hay en Suecia, la mayoría de origen chileno. Cuando Romerito habla del exilio en Suecia, hay dos palabras que se repiten con cierta frecuencia, “solidaridad” y “agradecimiento”.
Cuenta Romerito con voz pausada desde el estudio de radio donde emite: “Hay cerca de treinta organizaciones deportivas latinoamericanas, solamente en Estocolmo, acreditadas en la Federación de Fútbol Sueco, desde octava división hasta cuarta”. La decoración aquí también está plagada de símbolos: “Víctor Jara es una persona universal, podría decirle que ya no pertenece solo a los chilenos, porque su música, su canto, ha sido traducida a diferentes idiomas, como Violeta Parra, que es la reina y la madre del folclore chileno. Víctor Jara fue detenido, torturado, le cortaron sus manos, fue baleado y, después de muerto, lo tiraron cerca de una línea férrea, donde lo encontraron unas mujeres. Él es un hombre que pertenece al mundo entero y su música sigue siendo tan actual ahora como entonces”. Lo dice, antes de señalar con voz quebrada: “Aquí nos tenemos a nosotros, y el fútbol es un espacio donde vivimos no solo para el recuerdo, también para la emoción y el disfrute”.
Lautaro, Pacífico, Los Pumas, Cóndores de Los Andes, Oriental FC, Club O’Higgins son algunos de los nombres de los equipos chilenos de fútbol en Suecia. Heredados por la segunda y tercera generación de chilenos nacidos en el país nórdico. Los que llegaron primero con las maletas a medio hacer y sin hablar el idioma del país que les acogía crearon unas estructuras que han logrado mantenerse en el tiempo. Gerardo Marluenda es defensa de Los Copihues; para él, lo más importante “es que yo aquí me relaciono con puros chilenos, el club es chileno, y tenemos costumbres chilenas. Esto me acerca a mi país, por eso estoy en Los Copihues; si no, estaría jugando en un club sueco que terminas un partido y cada uno se va para su casa, pero aquí no, aquí después del partido hay una cervecita, sus pedacitos de carne y eso significa sentirme más cerca de mi país, sentirme más cercano a mi gente”.
“Aquí nos tenemos a nosotros, y el fútbol es un espacio donde vivimos no solo para el recuerdo, también para la emoción y el disfrute”.
‘EL MESSI CHILENO’
Para jugadores como Gerardo, la referencia actual, más que Zamorano, es el jugador del Barça Alexis. La política ya no es tan determinante para elegir un jugador y su equipo. En cierta medida los jóvenes han borrado unas referencias de afinidad que pertenecen más al pasado que al presente. Una lógica que representan jugadores como David Pérez Dybeck, al que algunos medios han bautizado como “el Messi chileno”, canterano del IF Brommapojkarna, una de las escuelas más prestigiosas del fútbol en Suecia, de padre chileno y madre sueca, nieto de exiliados, y que con solo nueve años suena en la órbita de La Masía. O el lateral del Malmö FF Miiko Albornoz, nacido en Suecia, también de padre chileno, y convocado recientemente por la selección absoluta de Chile. Para los más mayores, los primeros que llegaron, el héroe futbolístico es Carlos Humberto Caszely, su foto en blanco y negro también cuelga de una de las paredes de Los Copihues. El jugador del Colo Colo, el referente del fútbol chileno de la década de los setenta y ochenta, de convicciones comunistas, negó en una ocasión el saludo a Pinochet y fue apartado de la selección por su pública disidencia. Caszely también jugó en el Levante y el Espanyol. Su bigote y su pelo rizado fueron durante mucho tiempo sinónimo del fútbol que no pierde la dignidad ni olvida las injusticias.
(Publicado en Revista Un Caño)