Edificio histórico de Buenos AiresLa Facultad de Ingeniería, al rescate del edificio de la Confitería «El Molino»
22 diciembre, 2019
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Julio Giribaldi
Dicen que sus paredes, descascaradas por el paso del tiempo, atesoran infinidad de historias de la sociedad argentina del siglo pasado. Ubicada en la esquina de Rivadavia y Callao, frente al Congreso de la Nación, la emblemática Confitería del Molino está en vías de recuperar su antiguo esplendor. De ese desafío participan especialistas de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), quienes trabajan en el rescate del icónico edificio de 6.900 m², -referente del Art Nouveau en la capital porteña y declarado Monumento Histórico Nacional.
Desde 1916 la confitería fue el punto de encuentro de diversas personalidades de la política y la cultura, pero cerró sus puertas en 1997 por razones económicas. En 2014, el Congreso de la Nación aprobó su expropiación y dispuso su puesta en valor debido al preocupante estado de abandono en que se encontraba. Se conformó entonces la Comisión Administradora del Edificio del Molino, la cual convocó al grupo ProInTec I&D – Investigación y Desarrollo en Procesos Industriales y Servicios Tecnológicos, del Departamento de Ingeniería Mecánica de la UNLP, y a expertos de otras disciplinas.
El Edificio del Molino fue diseñado por el arquitecto Francesco Gianotti. Consta de cinco pisos, una terraza con torre-cúpula y tres subsuelos. La confitería funcionaba en planta baja y el salón de fiestas en el primer piso. El tercer subsuelo se utilizaba como depósito de combustible; el segundo contenía cisternas, la sala de máquinas y mantenimiento; y el primer subsuelo se destinaba para la elaboración de pastelería y productos de confitería. Del segundo al quinto piso disponía de departamentos para alquiler y habitaciones de los propietarios. La construcción conserva aún puertas, ventanas, mármoles, manijones de bronce, cerámicas, cristalería y más de 150 m² de vitrales que fueron traídos de Europa por encargue de Gianotti.
El trabajo de los ingenieros de la UNLP consistió en evaluar el grado de degradación de los perfiles de acero que constituyen las estructuras metálicas del edificio. “Nuestra intervención se centra en el hecho de que casi toda la estructura que soporta el edificio es metálica, con perfiles de acero de hace cien años y cero mantenimiento en las últimas dos décadas. El fenómeno de corrosión había avanzado de tal manera que habían desaparecido parte de los perfiles, poniendo en riesgo al edificio”, aseguró el ingeniero Daniel Tovio, coordinador del área de Servicios Tecnológicos del ProInTec I&D.
Tovio integra el equipo de trabajo junto al Dr. Ing. Alfredo González, coordinador del ProInTec I&D; la Ing. Ana Laura Cozzarín, responsable técnica por la Facultad de Ingeniería; y el Ing. Juan Lacoste, coordinador de equipos técnicos. Además, participan profesionales de distintas áreas del ProInTec I&D y becarios alumnos avanzados de la Facultad. Asimismo, colaboran profesionales de la Unidad de Investigación y Desarrollo en Ingeniería Civil (UIDIC) del Departamento de Construcciones.
“Nosotros hicimos un análisis integral del edificio. Relevamos desde el último subsuelo hasta la azotea. Se generaron los planos de planta de toda la construcción, dado que los originales no han sido encontrados, e identificamos las estructuras metálicas existentes en cada uno los pisos. De ese modo, pudimos informar qué perfiles debían ser saneados, cuáles cambiados y cuáles se encontraban en buen estado. También estudiamos la fachada y cada uno de los balcones, y comprobamos que éstos últimos son de diferentes etapas y morfologías constructivas, de hecho algunos cuentan con estructuras metálicas internas y otros no, situación que resultaba desconocida hasta el momento. Un punto destacable entre las actividades realizadas fue el estudio del estado de degradación de los perfiles metálicos que componen la histórica y emblemática marquesina en todo el perímetro de la fachada, la cual se encuentra embellecida por un techo de vitrales, cuya estructura de contención se encontraba fuertemente afectada”, detalló el ingeniero Lacoste.
Entre otras tantas tareas, una fue la evaluación del estado de situación actual del simbólico molino de cuatro aspas, que da nombre al tradicional edificio, siendo uno de los objetivos a futuro que recupere su movimiento original.
Descubriendo lugares inexplorados
Para llevar adelante los trabajos en la confitería, se requirieron de distintas técnicas de inspección, tal como una cámara sonda boroscópica que les permitió observar lugares a los que no se podía acceder, pudiendo ver por dentro cómo estaba construida la estructura metálica y el interior del cielorraso. También utilizaron equipos de ultrasonido para medir el espesor de partes metálicas, determinar el estado de corrosión de los metales y ver las estructuras que estaban en el interior de las columnas de mármol, como caños pluviales.
Cozzarín señaló que el tercer subsuelo era uno de los espacios más comprometidos, dado que permaneció inundado durante años. Debido a ello, un equipo de buzos tuvo que ingresar a poner puntales para evitar el riesgo de colapso. Otra causa del mal estado en que se hallaban las estructuras metálicas de los subsuelos, conjeturan los ingenieros, es que en el primer subsuelo donde funcionaba la panadería seguramente la limpieza se realizaba a base de agua y cloro. “El agua con lavandina se fue filtrando y afectó las estructuras metálicas del techo del segundo subsuelo, que es el que encontramos en estado más crítico. Localizándose sectores donde parte de los perfiles prácticamente habían desaparecido por efecto de los fenómenos de corrosión. También observamos en el techo del primer subsuelo, que es el piso del salón de la confitería, una situación parecida con algún grado menor de deterioro, pero suficiente para que el piso de la planta baja se encuentre abovedado a consecuencia de la corrosión de los perfiles. Esto va generando óxidos que provocan un aumento de volumen, por eso se levanta el piso», detalló Tovio.
En resumen, el trabajo de los ingenieros se dividió en dos etapas. La primera fue de relevamiento, diagnóstico y propuesta de recuperación en cada una de las plantas. Se determinó que el estado más crítico se encontraba en los subsuelos, la perfilería metálica y en las bases de las columnas, por lo que debían ser intervenidos de manera urgente. La segunda etapa, es la inspección de la ejecución de las obras. Cozzarín explicó que el ProInTec I&D cumple un rol de apoyo a la Inspección de Obra. Es decir que, además de las especificaciones que realizó el equipo sobre los trabajos que se debían hacer, se encargan de controlar que las empresas a cargo de las refacciones cumplan con lo especificado.
Metales que develan la historia de una ciudad
Previo a la intervención en la Confitería del Molino, el ProInTec I&D participó de la recuperación edilicia del Palacio del Congreso de la Nación. A partir de ese trabajo, comenzó a gestarse en el grupo una nueva línea de investigación abocada a la restauración de edificios históricos.
“Nuestro grupo tiene algunas líneas de trabajo tradicionales, como el caso de las aleaciones no ferrosas que, con el transcurso del tiempo se han ido fortaleciendo, y otras como la restauración de edificios que viene creciendo. A partir de estas experiencias hemos sido contactados de diferentes organismos e instituciones por trabajos de estas características”, aseguró González.
Estas experiencias de trabajo en edificios históricos han permitido iniciar una nueva línea que tiene que ver con la arqueometalurgia, que es el relevamiento de metales de interés arqueológico a través de técnicas de la metalurgia y de la ciencia de materiales; y con la arqueología urbana, que trabaja sobre piezas metálicas halladas en ciudades y que eran de uso cotidiano de la población.
“La primera actividad en esta línea consistió en evaluar los diferentes componentes metálicos utilizados en la construcción del Edificio del Molino. Con el objeto de dar un mayor sustento teórico, se ha incorporado al equipo de trabajo una arqueóloga que aporta el contexto histórico”, afirmó González.
“Resulta realmente apasionante la información que guardan estos edificios, tanto de los materiales utilizados como de los métodos constructivos empleados. Que podamos rescatarla y ponerla en valor es algo que va a quedar para las futuras generaciones. Quizás dentro de 100 años haya otros equipos de especialistas realizando nuevas intervenciones”, reflexionó el ingeniero.
A lo largo del siglo XX, la Confitería del Molino estuvo en constante vínculo con el Congreso Nacional, tal es así que algunos historiadores la denominaron «la tercera cámara», porque allí se reunían diputados y senadores a seguir debatiendo el tratamiento de leyes. Pasaron por ella personalidades como Alfredo Palacios, Lisandro de la Torre, Carlos Gardel, Roberto Arlt, Niní Marshall y Juan Domingo Perón. También lo hizo Madonna durante su estadía en el país en ocasión de la grabación de la ópera rock Evita. En el video del tema “Love Don’t Live Here Anymore”, de 1996, se la puede ver abrazada a una de las centenarias columnas.
Citando al personaje de la literatura “El Principito” con la frase “lo esencial es invisible a los ojos”, el equipo del ProInTec I&D resaltó la labor realizada por la Facultad de Ingeniería en toda el área estructural del Edificio del Molino. “Carecería totalmente de sentido y utilidad todo el dinero y tiempo invertido en restauraciones, remodelaciones, ideas y proyectos a futuro, si no se cuenta con un edificio que sea capaz de soportar los diversos estados de carga, vibraciones y exigencias físicas a los que se encuentra sometido un lugar destinado a tan diverso conjunto de actividades, como eventos, confitería, oficinas y museo, entre otros, en pleno corazón de la Capital Federal”, concluyeron.
El Edificio del Molino reabrió sus puertas a la comunidad en eventos como el Día Nacional de los Monumentos y durante la Noche de los Museos, ocasiones en las que el público pudo apreciar los avances de su recuperación.