Historias del confín más austral del mundoEl rey del oro en Tierra del Fuego, parte del exterminio del pueblo Ona
14 octubre, 2019
En Tierra del Fuego, se cuenta para todos los que quieran hoy, la historia de quien quiso ser rey de la isla de Tierra del Fuego. El rumano nacido en Bucarest que llegó a nuestro país y se obsesionó con encontrar oro en el extremo sur del continente.
La historia que reciben cada uno de los contingentes turísticos que llegan a Usuhahia o a Río Grande de parte de los guías que explican recorridos, no se extiende mucho en ubicar a Julio Popper como uno de los grandes responsables del exterminio de un pueblo originario de Tierra del Fuego, como ocurrió con los Selknams u Onas.
Antes de llegar a Buenos Aires en 1885, con veintiocho años y siendo presidente del país Julio Argentino Roca, este judío rumano había ya recorrido medio mundo, además de ser un profesional de la ingeniería en minas que había cursado estudios en París.
Nacido el 15 de diciembre de 1857 en Bucarest, hablaba varios idiomas: griego, yidish, francés, alemán, latín y su rumano natal, además de castellano. Aventurero, conoció Japón, China, Medio Oriente, los países de la vieja Europa, cruzó Siberia y Rusia camino a Alaska, llegando por esa vía a Estados Unidos y Canadá. Estuvo en México, en Brasil, y así llegó a la Buenos Aires de fines del siglo XIX.
El descubrimiento de oro en el sur de Santa Cruz fue lo que impulsó a ese asesino de pueblos originarios a afincarse en la poco menos que ignota en ese tiempo, Tierra del Fuego. Popper arribó con un grupo de expedicionarios en septiembre del año 1886, descubriendo en esa oportunidad el más importante yacimiento aurífero que registró la actividad minera en territorios australes sobre el litoral del océano Atlántico, ubicado sobre la espiga que prácticamente encierra por el extremo norte la bahía San Sebastián y que él denominó El Páramo. Durante su viaje exploratorio se encargó de poner nombres a los lugares, ríos y accidentes geográficos que iba encontrando, y registrándolos en sus mapas. El más importante, y que aún hoy tiene vigencia y aceptación, es el de mar Argentino.
Popper tenía la visión geopolítica de crear un pueblo como modo de afirmar la soberanía argentina, que llamó Atlanta, cerca de donde hoy se encuentra la ciudad de Río Grande. Este poblado iba a constituir el puerto de entrada hacia la Antártida en 1890, con todos los servicios que debía tener un puerto. De este proyecto Atlanta, Popper escribió y editó seis ejemplares, numerados y firmados por él, de los cuales el Museo del Fin del Mundo posee el número dos.
De regreso en Buenos Aires, en 1887, dio una conferencia en el Instituto Geográfico Argentino el 5 de marzo. Su disertación científica entusiasmó tanto a los presentes que de ella salió como resultado la fundación de la Compañía Anónima Lavaderos de Oro del Sur y, en la primavera de 1887, Julio Popper regresó a Tierra del Fuego con los papeles que lo habilitaban para explotar los yacimientos de arenas auríferas que pudiera encontrar. Además, su disertación tuvo tanto éxito que le valió su incorporación a la Logia Docente, el grupo de intelectuales masónicos más distinguido en la sociedad de Buenos Aires.
La matanza de un pueblo
Una vez concluida la Conquista del Desierto, estancieros, buscadores de oro y particulares se lanzaron sobre la Tierra del Fuego. La fiebre del oro posibilitó una campaña de exterminio contra la población indígena de Tierra del Fuego. A ello contribuyó también la mortandad producto de las nuevas enfermedades introducidas por los colonizadores. Popper fue uno de los «cazadores de indios» que formaron parte de la campaña de exterminio de la población selknam de Tierra del Fuego. Se desconoce la cantidad de indígenas que habría matado, pero las pruebas apuntan a que sí intervino en las cacerías y tomó parte en las mismas. A causa de la proliferación de la industria ganadera los selknam comenzaron a ser desplazados de las tierras que habitaban, las cuales fueron apropiadas por los estancieros y colonos.
En este contexto, ocurrió la masacre de la playa de San Sebastián, en noviembre de 1886, en la que el comandante Ramón Lista, al frente de un grupo de marinos, atacó una toldería ona provocando la muerte de 27 de ellos. Tras la masacre, los hombres de Lista se ensañaron con un joven ona al que encontraron escondido tras unas rocas, armado tan solo con su arco y su flecha: lo mataron de 28 balazos.
La principal evidencia contra Popper es el álbum fotográfico de la expedición, que es de carácter secuencial (1887); se encuentra en el Museo del Fin del Mundo, en Ushuaia, Argentina, y fue un obsequio de Popper para el presidente argentino Miguel Juárez Celman. En varias fotografías se lo muestra en plena actividad de cacería. Popper mismo la mostró en una exposición en el Instituto Geográfico Militar, donde explicó que en el «enfrentamiento» murieron dos indios.
El nombre de Popper aparece frecuentemente mencionado entre los cazadores de indios, junto con el de Alejandro Maclennan y Míster Bond, entre otros.
Cómo y dónde murió Popper
Cuando los turistas llegan a Tierra del Fuego y escuchan la historia del rey del oro de la Tierra del Fuego, poco escuchan de su condición de asesino de hombres, mujeres y niños integrantes de un pueblo originario.
Pocos saben también que Popper tuvo problemas con el gobierno argentino por conducirse como una especie de dictador autónomo, con guardia uniformada y acuñando su propia moneda, el popper. Fue llevado a juicio pero salió indemne; eso sí, no volvió a la región y soñó y planificó la colonización de la Antártida.
Fue también inventor, ya que en 1891, Popper patentó en la Argentina y varios países del mundo, su «cosechadora de oro», que ―según él― podía lavar 75 toneladas de arena por día, extrayendo 99,6% de su contenido de oro.
El 6 de junio de 1893 Julio Popper fue encontrado muerto en misteriosas circunstancias en el hotel de Buenos Aires donde se hospedaba. La hipótesis del ataque cardíaco como causa del fallecimiento no fue aceptada unánimemente al tratarse de un hombre joven de sólo treinta y seis años de edad en el momento de su muerte. Algunas voces llegaron a sugerir que el explorador rumano había sido envenenado. Hay que tener en cuenta que el carácter y la personalidad de Popper le habían granjeado muchos enemigos en su corta existencia.
El historiador salesiano Juan Belza señala entre sus adversarios al terrateniente asturiano José Menéndez Menéndez. Fue Menéndez quien se quedó con todas las tierras que el gobierno argentino había concedido a Julio Popper en la Tierra del Fuego, donde fundó sus estancias Primera y Segunda Argentina, hoy Estancia José Menéndez y Estancia María Behety.