«A escala mundial, cerca de una de cada tres escuelas no tiene agua potable ni instalaciones sanitarias básicas», apuntó el documento titulado «Listo para aprender y prosperar: salud en la escuela y nutrición en el mundo».
Para la especialista en salud y alimentación escolar, la situación representa principalmente un «desafío» para las niñas, y a veces también para las maestros, que «no pueden ir a la escuela cuando están con la menstruación», lo que obstaculiza el «acceso equitativo a la educación para las niñas».
El impacto también es fuerte en la desnutrición infantil, ya que las escuelas no tienen agua potable para cocinar para sus alumnos, señaló Sidaner.
En ese sentido, remarcó que «hay una necesidad de invertir más en agua y saneamiento» porque eso permite un «aprendizaje de calidad», mientras que el hambre afecta la concentración y el deseo de aprender.
«Si los alumnos no están sanos, bien alimentados y protegidos en la escuela, es más difícil para ellos adquirir los conocimientos que se les puedan transmitir», lamentó la experta.