EnsayoUn libro reúne los orígenes de los barrios porteños y sus historias

Ensayo

Un libro reúne los orígenes de los barrios porteños y sus historias

27 junio, 2022 Desactivado Por Germán Costanzo Castiglione

«Buenos Aires tiene barrio» reúne anécdotas sobre los inicios y las transformaciones de la ciudad de Buenos Aires, desde el arrabal de Altos de San Pedro a Puerto Madero.

En el libro «Buenos Aires tiene barrio», Víctor Coviello y Leonel Contreras sondean en los orígenes y transformaciones de la ciudad, especialmente a partir de la llegada de los inmigrantes, y en el clima de época de cada momento, como la pena de muerte que pesó sobre algunos femicidas en el siglo XIX y leyendas urbanas en el límite entre lo real e imaginario.

Información y sensibilidad se complementan en esta obra, editada por Planeta, que «derriba el mito de la existencia de los cien barrios, reduciéndolos con valor de verdad a 48, e invita a imaginar a través de la lectura una plaza de toros para 10 mil personas en la zona de Retiro, en 1800; o la primera villa miseria en predios de la actual Villa 31, los conventillos, prostíbulos y las mansiones que llegaron a poblar la ciudad que creció de manera espontánea y sin mayor planificación a partir de 1573″, cuenta a Télam Contreras, historiador, autor además de «La leyenda del petiso orejudo» .

La imaginación desbordante de los habitantes de esta ciudad y cierta tendencia a la exageración probablemente colaboraron para que se establezca la idea de que Buenos Aires tiene 100 barrios o para que se forjen leyendas de aparecidos y de asesinos seriales que se recuperan en estas páginas. Pero el poco conocimiento de la ciudad que tienen los habitantes que la transitan diariamente también entra en juego y eso es lo que llevó a los autores a escribir este libro.

«Hace más de 20 años que me dedico a la historia de la ciudad y veo que el desconocimiento del vecino en general sobre el tema es muy grande. Un porteño que se precie de tal no debería dejar de saber el origen del nombre de los barrios, especialmente del barrio en el que vive», afirma Contreras, experto en la ciudad fundada en 1580 por Juan de Garay, una de las más pobladas del planeta, con tres millones de habitantes que rozan los 15 millones si se toma en cuenta el área metropolitana.

Si de momentos difíciles se trata, «el más crítico en su historia ciudad fue la epidemia de fiebre amarilla de 1871. Murieron 13 mil de sus 200 mil habitantes, aunque en realidad fueron 13 mil de 70 mil, que fue la cifra de personas que se quedó en Buenos Aires a pesar de todo. Después de la epidemia, la ciudad sufrió una transformación única y total que entre otras cosas incluyó la construcción de la red de cloacas y desagües», indica Contreras.

El primer arrabal fue el del Alto de San Pedro, luego se convirtió en el barrio de San Telmo, luego aparecieron otros más alejados del centro como Barracas, La Boca o Recoleta y con la llegada del ferrocarril y el tranvía surgieron barrios como Balvanera, Parque Patricios y San Cristóbal, señalan los autores en el libro que registra a Puerto Madero como el distrito más joven.

«Muchos barrios surgieron del loteo de quintas importantes que terminaban siendo grandes proyectos inmobiliarios. La ciudad crecía a un ritmo imparable a fines del siglo XIX y comienzos del XX y se hacía necesario lotear para abrir calles y dar respuesta habitacional a la gran masa de inmigrantes que llegaba permanentemente de Europa. La última quinta importante fue la que dio origen a Parque Chas a fines de la década de 1920 y el trazado que se eligió es hoy uno de los más particulares de la ciudad», explica Contreras y agrega que «las propagandas de los loteos decían que pronto a ese lugar desconocido iba a llegar una línea de tranvías».

Belgrano Foto Ramiro Gmez

Belgrano. Foto: Ramiro Gómez.

En las transformaciones que fue experimentando la ciudad, la zona que más modificaciones tuvo fue posiblemente Constitución, «un barrio no muy grande que sufrió mutilaciones más que importantes con la apertura de las autopistas 25 de Mayo, Frondizi y la avenida 9 de Julio. Prácticamente fue dividido en cuatro y perdió buena parte de la identidad original, como la vida comercial que tenía la calle Lima», precisa l investigador.

En tanto, «el que más modificó su fisonomía y actividades fue Belgrano, un barrio residencial con mansiones señoriales hasta que en 1957 entró en vigencia una nueva reglamentación para construir edificios altos. Entre 1961 y 1965 se edificaron una cantidad hasta ese momento inusitada, inclusive en zonas alejadas del centro como Belgrano. Como contrapartida, quizás uno de los que más conserva sus características originales sea Versalles, tiene una gran tranquilidad, casas bajas, arboledas importantes y una arquitectura que por momentos recuerda su impronta ferroviaria», señala el historiador.

Según cuentan los planos de la historia, Palermo se configuró como el barrio más grande de la ciudad «con lo cual es lógico que sea el que tiene más sub-barrios: Cañitas, Palermo Nuevo, Palermo Viejo o Soho, Palermo Hollywood, Palermo Chico. Es llamativo ver cómo algunos de esos nombres con origen en emprendimientos comerciales o inmobiliarios terminaron imponiéndose al punto de que los vecinos se identifiquen con ellos», dice Contreras, quien además hace visitas guiadas por Buenos Aires.

«Pensar en la historia de la ciudad y sus barrios nos lleva a viajar en un túnel del tiempo e imaginar una plaza de toros frente al edificio del Ministerio de Salud y Desarrollo Social, hoy iluminado por un relieve gigantesco de Eva Perón: fue la primera plaza de toros, que funcionó entre 1793 y 1799″, dice Contreras y agrega que «hubo otra en Retiro, en lo que hoy es Santa Fe y Florida (Plaza San Martín)».

Se trató del «el primer estadio que hubo en la ciudad, con capacidad para 10 mil personas cuando Buenos Aires tenía 30 mil habitantes. En ese momento se le pretendió dar importancia, de hecho se empedraron hasta Retiro las actuales calles Florida y Maipú, pero las corridas de toros nunca pegaron mucho en los porteños y en 1819 esa plaza fue demolida. Era más popular el juego de pelota».

Buenos Aires acuna en sus barrios figuras emblemáticas que dieron relevancia a los barrios, como Borges en Palermo; Quinquela Martín en La Boca; Gardel en la zona del Abasto y en Balvanera, lo mismo que Luca Prodan; Goyeneche en Saavedra y Coghlan; René Houseman en la desaparecida Villa del Bajo Belgrano, el Flaco Spinetta también en el Bajo Belgrano y Núñez. Cacho Castaña asiduo del Café la Humedad, de Villa General Mitre, que hoy no existe pero quedó inmortalizado en su tango homónimo. Cada uno de los barrios porteños tiene en estas páginas una historia rica que compartir y que lo trasciende.

La Boca

La Boca.

Leyendas porteñas, de Pepe Requejo al Petiso orejudo

Una de las condiciones para que un relato alcance la categoría de leyenda urbana es que cuente con «una buena historia, por más rara y exótica que sea», dice Víctor Coviello quien aborda en el libro «Buenos Aires tiene barrio», junto a Leonel Contreras, distintas leyendas que surgen porque ayudan a consolidar una identidad.

«Hay un intento de sentirnos parte, de arraigarnos a nuestro pequeño espacio geográfico. El relato oral es una forma de identificar esa porción de territorio. Si vas a Parque Chas, seguro te perdés. Esa consigna ya está instalada y sus habitantes lo sostienen con orgullo. Ser del barrio no es para cualquiera. Y así podríamos dar muchas peculiaridades de los distintos barrios que van a descubrir en nuestro libro», dice Coviello, autor además, junto a Guillermo Barrantes, de «Buenos Aires es leyenda».

¿De dónde surgió la leyenda de Pepe Requejo?, un andaluz que a principios del siglo XIX tuvo una pulpería en Buenos Aires, pero no en cualquier sitio, nada menos en lo que se llamó, por un tiempo, «La Calle del Pecado».

La inauguración de la Plaza de Toros de Monserrat convirtió a las cercanías en una zona burdeles y prostíbulos y en esa media cuadra donde hoy solo queda una vereda contigua al Ministerio de Salud y Desarrollo Social, Requejo había tenido su local. En La calle del pecado, había instalado la pulpería «La mala muerte».

«Este personaje se habría casado dos veces con mujeres acaudalas que lo dejaron viudo sospechosamente rápido. Ya había insistido con una tercera que denunció que estaba siendo envenenada poco a poco por su marido. En 1812 fue detenido por asesinato pero se suicidó antes de ser condenado», repasa Coviello.

El catálogo de mitos y leyendas urbanas de este libro rescata personajes populares como Evita y Gardel, pasando por espectros de todo tipo y hasta por un enano vampiro, Belek, «algo que en principio suena hasta bizarro -advierte el autor-, pero la leyenda cuenta que a fines de los 70, en plena dictadura, se había instalado por un tiempo El circo de los Zares en la zona del Nuevo Gasómetro, es decir la cancha San Lorenzo, y este individuo, que había sido expulsado por sus extrañas conductas comenzó a rondar la zona del Bajo Flores una vez que el circo dejó la ciudad».

«Era tal el terror -indica Coviello-, que la gente no quería salir de sus casas cuando bajaba el sol, aunque una derivación del mito afirma que fue esparcido por los militares para que nadie saliera de sus casas. El caso es que Belek seguiría viviendo en el Cementerio de Flores, esperando».

El muestrario que propone esta publicación se completa con «monstruos peligrosamente reales, como el petiso orejudo de Parque Patricios, un psicópata asesino de niños», remarca el investigador.

(S)La famosa Penitenciaría de la calle Las Heras(S)

En el espacio que hoy ocupa el parque Las Heras se edificó la Penitenciaría Nacional, donde «tuvieron lugar varios fusilamientos», agrega a su turno Contreras. En ese terreno, circundado por las avenidas Coronel Díaz, Las Heras y por las calles Salguero y Juncal, se ubicaba la quinta de Teodora Echechipía, que había sido comprada por Rosas en la década de 1840.

Cómo surgió esa penitenciaría es otro de los relatos que se recuperan en este libro. «En lo alto de la barranca, donde ubicamos el Parque Las Heras se decidió construir una cárcel que se encargó al arquitecto Ernesto Bunge: hablamos de la Penitenciaría Nacional de la calle Las Heras, como se la conoció y que fuera inaugurada en 1877. Constituida por siete pabellones, estos conformaban un conjunto panóptico con varios cuerpos que convergían en un centro común.

– ¿Por qué la penitenciaría trascendió a lo largo de los años?

– Allí se ejecutaron varios fusilamientos famosos, algunos cuando todavía se aplicaba la pena de muerte por delitos comunes como el caso de Domingo Cayetano Grossi, Giovanni Lauro y Francesco Salvatto, y otros como el del anarquista Severino Di Giovanni y el del general Juan José Valle, tras su intento de alzamiento durante la Revolución Libertadora. Fue demolida en 1962 y posteriormente, se decidió la apertura del espacio público que desde 1982 es el Parque Las Heras.

Entre los cinco fusilados por delitos comunes se encuentran el argentino José Meardi (1894) y el español Ricardo González Cruz (1903), ambos uxoricidas, asesinos de su mujeres. El primero acababa de llegar de Italia recién casado con una mujer italiana, a la que asesinó al poco tiempo de su arribo. Para la justicia argentina era difícil determinar el vínculo, pero sin embargo se pudo comprobar y eso agravó la carátula y lo terminaron condenando a pena de muerte.

FUENTE:TELAM