
UNA MIRADA LUEGO DE LA MANIFESTACION DEL 12 DE MARZOTras la salvaje represión y pese a la vomitiva cobertura periodística, una certeza queda clara: el gobierno dio vuelta su propio reloj de arena
13 marzo, 2025
Un gobierno que impuso el mismo modelo económico fracasado de toda la vida pero que lo presentó como lo nuevo, termina reprimiendo de forma salvaje y dejando a ciudadanos al borde de la muerte, como es el caso del fotógrafo Pablo Grillo. Una sociedad que busca cómo defenderse del atropello del que es víctima, y lo hace a como puede, desde los lugares que encuentra, mientras espera porque las dirigencias estén a la altura del conflicto.
La impactante –pero no por eso novedosa- represión que desató el gobierno nacional sobre los manifestantes que participaron de la tradicional concentración de jubilados y pensionados que cada miércoles reclama por mejoras salariales en la plaza del Congreso de la nación, en CABA, quedará grabada a fuego en la memoria colectiva y política argentina, por muchos años.
La vergonzante cobertura mediática de la gran mayoría de los medios de comunicación sobre los hechos acontecidos, también será motivo de análisis durante mucho tiempo. Ejemplo claro de todo aquello que no debe hacerse. Para muchos de esos medios periodísticos porteños de alcance nacional (televisivos, gráficos y también digitales) el periodismo propiamente como tal murió hace tiempo… y no de muerte natural. Lo mataron.
La presencia de lúmpenes, marginales, violentos o incluso lisa y llanamente delincuentes, no exime de dejar en claro tres verdades de Perogrullo: 1) la responsabilidad central, básica y fundamental es del Estado nacional, quien desde el uso legítimo de la fuerza debe garantizar la seguridad; 2) el derecho a la manifestación y la protesta está garantizado por la Constitución nacional, mal que pese a un gobierno que se empeña a diario en ignorarla y/o desobedecerla; 3) no existe ningún tipo de legalidad en protocolo de seguridad alguno, cuando las imágenes que se pueden ver –aun cuando esos medios hegemónicos que fueron periodísticos las esconden o ignoran- muestran a un policía rompiéndole la cabeza de un palazo a una abuela de 82 años, a decenas de uniformados disparando al cuerpo de manifestantes a escasa distancia, a un policía “plantando” un arma de fuego en un cantero lateral de la plaza, y sobre todo a un periodista recibiendo un disparo de proyectil en su cabeza mientras intentaba en cuclillas sacar una fotografía.
La vomitiva argumentación/excusa/justificación esgrimida por el Ministerio de Seguridad para hablar del periodista que pelea por su vida y se encuentra en manos de los médicos y de Dios como «un militante kirchnerista», confirma a Patricia Bullrich en el lugar que ya la historia le tiene asignado: uno de los personajes más siniestros y repudiables de la política argentina de los últimos cincuenta años.
A la vuelta de la manifestación del 12 de marzo de 2025 en CABA, la que quedará signada como un hecho bisagra de este tiempo presente que nos toca transitar, lo que habrá es un gobierno nacional condenado a cargar sus culpas y responsabilidades, en un contexto que ya no es disimulable, ni siquiera por la gigantesca maquinaria comunicacional puesta al servicio de la defensa de los intereses concentrados, o lo que es lo mismo decir, en contra de los objetivos y necesidades de las grandes mayorías. Así de simple y clarito.
En resumen: el monstruo que gobierna por el legítimo derecho que le otorga el voto popular (y que lo hace cumpliendo los designios y deseos de las élites y minorías privilegiadas de toda la vida) corrió su velo y se mostró con su peor cara. Para su desgracia, los trucos y las cortinas de humo con las que taparon los elefantes ingresados al bazar, comienzan a ser visibles cada vez más, para cada vez mayor cantidad de personas.
Los hechos ocurridos el 12 de marzo de 2025 en el barrio porteño de Congreso corroboran lo que se sabe desde siempre: este tipo de modelo político/económico sólo cierra con la decisión de dejar a millones fuera del sistema (carentes de acceder a la cobertura de sus más básicas necesidades) y por ende con la inevitable represión, porque ninguna sociedad, por más paciente y pasiva que pueda ser, se resigna a morir de inanición.
El miércoles 12 de marzo de 2025 dejó también, una certeza: quienes gobiernan, dieron vuelta su reloj de arena.