«La situación sigue siendo muy grave (…) empeoró desde la semana pasada», subrayó Lothar Wieler, y anunció 23.679 nuevos casos en las últimas 24 horas y 440 fallecidos, con lo que el país superó los 20.000 muertos por la enfermedad.

Al igual que hizo la canciller Angela Merkel ayer, Wieller aseguró que están «considerando» nuevas medidas de restricción, según informó la agencia de noticias AFP.

«Si (las medidas actuales) no funcionan, no veo otra posibilidad», dijo en rueda de prensa en Berlín, e insistió en que «desde hace semanas, el número de casos se sitúa en un nivel muy alto y en este momento, vemos incluso un aumento de los contagios».

Ante el Parlamento, Merkel abogó este miércoles por restricciones más estrictas a la vida pública y suplicó a los alemanes que reduzcan las actividades sociales, tras advertir que «hay demasiado contacto entre las personas»:

La jefa de Gobierno señaló que la cifra de muertos «no es algo aceptable» y que si no disminuyen los contactos antes de Navidad «luego será nuestra última Navidad con nuestros abuelos, entonces habremos sido negligentes».

En Alemania están cerrados desde principios de noviembre bares, restaurantes, centros culturales y deportivos.

Merkel, que impulsa medidas más decisivas, a menudo debió moverse más lentamente porque, en una Alemania altamente descentralizada, los 16 Gobiernos estatales son responsables de imponer y levantar restricciones.

La canciller y los gobernadores estatales se reúnen periódicamente para coordinar medidas.

Alemania fue presentado como un ejemplo de gestión de la primera ola en primavera, pero está muy castigado por la segunda.

En total, el país ha registrado 1,2 millones de infecciones y 20.372 muertes, según los datos del instituto RKI.