Feria en casa BASIVILBASOPinta BAphoto y muchas formas de mirar: la fotografía se celebra como potencia artística
22 septiembre, 2022
La 18º edición de la feria que reúne hasta el domingo a más de 20 galerías nacionales e internacionales, revela todo lo que la imagen puede ser como un objeto artístico desde un paisaje hasta una iglesia renacentista.
Como un mapa de la fotografía en su faceta de experimentación artística y de ensayo social o testimonial, la 18° feria Pinta BAphoto 2022 reúne hasta el domingo próximo en Casa Basavilbaso a más de 20 galerías nacionales e internacionales, que presentan un abanico de obras clásicas y contemporáneas, desde las más vintage hasta aquellas que tironean los bordes y exploran nuevos lenguajes, o producciones que indagan en temas como la relación con el mundo natural.
Toda feria es una oportunidad: por un lado, la posibilidad de dinamizar el mercado, sus galerías y artistas a través de la comercialización de obras; por el otro, mostrar una escena de ese campo, desde su pasado histórico en su materialidad y sus principales referentes hasta su presente experimental y contemporáneo, con el sello de artistas emergentes y consagrados que trabajan desde lo estético o lo documental y que en su mayoría contextualizan su producción en América Latina.
Pinta BAphoto revela todo lo que la imagen puede ser como objeto artístico: un fragmento de paisaje del tamaño de una copia de contacto, o una iglesia renacentista intervenida a gran escala en clave catastrófica; una mega producción de soldados que recrean una batalla heroica de la Independencia, o un ensayo que registra la simbiosis cotidiana de gemelos idénticos, también las personas que viajan en la cubierta trasera de una camioneta en caminos fronterizos, la conexión sensible con caballos -que hasta sonríen- o el registro desde lo alto, en panorámicas, de un recorrido preciso por el centro porteño.
En diálogo con Télam, las y los galeristas cuentan que tienen muy buenas expectativas para esta edición 2022, incluso algunos ya vendieron a pocas horas de que abriera el encuentro, como señalan esos circulitos rojos que se colocan debajo de la obra para anunciar que ya está vendida. ¿Los precios? Variopintos: a partir de 100 dólares hasta cifras en miles que prefieren no gritar a los cuatro vientos para que el valor no se vuelva, a priori, un condicionante. Lo cierto es que las galerías reunidas -la mayoría de la Ciudad de Buenos Aires, pero también de Rosario, Salta, Venezuela y Uruguay- se preparan con mucho tiempo de anticipación para pensar lo que van a presentar y algunas seleccionan dos o tres autores de su catálogo, mientras que otras apuestan por acercar una sola firma.
Homenaje a Sara Facio
De la mano de la galería Rolf Art y con curaduría de Francisco Medail -el artista más joven de ese espacio- la sección homenaje de esta edición está dedicada a la emblemática fotógrafa Sara Facio, que este año cumplió 90 años. No se ven aquí los retratos de Cortázar o de Neruda ni tampoco los muchachos peronistas, la Sara que llegó a la mansión del barrio de Retiro es bastante más desconocida, íntima. Es una Sara reflejada en su dimensión afectiva y personal y en la relación que tuvo con María Elena Walsh. La muestra se llama «Imágenes para escuchar» como un juego de palabras en espejo con el disco «Canciones para mirar», ese álbum que guarda melodías del repertorio popular de las infancias como «El reino del revés».
Medail cuenta a Télam que la idea fue pensar «a Sara como figura, como gestora que creó la condiciones de posibilidad para que la fotografía sea entendida en clave de arte sin duda ni cuestionamiento. Y en cómo Sara, siendo mujer y lesbiana, construyó esa legitimidad del siglo XX». Como resultado de esa búsqueda, se exhiben en vitrinas móviles placas de contactos inéditos que son series de paisajes y autorretratos: Sara y María Elena en Punta del Este en 1989, en Humahuaca en 1980, en París en 1987 o en Canning en 1984. Algunas fueron enmarcadas.
En la planta baja de Casa Basavilbaso, una serie de frutas del fotógrafo Alejandro Kuropatwa – recordado por sus portadas en los discos más entrañables del rock nacional- capta la permanencia quieta de una naranja, un brócoli, una frutilla, una cebolla o una banana casi machucada, parecida a la escultura que el italiano Maurizio Cattelan vendió por 120 mil dólares hace tres años. Y galería Vasari, que ocupa un lugar clave al ingreso de la feria, presenta otros nombres consagrados de la imagen, como Facundo de Zuviría, Anne Marie Heinrich y Anatole Saderman.
Con fines solidarios, Vasari propone Proyecto Calle, una iniciativa que surgió en 2001 cuando un arquitecto le dio cámaras descartables a gente en situación de calle para que mirara la ciudad desde su perspectiva. La galería convocó a Zuviría, Marcos López y Eduardo Longoni a que seleccionaran siete fotos de esa producción y ahora se ofrecen cinco copias en carpetas con el sello de cada artista. Se venden a 500 dólares y la ganancia es a beneficio de Caritas.
Al lado, galería Del Infinito apuesta por Esteban Pastorino con una instalación de su serie Panorámicas, que empezó a trabajar hace 20 años con una cámara que él mismo inventó, en donde podía cargar fílmicos de la longitud que quisiera, a tal punto que lo hizo merecedor del Premio Guinness al negativo más largo del mundo. Una de las obras que trabajó así muestra un recorrido desde arriba que va de de Plaza de Mayo al Obelisco en una continuidad de negativos, mientras que en otra pieza más recientes incorpora la tecnología del dron para fotografiar el cielo.
Con más de dos metros, y entre las piezas mas monumentales que se encontrarán en Baphoto, están las obras del arquitecto Jacques Bedel que presenta la galerista Cecilia Caballero, junto a artistas de otras generaciones. Bedel intervino iglesias renacentistas con la fuerza del mar y de cielos apocalípticos, dando un efecto de movimiento y profundidad en un soporte tipo radiografía. El resultado es una obra muy particular en cuanto a las luces y el volumen que hace parecer que la imagen se retrotrae.
Como ya es un clásico de BAphoto desde hace casi una década, un imperdible es el espacio Wunderkammer, una suerte de gabinete que viaja al pasado. Imágenes del siglo XIX y principios del XX, daguerrotipos, ambrotipos y retratos resguardados en bandeletas de cobre son algunos de los incunables que reúne el stand. Cuenta Roberto Vega, director de la galería Hilario a cargo de la curaduría del espacio, que todo el año se preparan para presentar aquí un catálogo exclusivo de coleccionismo y que este año por primera vez sumaron a tres artistas vivos que trabajan al estilo de la gelatina de plata, como Julie Weisz, la fotógrafa de Teatro Abierto, de quien se pueden ver fotos que le tomó a Norma Leandro o a Susana Giménez.
Hay episodios de la historia que la fotografía no llegó a documentar con su lente y que sin embargo construyen la épica del relato nacional y las luchas que marcaron la soberanía. En ese universo se metió Gonzalo Lauda, que desde la fotografía recreó las guerras de la Independencia, como la Batalla de San Lorenzo o la muerte de Güemes. Con una producción de primer nivel y obras a gran escala, el artista monta escenas de soldados en combate, vestidos con los uniformes prestados por el ejército y otros objetos como armamento o cañones.
La galería rosarina Subsuelo – junto a Remota Galería, las únicas dos por fuera de Buenos Aires con stand propio- trae a Matías Sarlo, que del fotoperiodismo y el interés por «contar historias» decidió dedicar su tiempo y mirada a un ensayo de largo aliento en el que aborda «la llanura como geografía y cultura», dice Sarlo a Télam sobre estas imágenes que tienen la fuerza de lo rural en su relación con lo comunitario. «Utopía del retorno», como se llama su propuesta, reúne imágenes vinculadas a su inquietud por comprender por qué familias y personas deciden migrar de la ciudad a la llanura y «la estética que genera ese vínculo».
Desde la crítica o desde la revalorización estética de lo natural, un tópico que sobrevuela muchas de las obras en esta edición de BAphoto es la relación con el entorno, ya sea exponiendo los conflictos socioambientales, planteando un futuro posthumanista, deteniéndose en los gestos de un animal o recuperando a las plantas como objetos de cognición, vida y color. La naturaleza como estética y como política.
Por un lado, la galería Otto exhibe «La pregunta natural», de Martín Köhler, con imágenes intervenidas como la de una chica tomando sol en lo que alguna vez quizá fue una playa y ahora es un escalofriante escenario industrial de emisiones contaminantes. Por el otro, el espacio VideoProject, que se dedica a la imagen en movimiento, propone un cruce entre lo virtual y lo natural con obras de dos jóvenes artistas que revalorizan el movimiento de lo natural como un postulado hacia un futuro de no jerarquías entre los seres vivos.
La llamada a la naturaleza se hilvana por casi todos los espacios: desde las plantas, el detalle, su color, hasta entornos rurales desiertos de personas o animales, componen un corpus a tono con los temas de actualidad desde una perspectiva latinoamericana a gran escala, pero también en detalles, como los cactus monumentales que presenta Peuser Art Project, o el collage que Angela Copello hizo con 750 estenopeicas de las plantas de su jardín, dando espacio a una escala cromática de verdes, o los paisajes sobre paisajes de Andrea Alkalay, reunidos en OdA.
En su afán por incorporar galerías emergentes de todo el país, el espacio «Fuera de foco» curado por Bárbara Golubicki presenta «Paisaje adentro», que «abandona cualquier deseo de documentar una realidad exterior para abocarse a la tarea de construir una sensibilidad habitable, un paisaje adentro».
Pinta Baphoto se desarrollará hasta el domingo de 14 a 20 y las entradas se pueden adquirir a través de Ticketek.
FUENTE:TELAM/POR MILENA HEINRICH