Guerrieri: «Pienso la novela como un espacio de collage de materiales heterogéneos»
24 abril, 2021
El escritor dialogó con Télam sobre el proceso de formar su nueva novela «Con esta luna» y detalló: «Mi formación como antropólogo creo que está presente en la mirada con la que recorto los elementos de la experiencia para llevarlos a la ficción».
El Moreira del escritor y antropólogo Marcelo Guerrieri, protagonista de la novela «Con esta luna», es un estudiante de antropología que heredó un vivero y pasa sus noches rodeado de los Vizcacha, un grupo de taxistas con el que junto a otros personajes urbanos como los trapitos y los pibes del kiosco comparte su soledad mientras se siente parte de la detectivesca búsqueda de un chofer desaparecido y espectador de la aparición de seres fantásticos que trasladan su mente de universitario a otro orden de la realidad.
«Con esta luna» publicada por Tusquets, es una novela llena de homenajes a la música y al cine. Guerrieri declara que le interesa la circulación de formatos: piensa la novela como un espacio de collage de materiales heterogéneos, puestos al servicio de la narración literaria, con la mirada puesta en potenciar sensaciones, sentidos y emociones para propulsar la historia.
El espacio donde sucede buena parte de la novela, el bar de los taxistas -quienes son personajes fanáticos del cine-, tiene algo de laboratorio, asegura el escritor nacido en Lomas de Zamora en 1973. Mientras un «tachero» le cuenta una historia a otro, de pronto suena una canción, o se impone una película que pasan en la televisión y desvía la atención, o son los mismos personajes -que se saben los diálogos de las películas de memoria- quienes los recrean y a la vez en ese recrear del filme se activan en ellos sentidos nuevos que se trasladan a la trama.
Guerrieri coordina talleres literarios en centros culturales de la ciudad de Buenos Aires y es docente de la licenciatura en Artes de la Escritura de la Universidad Nacional de las Artes. Entre sus libros publicados figuran «Farmacia» (2016), novela finalista del Premio Nueva Novela Página/12 y el libro de cuentos «Árboles de tronco rojo» (2012).
«El margen en el centro es la mirada con la que busqué trabajar la novela. Estos personajes marginales, de la noche, son puestos en el centro de la escena»
– Télam: ¿En «Con esta luna» se vuelve a resignificar la figura de Moreira en un entorno urbano?
– Marcelo Guerrieri: Esto tiene que ver con la circulación de formatos. Moreira es primero un gaucho de carne y hueso, asesinado por la policía, y de ahí, del personaje real, sus andanzas inspiraron historias que los habitantes de la campaña se contaban unos a otros. Esas narraciones orales después las toma Gutiérrez y las recrea en la novela impresa, que salió por entregas en «La patria argentina». Así pasó de la persona a la narración oral y a la novela por entregas.
Y las transformaciones siguen: Juan Podestá lo representa en formato de circo criollo en la compañía de los Hermanos Podestá para un público rural en su mayoría analfabeto; después vienen las versiones teatrales para público citadino, las varias versiones en cine, entre las que está la de Favio, claro.
En mi novela el personaje está en un entorno urbano, como vos decís, y en una época completamente otra, pero en la que está latente la tensión campo-ciudad, las facciones políticas antagónicas, ahí resuena el Moreira original, acá esto se da en el marco del conflicto por la 125, hay también otras resonancias con el personaje del Moreira de Gutiérrez, a veces por oposición más que por semejanza.
T.: A partir de la medida conocida como «la 125» con la que comienza la novela ¿se puede pensar en una apropiación urbana de lo rural?
M. G.: Esa escena de la votación de la 125, con la que arranca la novela, de alguna forma me marcó la cancha al nivel de lo temático: la idea de lo binario, de la polarización, a partir de la tensión campo- ciudad. La resolución del conflicto por la 125 es un momento que condensa estas tensiones de forma dramática e instala esa tensión campo-ciudad que después se despliega en distintos planos en la novela. Fijate que en Buenos Aires tenés los arroyos que están entubados, ahí tenés como lo rural es fagocitado por la ciudad, pero ahí sigue y emerge cuando la ciudad se inunda. Esta tensión también está al nivel de los personajes, que eligen vivir la ciudad con códigos más suburbanos, y se apropian de ese bar de una estación de servicio y lo convierten un espacio lleno de vida. El margen en el centro es la mirada con la que busqué trabajar la novela. Estos personajes marginales, de la noche, son puestos en el centro de la escena.
-T.: ¿Cuál es el concepto de homenaje de «Con esta luna»?
-M. G.: Me gusta pensar a las canciones y las películas como textos culturales que están ahí latentes, circulando entre los lectores, para abrir puentes y atraer sentidos hacia la historia que estoy narrando. Este procedimiento de entrecruzamientos de formatos de discursos de la cultura popular es algo que atraviesa toda la novela.
Quizá la idea de homenaje está más puesta en Leonardo Favio, tanto con el epígrafe, como con el juego en el título de la novela y el personaje de Moreira. Favio es un artista que me fascina en tanto figura de autor, que desde lo popular construyó una poética muy personal y compleja.
-T.: ¿Aparece también, de alguna forma, un homenaje a «Nazareno cruz», la película de Leonardo Favio?
-M. G.: La idea del mito del lobizón vino desde el mito rural, del séptimo hijo varón, de las distintas versiones y también de la ley que da padrinazgo presidencial al séptimo hijo, tanto varón como mujer. Esto del padrinazgo presidencial es algo que traen los inmigrantes a la Argentina y que se transforma en costumbre hasta que en el 74 se hace ley. Me interesaba esa línea. Es una línea que viene por un lado distinto. Ahí más bien estoy pensando una reescritura del mito original, una versión si se quiere citadina y política, una deriva distinta a la de Nazareno Cruz.
«Favio es un artista que me fascina en tanto figura de autor, que desde lo popular construyó una poética muy personal y compleja»
-T.: ¿Esta idea del hombre como lobo del hombre puede pensarse en tu novela como un símbolo de la sociedad?
-M. G.: La figura del hombre lobo la busqué trabajar desde el lugar de la tensión extrema entre energías antagónicas. El hombre lobo encarna en sí mismo la polarización de ser bestia y humano al mismo tiempo, esa tensión extrema lo transforma en monstruo. Es una entidad que condensa el motivo de la novela. Y a la vez, en el mito del lobizón, aparece lo cíclico.
El hombre se convierte en lobo con cada luna llena, ahí sí quizá aparece algo de lo metafórico, más ligado a estas tensiones políticas que se dan en nuestra historia nacional, que reciben distintos nombres a lo largo de la historia, y reflejan la tensión entre dos modelos de país antagónicos en disputa.
– T.: ¿Un bar de taxistas es un lugar interesante para un estudio de la sociedad?
– M. G.: Yo lo veo como un espacio interesante para narrar historias. Un espacio que se presta para las narraciones orales, ahí están los taxistas contándose historias unos a otros, mientras toman un café y descansan antes de volver a laburar. Y de una anécdota de pasajeros se puede pasar a un mito urbano contado como anécdota o a una película que se despliega ahí en la tele y se recrea.
Me quedé ahí, buscando ir al detalle de esa pequeña tribu más que el uso de ese espacio como metáfora de algo mayor que se pudiera traspolar a lo social: ¿qué códigos no escritos rigen el comportamiento de estos taxistas?, ¿qué mitos construyen?, ¿qué los obsesiona?, ¿cómo se hacen compañía en sus soledades?, ¿qué penas traen y callan?
-T.: ¿Hay algo de la mirada del antropólogo en la construcción de los personajes?
-M. G.: No lo había pensado así pero ahora que lo decís creo que el narrador tiene algo de observador participante del mundo de los personajes. Es un narrador que se va metiendo en el mundo de cada uno y busca registrar los hechos desde los valores del personaje al que se pega. Mi formación como antropólogo creo que está presente en la mirada con la que recorto los elementos de la experiencia para llevarlos a la ficción y es en algún punto inconsciente y en otro una herramienta de trabajo. Si vamos a lo más consciente, relacionado con la novela, hace unos años hice un trabajo de investigación para la facultad, sobre los taxistas de la noche, sobre una parada de descanso. Ese material fue después material para recortar y reinventar en la ficción.
Lo más inconsciente, capaz, está en la mirada de la desnaturalización de lo cotidiano, del asombro si se quiere ante lo que se da por sentado, de poner el margen en el centro, de cambiar el foco, ahí tenés algo que la antropología ejercita y es muy útil para la ficción, o la búsqueda de desentrañar los códigos no escritos en las interacciones de los grupos sociales, ahí también hay algo que sirve para la construcción de personajes y ambientes en la ficción.