Nuestras Mujeres de Malvinas,“Nuestras mujeres de Malvinas”: once vidas marcadas por la guerra y un libro imprescindible
18 abril, 2024
Las periodistas Beatriz Reynoso y Silvia Cordano reúnen sus entrevistas a quienes estuvieron estrechamente vinculadas el conflicto bélico que está en el corazón de los argentinos. Se presenta este jueves
“La guerra es un monstruo grande. Y pisa fuerte”. Sí, muchas veces escuchamos el estribillo de esa canción de León Gieco. Pero esta letra cala con más contundencia en la emoción cuando la pronuncia, haciendo sentir el peso de cada palabra, Beatriz Reynoso, hermana de un veterano de la guerra de Malvinas.
El 2 de abril de 1982, los militares argentinos desembarcaron en las islas ¿sin prever? que el hecho sería una afrenta significativa para los británicos. Estalló entonces el conflicto en el Atlántico Sur, y el Ejército Argentino convocó a los conscriptos que hacían el servicio militar obligatorio. Jovencitos con escasa o nula preparación y con proyectos de vida que nada tenían que ver con las armas, que fueron enviados sin preaviso –y en muchos casos sin los pertrechos necesarios– al campo de batalla en una zona de temperatura extremadamente fría.
Entre las personas movilizadas que tenían algún rango militar había también mujeres; eran enfermeras o instrumentadoras quirúrgicas que se desempeñaban en hospitales militares. Menos visible –pero no menos vital para esos soldados– fue el rol que tuvieron otras mujeres, durante la guerra pero también una vez finalizado el conflicto. Son las madres que esperaron a sus hijos, las hermanas que esperaron a sus hermanos, las novias que esperaron a sus hombres, las hijas que esperaron a sus padres.
En todas ellas y en todos los soldados, los que regresaron y los que no, anida todavía, cuarenta y dos años después de aquella guerra, una herida colectiva que la sociedad argentina aún debe cicatrizar.
“¿Es demasiado sencillo decir que los hombres hacen la guerra y que las mujeres recogen los pedazos después y hacen la paz? –abre el prólogo del libro Geoffrey Cardozo, el excoronel del ejército británico que ayudó a identificar los restos de los soldados argentinos en el Cementerio Darwin–. Los instintos maternales, solidarios, compasivos y, por tanto, pacíficos de las mujeres no son los que, como pensamos a menudo, las convertirán en líderes mundiales. Para ellas hay pocas esperanzas de medallas, menciones y desfiles brillantes”.
Silvia Cordano y Beatriz Reynoso recogen el guante y en función de ese adeudado reconocimiento presentan, reunidas en Nuestras Mujeres de Malvinas, las once entrevistas que realizaron con mujeres cuyas vidas fueron marcadas por la guerra. En esas voces se mezclan el orgullo, la tristeza, la emoción, el análisis, la crítica, el recuerdo y la lucha cotidiana que implica sobrellevar esas secuelas y esas marcas. El libro se presenta este jueves a las 15.30 en el Museo Malvinas, Santiago Calzadilla 1300, CABA.
“Malvinas es algo que une a los argentinos. Es uno de los pocos temas sobre los cuales no hay grieta, y cada año que pasa esto se hace más fuerte –dice Reynoso–. No sólo en el reclamo de la soberanía, que tiene que ser por la vía diplomática, sino, más que nada, en lo que respecta a la sanación de todas las personas que estuvieron involucradas de un modo u otro con la guerra”.
“No olvidemos a los que dieron su vida por nuestra patria –pide Beatriz–. Tenemos una gran oportunidad que es reconocer, agradecer y abrazar a los veteranos que volvieron. A veces digo que si sabés que en tu barrio o en tu edificio vive un veterano, agradecerle, tener un gesto amoroso. Eso lo agradecen mucho, les hace bien”.
Beatriz Reynoso se recibió de contadora pública. Trabaja como productora de medios audiovisuales, papel que desempeñó durante mucho tiempo en Telefé, y se define también como periodista. “Ella es la principal promotora del tema Malvinas en los medios, y lo hace de corazón, con mucho compromiso y no solamente en la fecha de los 2 de abril, sino siempre”, acota Silvia Cordano, coautora de Nuestras Mujeres de Malvinas, un libro electrónico publicado por Leamos, la editorial digital de Infobae.
Cordano es periodista, fue directora de medios y trabaja para promover la equidad de género en distintos sectores. Trabaja en el ámbito público y también en lo privado como consultora de comunicación.
“El tema Malvinas es una asignatura pendiente en la sociedad argentina –dice Silvia–. Después de la guerra es como que lo escondieron todo bajo la alfombra. No fueron reconocidos los que fueron a las Islas; las mujeres, obviamente invisibilizadas. El Estado no se ocupó, no solo de la contención de la salud mental, sino en general de los derechos. Entonces creo que estamos en una oportunidad histórica para sanar esas heridas y poder mirar el futuro con dignidad, hablando de estos temas. Es fundamental; cuando vos hablás, sanás”.
“Y quiero ir un poco más allá a lo que dijo Silvia –agrega Beatriz Reynoso–. Nosotros sabemos que esta guerra fue en el contexto de una dictadura. Por un lado, no asociar Malvinas y no ensuciar la historia de todos los que participaron con la dictadura. No mezclar, diferenciar bien. Pero por el otro lado, los gobiernos, cuando llegó la democracia, no se hicieron cargo. En ese período de desmalvinización murieron más veteranos que en el campo de batalla. Entonces, yo espero que alguna vez los representantes de los partidos que tuvieron sus gobiernos después de los militares puedan asumir también esa falta de contención, sobre todo de los soldados”.
—¿Por qué?
—Porque los militares, que eran profesionales, ellos siguieron cobrando, siguieron teniendo su cobertura médica y muchos de ellos fueron ascendidos con justicia. No fue el caso de los soldados –explica Beatriz–. Aún hoy, siguen reclamando varios años de pensión que les adeudan.
En cuanto a la cuestión de la atención médica de los veteranos, Reynoso expresa un pedido puntual: “Nosotros no sabemos, no tenemos idea de lo que ellos han vivido. A veces pasan dos o tres noches que no pueden dormir, y tienen que ir a sacar un turno que se lo dan quizás dentro de un mes. Todavía hoy no hay un lugar de cobertura médica adonde ellos puedan asistir y se les brinde contención. Hoy por hoy el único lugar es Campo de Mayo, pero es un lugar resistido por muchos soldados porque fueron llevados a la fuerza. Vuelvo a repetir la diferencia entre quien es militar, un profesional militar, para quienes la defensa en una guerra estaba contemplada dentro de las posibilidades de su trabajo. Entonces, para mí es urgente que haya un acuerdo entre el Gobierno y la oposición, después de 42 años, para establecer un lugar solamente para los veteranos, que el día que se sientan mal vayan y encuentren profesionales que puedan atenderlos. Es lo mínimo que podemos hacer para agradecerles”.
—¿Cómo es que ustedes se acercan particularmente al tema de las mujeres de Malvinas?
Silvia Cordano: —Beatriz es hermana de un veterano. Y yo siempre trabajé para promover la equidad en casi todos los ámbitos donde pude y puedo estar. Y porque creemos que es fundamental visibilizar las historias de las luchas, los sentires de esas mujeres. El rol que tuvieron en la guerra no solo desde el lado de la contención, como jefas de hogar y demás, sino también como protagonistas profesionales. Sufriendo desigualdad de género. Violencia de género, destratos. Falta de oportunidades, de acceso a la información. Entonces consideramos que [Nuestras Mujeres de Malvinas] era un libro necesario. Hay otros libros donde se hace foco en las profesionales puntualmente, pero queríamos abarcar todo el arco de las mujeres como protagonistas.
Beatriz Reynoso: —Sí, tal cual. Es decir, hasta ahora se asocia en libros o documentales de mujeres de Malvinas solamente a las enfermeras o a las instrumentadoras que fueron las que participaron y estuvieron en el teatro de operaciones. Nosotras también quisimos incluir a las familiares. A ellos les tocó tener un hijo, un hermano o un padre que volvió, con todo lo que eso implicaba. Entre las entrevistadas hay una novia que después se convirtió en esposa y tuvo que luchar porque él no quería admitir que tenía que hacer un tratamiento por los traumas de posguerra. Y también, si bien no es una historia relacionada directamente con Malvinas, con un veterano, con un caído, quisimos incluir el tema de las cartas a los soldados. En las escuelas, las maestras les decían a los niños que tenían que escribirles cartas. Y les llegaban a los soldados estas cartas con dibujos de los nenes, que no tenemos idea de cuán importantes fueron para ellos. Inclusive nos comentaba Geoffrey Cardozo, y lo escribió en el prólogo, que encontró cartas en los bolsillos. Y él se pregunta en este prólogo cuántas veces las habrán leído. Y después pasa otra cosa con las cartas: cuando llegaba la carta de uno era como que esa carta era para todos. Llegaba la carta de una novia y en ese momento se convertía en la novia de todos, porque estas palabras que recibían fueron muy importantes como sostén.
—¿Cómo eligieron a las entrevistadas que cuentan su experiencia en el libro, cómo accedieron a esas historias?
BR: —La primera historia llegó en 2017. En ese momento yo pensaba en un documental y no en el libro. El libro nació después como idea, justamente a partir de la historia de las cartas. Conocí a quien era entonces una adolescente y al soldado que recibió las cartas. Eso fue en 2017. Las siguientes fueron surgiendo cuando nosotras empezamos a hablar. Y también, nobleza obliga, tengo que decir que quien acercó varios nombres fue Geoffrey Cardozo. Estas mujeres relacionadas con los caídos, con la identificación de los soldados que quedaron en Malvinas. Y estas fueron las hermanas, una de las madres y también la antropóloga, VIrginia Urquizu. Él nos acercó estos nombres; en el caso de la antropóloga, no solamente por su calidad profesional, sino también por ese agregado de la humanidad al trabajo, de no tomárselo como un caso más, sino ir más allá. Y eso también era lo que un poco nosotras buscábamos.
Quisimos tener dos madres, porque una es la que se murió su hijo y estuvo muchos años sin saber dónde estaba. Muchos padres murieron sin saber dónde estaban sus hijos, y legaron la búsqueda a las hermanas de esos soldados caídos. Por el otro lado está el caso de mi madre. Mi hermano regresó, y mi madre le dice también “Feliz cumpleaños” los 11 de junio, que es el día que volvió a Campo de Mayo, además del 14 de mayo, que es cuando él nació. Y realmente son dos nacimientos.
—¿Cómo fue la respuesta de estas mujeres a la convocatoria para la entrevista? ¿Se prestaron con buena disposición o manifestaron rechazo a hablar?
SC: —Para ellas es un capítulo muy doloroso. A algunas les costó hablar, pero la recepción fue muy buena porque abrieron su corazón, abrieron las puertas de sus casas. Conocíamos ya a algunas que son como promotoras de la causa Malvinas. Se involucran, contienen a familiares, comparten, tienen su grupo de pertenencia. A otras les costó, pero entendieron que era necesario. Necesario para ellas mismas y también para la sociedad.
BR: —Algo que también ayudó mucho para que pudiéramos entrar fue que yo fuera hermana de un veterano, porque entonces existe esto de la unión. También es tener que escuchar de la madre del soldado caído: “Ah, pero tu hermano volvió y mi hijo no…”.
SC: —Pero con las hermanas se formó como una comunión, como una familia malvinera. Es un lazo muy fuerte de solidaridad, de empatía.
—En los relatos que escucharon, ¿hay algo que les haya resultado inesperado, algo que les haya impactado particularmente?
BR: —El caso de una de las hermanas. Su madre, antes de morir, le pidió que siguiera buscando a su hermano. El proceso de identificación de los caídos se terminó en 2017. En 2018 viajaron a Malvinas y ya habían sido cambiadas las lápidas, que por años decían “Soldado argentino solo conocido por Dios”, por el nombre de cada uno. Ella es una persona muy amorosa, pero lo que me impactó es que aún hoy, que estamos en 2024, todavía no tuvo el coraje de abrir el informe donde están todos los datos de su hermano minuciosamente. Es muy fuerte. Es muy fuerte que ella no haya podido todavía abrir esas hojas que cuentan el final de su hermano.
SC: —La verdad es que todas me tocaron el corazón. En mi caso, el valor de las veteranas, de todo lo que padecieron. No fueron esperadas en la zona de conflicto porque no había personal femenino y menos con grado militar. Sufrieron destrato, discriminación. No tenían la vestimenta adecuada para soportar esas temperaturas tan bajas. Les habían dado borceguíes talle 40, 42, y ellas calzaban 36 o 37. Fueron con ropa livianita, con el estómago semivacío. Llegaron al aeropuerto de Comodoro Rivadavia y nadie las esperaba, porque no esperaban mujeres. Cuando llegaron al rompehielos, las recibieron como las mufas, como que iban a perder la guerra por culpa de ellas, porque eran mujeres. Después del cese del fuego la persona que las destrató cuando ellas pisaron el rompehielos rompió en llanto arrodillado y terminó abrazado con ellas, porque a esa altura de la guerra ya eran como las hermanas, las madres de ese grupo.
Y después, el caso de Liliana Colino. Su hija, en el contexto de Malvinas, contó en la escuela que su mamá había estado en las Islas y la maestra la trató de mentirosa, diciendo que eso era imposible, que no había mujeres en Malvinas. Eso fue uno de los determinantes para Liliana para poder salir a contar su historia y su verdad. Muchas de las veteranas no fueron reconocidas hasta el día de hoy. Ojalá que después de esto puedan ser reconocidas como corresponde, y desde ya nuestro agradecimiento en nombre de todas las mujeres, porque ellas fueron allanando un camino. De alguna manera iniciaron un camino hacia la equidad de género, pero me imagino que 42 años atrás habrá sido sumamente difícil. En un contexto muy muy machista. Entonces este libro lo que tiene es que no tenemos miradas complacientes. Hablamos, exponemos las desigualdades de género sin miradas complacientes. Porque lo que queremos es cuestionar estas estructuras de poder machistas y que ellas sean reconocidas como corresponde, porque el trabajo que hicieron fue fundamental. Sin elementos, en condiciones pésimas, y sin embargo pudieron estar.
—Siendo un libro que habla de las mujeres argentinas de Malvinas, ¿por qué eligieron para prologarlo a un varón, y por qué a un inglés?
SC: —En el caso de Geoffrey, por más que sea un varón, él ayudó mucho a las mujeres en la contención durante el proceso de identificación, que es un proceso dolorosísimo. Además, él nos acercó muchas de estas historias. Entonces, estaba bueno que ellos hablen de ellas. Y por qué un inglés. Porque creemos que la guerra es el monstruo. De los dos lados hay seres humanos. Y este libro viene, como dijimos al principio, a sanar y también a unir. Y que lleva un mensaje de paz. El tema excede las nacionalidades, es una cuestión de calidad humana. Cardozo pregona un mensaje de reconciliación, de paz y de fraternidad, de humanidad en medio de la guerra.
BR: —Lo que queremos dar también es un mensaje de paz y valorizar y visibilizar el papel de la mujer en cualquier guerra, no solo en Malvinas. En las pasadas, en las presentes y lamentablemente, en las que vendrán. Entonces también queremos dar un mensaje más amplio a través de estos testimonios, porque podríamos cambiar los nombres y estos testimonios serían los mismos.
SC: —Que las mujeres no son solo testigos silenciosas en una guerra, son agentes de cambio y agentes de paz también en la sociedad. Es importante visibilizar. Creemos que este libro es un aporte a la sanación colectiva.
* Nuestras mujeres de Malvinas se presenta este jueves a las 15.30 en el Museo Malvinas, Santiago Calzadilla 1300, CABA.
FUENTE:INFOBAE