La exposición, postergada desde marzo de 2020 a raíz de la pandemia, invita a un recorrido por las preocupaciones del artista y defensor de los derechos humanos entrelazando arte, historia y militancia.

Alrededor de 30 piezas -entre dibujos, pinturas, grabados y esculturas que van de 1950 al presente- realizadas por el artista, defensor de los derechos humanos y Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, de 90 años, forman parte de la muestra «Senderos de arte de ayer y de hoy» que se inaugurará el sábado próximo en el Museo Lucy Mattos de la localidad bonaerense de Béccar.

Curada por Laura Casanovas, la exposición postergada desde marzo de 2020 a raíz de la pandemia, invita a un recorrido por las preocupaciones de Pérez Esquivel (Buenos Aires, 1931) entrelazando arte, historia y militancia: «Quiero contar la historia de América Latina, primero soy artista y después militante, aunque las dos cosas se funden, todo mi arte tiene que ver con la vida, con lo que realizo y creo que es importante», dice el artista.

Las obras «vislumbran identidades y culturas, la vida urbana, las luchas sociales, la fe religiosa de los desamparados, la guerra, el límite por momentos demasiado lábil entre vida y muerte, dictaduras y desapariciones, manifestaciones artísticas de los pueblos, la mujer y los afectos familiares», describe Casanovas.

Dibujos en tinta y grafito, xilografías, pinturas en acrílico y esculturas en bronce, madera, mármol y cemento «descubren estilos cercanas al realismo tanto como a las vanguardias, sobre todo de raíces latinoamericanas, pero con soluciones formales propias», explica la curadora.

Una vida de compromiso

Pérez Esquivel nació en Buenos Aires el 26 de noviembre de 1931, aprendió a tallar madera en el Patronato Español de Colegiales donde estuvo de pupilo. Su abuela Eugenia, hablante de guaraní, le transmitió la historia y tradición de los pueblos originarios. Se formó en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano donde fue profesor. También fue profesor en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de La Plata y en el Instituto del profesorado de Azul.

Como militante sufrió detenciones, tortura y fue dejado cesante de sus cargos docentes en la última dictadura después de agosto de 1977. En 1980 recibió el Premio Nobel de la Paz «en reconocimiento a su defensa de la democracia y los derechos humanos por medios no-violentos frente a las dictaduras militares en América Latina».

Su intensa actividad artística se concentró en la pintura, los murales y los monumentos, entre los que se destacan el «Vía Crucis Latinoamericano» y «Paño Cuaresmal» realizados en 1992 en conmemoración a los 500 años de la conquista de América.

Fue presidente del Consejo Honorario del Servicio Paz y Justicia de América Latina (Serpaj); es miembro del Tribunal permanente de los pueblos; del Comité de Honor de la Coordinación Internacional para el Decenio de la no violencia y de la paz; y de los jurados del Premio de Derechos Humanos de Núremberg y del Premio de Fomento para la Paz Felix Houphouet Boigny de la Unesco; y tiene un seminario sobre la Paz en la facultad de Ciencias Sociales de la UBA.

Su «Monumento a los Refugiados» se exhibe en la sede de Acnur en Suiza; el mural «Pueblos Latinoamericanos» está en la Catedral de Riobamba de Ecuador; su escultura de bronce en homenaje a Gandhi está emplazada en la Plaza Gandhi de Barcelona, España. También tiene obra en importantes colecciones como las de los museos Castagnino y de Arte Contemporáneo de Rosario.