Ciencia Argentina Lograron un importante avance para combatir la enfermedad de Alzheimer
16 diciembre, 2022
Científicas argentinas, en colaboración con investigadores de otros países, desarrollaron un vector que transporta anticuerpos artificiales que logran revertir los déficit de memoria en ratones. El hallazgo abre la puerta a nuevos tratamientos más económicos para la patología.
Científicas argentinas, en colaboración con investigadores de otros países, desarrollaron un vector que transporta anticuerpos artificiales que en un estudio en animales con enfermedad tipo Alzheimer logró revertir los déficit de la memoria, lo que abre la puerta a nuevos tratamientos más económicos que los que se prueban en la actualidad para esta patología.
El trabajo fue publicado en la prestigiosa revista internacional Molecular Therapy.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de 55 millones de personas tienen demencia y la enfermedad de Alzheimer es la forma más común (representa entre un 60 a 70% de los casos).
Dado que la proporción de personas mayores en la población aumenta en casi todos los países, se espera que este número crezca a 78 millones en 2030 y 139 millones en 2050.
«Lo que desarrollamos fue un vector (un vehículo) en el que transportar un gen que codifica para un anticuerpo particular; se trata de un anticuerpo artificial que se llama scFv, diferente de los que producimos en nuestro organismo, y que tiene una selectividad muy grande por proteínas tóxicas que aparecen en forma abundante en la enfermedad de Alzheimer (EA)», explicó a Télam la investigadora Diana Jerusalinsky, codirectora del estudio junto con Sergio Ferreira, de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ).
Y continuó: «Esto quiere decir que esas proteínas (cuya sigla es AβO) que son altamente tóxicas para las neuronas y para las sinapsis, son reconocidas por este anticuerpo artificial desarrollado, que se une entonces a esos AβO y los neutraliza».
«Lo interesante de este vector que utilizamos es que tiene una durabilidad muy prolongada, es decir que puede seguir por un año expresando el anticuerpo para el cual lleva la información genética; eso lo diferencia mucho de los tratamientos que aplican directamente el anticuerpo que tiene que administrarse cada 3 o 4 semanas y conllevan un costo muy elevado»Diana Jerusalinsky
«Eso significa que el vector que usamos como vehículo para que llegue a las neuronas hace posible que se produzca el anticuerpo scFv en las mismas neuronas; en gran parte, el anticuerpo queda adentro de estas células, mientras que otra parte se libera hacia el espacio entre las células y se une a las proteínas AβO impidiendo su acción tóxica en las sinapsis», describió.
Jerusalinsky -quien es directora del Laboratorio de Neuroplasticidad y Neurotoxinas (LaNyN) del Instituto de Biología Celular y Neurociencia Profesor Eduardo De Robertis (IBCN, Conicet- UBA) situado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA)- detalló que «otra ventaja que tiene este anticuerpo respecto de las naturales es que no posee el fragmento (Fc), que puede ser proinflamatorio, y es justamente una de las causas de las reacciones adversas cuando se usan los anticuerpos naturales completos, del tipo de las inmunoglobulinas G».
«Por otra parte, lo interesante de este vector que utilizamos es que tiene una durabilidad muy prolongada, es decir que puede seguir por un año expresando el anticuerpo para el cual lleva la información genética; eso lo diferencia mucho de los tratamientos que aplican directamente el anticuerpo que tiene que administrarse cada 3 o 4 semanas y conllevan un costo muy elevado», añadió.
Para corroborar la eficacia de este vector con el anticuerpo, las y los investigadores realizaron ya ensayos en vivo en modelo de ratones con enfermedad de Alzheimer.
«Utilizamos dos modelos: animales adultos jóvenes y añosos, todos con patología de tipo Alzheimer y, en ambos casos, se revirtieron déficit cognitivos (alteraciones de la memoria); es decir que el vector funcionó no sólo en los casos con poco daño, sino también en animales con bastante daño por ser añosos; esto nos da muchas esperanzas», indicó Jerusalinsky.
El anticuerpo original fue producido por Adriano Sebollela, de la Universidad De Sao Paulo (Brasil) junto a William Klein de la Universidad de Northwestern en Evanston (Estados Unidos).
El vector fue desarrollado en el marco de un proyecto codirigido por Ferreira y Jerusalinsky, en colaboración con Alberto Epstein y Anna Salvetti, especialistas en virología del Consejo de Investigación Científica (CNRS) y del Instituto Nacional de Salud e Investigaciones Médicas (Inserm) de Francia.
Previo a estos estudios con modelos animales, el grupo de trabajo ya había podido comprobar los efectos del vector en cultivos de neuronas aisladas y también en cortes de cerebro humano que se obtienen de neurocirugías (por lo general de pacientes con epilepsia refractaria al tratamiento).
«En estas pruebas con cortes de cerebro logramos corroborar que el vector llega a ingresar a las neuronas y producir y liberar el anticuerpo scFv; y también logramos ver que la cantidad de anticuerpos que se producen son proporcionales a la cantidad de vectores que se administran», contó.
Actualmente, los investigadores realizan estudios sobre modelos transgénicos de ratas gracias a la colaboración con el doctor Claudio Cuello de la Universidad McGill de Montreal, quien les suministró los modelos animales.
«Todavía falta un largo camino para poder llegar a realizar estudios clínicos porque, además de la investigación, se requieren fondos. En este sentido, el apoyo económico que necesitamos para continuar es clave en este momento de la investigación», apuntó.
Como ventaja frente a lo que se está probando en ensayos clínicos e incluso fue aprobado por la FDA como tratamiento para Alzheimer, la investigadora reiteró que «se trata de esquemas que son muy costosos porque tienen que aplicarse regularmente, en cambio nuestro enfoque es completamente diferente, ya que con una aplicación ‘única’ o cada muchísimo tiempo sería suficiente».
El trabajo fue codirigido por Carlos Chagas Filho, también de la UFRJ, y la primera autora fue María Clara Selles, del IBqM; con un rol muy destacado de Magali Cercato, del LaNyN, IBCN (UBA/Conicet), y Juliana Fortuna, del Instituto de Ciencias Biomédicas (UFRJ).
TELAM SE 2022.