Testimonios de la hazañaLas sensaciones de los argentinos que escalaron el Everest, a 70 años de la primera cumbre

Testimonios de la hazaña

Las sensaciones de los argentinos que escalaron el Everest, a 70 años de la primera cumbre

29 mayo, 2023 Desactivado Por Germán Costanzo Castiglione

«Fue gratificante, el poder escalar el Everest y hacer cumbre, porque es una experiencia única e increíble que no lo cambiaría por nada en el mundo», contó Javier Remon, montañista de Bariloche, quien lo logró en mayo de 2021.

Emoción, alegría, honor, incertidumbre y orgullo son algunas de las sensaciones mencionadas por los montañistas argentinos que escalaron el Monte Everest, quienes contaron que llegar a su cima genera «una sensación de inmortalidad», en la víspera del primer ascenso al punto más alto de la Tierra, logrado hace 70 años por el neozelandés Edmund Hillary y el nepalí Tenzing Norgay Sherpa.

El viernes pasado las estatuas doradas de estos «dos simples y humildes caballeros», como los describió el hijo del nepalí, fueron descubiertas y bendecidas junto a la pista del aeropuerto Tenzing-Hillary en Lukla, la puerta de entrada para quienes quieran seguir sus pasos hasta la cumbre del Everest, que forma parte de la cordillera del Himalaya.

Uno de los argentinos que alcanzó la cumbre, a 8.849 metros de altura, fue Javier Remon, montañista de Bariloche, quien lo logró en mayo de 2021.

«Fue gratificante, el poder escalar el Everest y hacer cumbre, porque es una experiencia única e increíble que no lo cambiaría por nada en el mundo», dijo Remon a Télam.

Más de 9.000 montañistas intentaron repetir la hazaña lograda por primera vez el 29 de mayo de 1953, representa un reto de resistencia y sacrificio, coincidieron los montañistas entrevistados por Télam

Además de la preparación física y mental que requiere subir la montaña, una de las principales dificultades se relaciona con los recursos, debido a que una expedición cuesta en promedio más de 50.000 dólares.

Los testimonios argentinos

En el caso de Argentina, se estima que solo 30 montañistas lograron el objetivo de hacer cumbre en el Everest, y uno de ellos es Tomás Heindrich, que lo hizo desde el lado nepalí en 1995.

En 1999, Heber Orona se convirtió en el primer argentino en alcanzar la cima del monte Everest por la pared norte de la montaña, del lado Tíbet, en China, sin usar tubos de oxígeno por razones presupuestarias.

Según los montañistas, escalar del lado del Tibet es más complejo, por cuestiones climáticas y topográficas.

«Era una expedición de montañistas de todo el mundo. Al ser una expedición internacional mixta, no íbamos por la ruta tradicional. Cuando llegamos ahí, vimos que era una gran pared completa y de verdad me di cuenta de que era una gran montaña», recordó Orona a esta agencia.

Para escalar el Everest, los deportistas argentinos aprovecharon las montañas del país para prepararse y aclimatarse a las condiciones climáticas.

«Por haber estado desde chico entre montañas, el estar en el Everest fue como estar en una oficina, porque las montañas están dentro mío. El montañista busca en su interior el temor controlable, porque nos gusta la incertidumbre, no saber dónde estamos yendo, tomar decisiones sobre la marcha y adaptarse a la circunstancia», afirmó a Télam Pablo Zelaya Huerta, de Tucumán, que escaló el Everest en el 2016, en el marco de una campaña solidaria sobre médula ósea.

Las sensaciones previas al escalar la montaña eran diversas para los deportistas debido a sus «nervios por desconocer la geografía de la montaña», pasando por «el temor ante un eventual inconveniente en las alturas», y hasta «la emoción de cumplir un sueño de toda la vida».

«Por haber estado desde chico entre montañas, el estar en el Everest fue como estar en una oficina, porque las montañas están dentro mío».Pablo Zelaya Huerta

«Previo a escalar, mi familia tenía mucho miedo debido a los accidentes que ocurrieron en la montaña, pero yo estaba enfocada en cumplir mis sueños y hacerlos realidad», enfatizó Úrsula Díaz, montañista oriunda Catamarca, que actualmente vive en Nueva Zelanda, quien escaló la montaña en abril de 2013, y es una de las pocas mujeres del país en haber hecho cumbre en el Everest.

«Cuando estaba en el campamento base, había pensado en hacer un testamento y luego de haberlo charlado con otras personas, pero en verdad, visto con los ojos de hoy, fue una exageración», reconoció en tanto Remon.

En una de las etapas, los montañistas deben esperar en el campo base, ubicado a 5.300 metros de altura, la celebración de la Puja, un ritual realizado por los sherpas donde se la invoca a la diosa Sagarmatha, Madre de los Cielos, pidiéndole permiso para escalar la montaña y regresar a salvo.

«Es una celebración donde viene un Lama, que es un sacerdote budista, que bendice a todo el equipo técnico que vas a usar durante la expedición», explicó Díaz.

Una de las principales complicaciones en la montaña asiática está relacionada con las condiciones climáticas, debido a que los escaladores se encuentran expuestos a temperaturas que pueden oscilar desde los -19° hasta los -45°.

«Tuve un momento a más de siete mil metros de altura, que se me empezó a congelar la máscara y la verdad es que fue muy complicado poder respirar. En ese momento estuve muy tenso porque debía descongelarlo cuando la temperatura era de -35°», recordó Remon.

Sobre este aspecto, Orona expresó: «Los momentos más difíciles eran las tomas de decisiones, porque simplemente estaba con poca gente y al ir sin tubos de oxígeno era muy complicado. Además, estaba tan exhausto que en un momento me puse como objetivo hacer treinta pasos para avanzar».

Los alimentos también fueron un factor primordial para afrontar esta expedición, en la cual los montañistas, en ocasiones, deben racionalizar o intercambiar objetos por comida para poder continuar.

«En los últimos días, casi nos habíamos quedado sin comida, por suerte tenía un pote de dulce de leche y se lo cambié al sherpa por un poco de carne y verdura, que me permitió aguantar», recordó Zelaya Huerta.

Sobre la experiencia de llegar a la cima, los montañistas representaron una sensación de satisfacción y orgullo el haber logrado alcanzar los 8.848 metros.

«Lo importante de llegar a la cumbre es estar junto al equipo, porque uno puede haber llegado a lo más alto, pero si el éxito no se comparte, la gratificación no es completa».Heber Orona

«Cuando llegué a la cumbre me sentí orgullosa de estar donde estaba y sabía que era mi propio mérito después de haber trabajado para estar ahí. En la cima tenía ganas de llorar, pero el frío congelaba mis lágrimas y eso me lastimaba el rostro. Ese momento genera una sensación de inmortalidad y sobre todo mucho amor hacia la montaña», reconoció Díaz, quien, en la cumbre, recordó a su madre, fallecida, mientras brindaba con bebida cola con sus compañeros.

Para Orona, el alcanzar la cima representó un «gran honor» y remarcó: «Lo importante de llegar a la cumbre es estar junto al equipo, porque uno puede haber llegado a lo más alto, pero si el éxito no se comparte, la gratificación no es completa».

Aunque las inclemencias del clima le impidieron a Zelaya Huerta llegar a la cumbre, el montañista se siente principalmente orgulloso de haber salvado a su compañera de expedición que había sufrido un golpe fuerte en la cabeza.

«Yo me quedo con el valor del intento de haber estado allí y de haber salvado la vida a un compañero como símbolo de esfuerzo y sentimiento», dijo orgulloso Zelaya.

Para Remon, llegar a la cima le generó «una alegría y una sonrisa interior y exterior espectacular. Hoy en día pensar en lo que hice me pone alegre y hasta eufórico».

Las situaciones que pusieron en riesgo las vidas de los argentinos que escalaron el Everest

La travesía al Monte Everest es un reto físico y mental para quienes quieren llegar a la cima, donde la idea del peligro de muerte está latente entre los escaladores, indicaron a Télam montañistas argentinos.

Desde 1923, momento en que se registraron las primeras ascensiones en la montaña, ubicada en la frontera de China y Nepal, al menos 291 personas murieron por causa de las avalanchas, congelamientos y caídas.

Javier Remon, quien realizó la expedición en 2021, recordó: «Cuando estaba cerca de la cumbre sur, el sherpa que venía delante mío desató un tubo de oxígeno, pero tuvo la mala suerte que lo hizo mal y vi que el tubo venía hacia mí. Por suerte, el tubo pega sobre una roca que estaba a cinco metros, desviándose y desapareciendo en el abismo nepalí. Tuve suerte».

Úrsula Díaz, quien realizó la travesía en 2013, afirmó que su relación con la muerte en la montaña se produjo al descender de la cumbre.

«Ese descenso fue muy complicado, porque en mi experiencia murió uno de mis compañeros. Lamentablemente, cuando bajamos hubo un episodio en que uno de los chicos derrapó y cayó. Desafortunadamente, era imposible salvarlo por el lugar en donde cayó y porque hacía demasiado frío», declaró Díaz.

En tanto, Heber Orona, que alcanzó la cima en 1999, indicó que las bajas temperaturas, las condiciones climáticas y la falta de tubos de oxígeno fueron sus complicaciones principales, que lo llevaron a estar cerca de la muerte.

«Nosotros podíamos hacer cumbre unos días antes de lo previsto, pero cuando nos acercamos a los 8.000 metros, se produjo una tormenta muy fuerte que, de haber continuado, habría causado nuestra muerte por congelamiento y cansancio», reconoció Orona.

Para Pablo Zelaya Huerta, quien realizó la expedición en 2016, su cercanía con la muerte se produjo a más de 7.000 metros de altura, con la lesión de una compañera, a quien debió asistir y rescatar.

«Mi compañera estaba sola en ese sector de la montaña, porque su pareja la había abandonado para hacer cumbre. Cuando se comunicó conmigo, decidí volver a subir a la montaña. Ese momento fue duro, porque tardamos unas 11 horas en llegar y estábamos muy exhaustos. Por suerte pude rescatar a mi compañera y ese fue mi mayor orgullo», reconoció Zelaya Huerta.

 

Inauguran estatuas de los primeros montañistas en escalar el Everest en su 70° aniversario

Las estatuas doradas de Sir. Edmund Hillary y del sherpa Tenzing Norgay fueron presentadas el viernes último en Nepal, con lo que comenzaron los actos conmemorativos por el 70° aniversario del primer ascenso del Everest.

«Hace 70 años hicieron historia estos dos simples y humildes caballeros que devolvieron todo lo que pudieron a la gente del Himalaya», declaró el hijo del escalador nepalí, Jamling Tenzing Norgay, durante la ceremonia.

Los monjes bendijeron las sonrientes estatuas, emplazadas junto a la pista del aeropuerto Tenzing-Hillary en Lukla, la puerta de entrada para los cientos de personas que quieren seguir sus pasos hasta la cumbre del Everest, consignó la agencia de noticias AFP.

«Debió ser un momento aterrador para ellos, nadie había estado arriba antes», comentó Peter Hillary, hijo de Edmund Hillary, refiriéndose al complicado paso que se sitúa ligeramente debajo de la cumbre y que fue nombrado en honor a su padre.

Los vecinos colocaron las «khada», las bufandas tradicionales tibetanas, a las estatuas de los legendarios escaladores.

El neozelandés Hillary y el sherpa nepalí alcanzaron la cumbre más alta del mundo el 29 de mayo de 1953, un momento histórico para el alpinismo, y desde ese primer ascenso más de 6 mil alpinistas llegaron a la cima de la montaña de 8.849 metros, según la base de datos del Himalaya.

Además de apoyar el turismo, el rápido crecimiento de la industria del alpinismo generó ingresos para el gobierno, que cobra un permiso de ascensión al Everest de 11 mil dólares a los extranjeros.

Esta temporada se emitieron 478 de estos permisos y, como la mayoría de los alpinistas necesitan un guía, se esperaba que más de 900 personas intentarán llegar a la cima.

 

FUENTE:TELAM/Por Franco Ojeda