Centro Cultural Borges La exposición «Ficciones» y una invitación a conocer el libro que consagró a Borges

Centro Cultural Borges

La exposición «Ficciones» y una invitación a conocer el libro que consagró a Borges

14 julio, 2023 Desactivado Por Germán Costanzo Castiglione

Es una aproximación a la obra del célebre autor argentino «desde el dibujo animado, el arte popular, la cinematografía, el cómic, la instalación artística» y a contramarcha del supuesto erudito que presume que la figura del gran escritor es sólo para entendidos, describió el director del Centro Cultural.

Dedicada a uno de los libros más conocidos de Jorge Luis Borges, la exposición «Ficciones», que inauguró este jueves en el Centro Cultural Borges, reúne libros, objetos, manuscritos, instalaciones, fotografías y audiovisuales que indagan en el universo de muchos de los relatos que integran el volumen, al tiempo que invita a descubrir la obra de un autor que no deja de tener contemporaneidad a la luz del presente.

¿Qué tiene que ver un capítulo de Los Simpson con un cuento de Jorge Luis Borges? ¿Cómo se vería la Biblioteca de Babel, como la que imaginó Borges en su famoso cuento? ¿Qué rol tuvo el libro «Ficciones» en la consagración universal del escritor argentino? ¿Será que Borges desde el pasado ofrece espejos sobre temas y debates que están dando vueltas en la actualidad, como la idea de artificio, de ficción, de tecnología, de memoria, de mundos fantásticos pero posibles?

Tras la exposición que dedicó al temprano Borges en su exposición «Confabulaciones», el Centro Cultural presenta ahora la muestra «Ficciones», que toma como núcleo ese libro fundamental del escritor publicado en 1944 e integrado por «El jardín de senderos que se bifurcan» y «Artificios», donde viven algunos de sus relatos más célebres como «Funes el memorioso», «El sur», «La Biblioteca de Babel», «Las ruinas circulares» o «Tema del traidor y del héroe».

En un recorrido con Télam, Ezequiel Grimson, director del Centro Cultural Borges, define a la exposición «Ficciones» como «una invitación para aproximarse a la obra del célebre autor argentino desde el dibujo animado, el arte popular, la cinematografía, el cómic, la instalación artística» y a contramarcha del supuesto erudito que presume que la figura del gran escritor es sólo para entendidos, apunta que no se trata de «una muestra para especialistas sino que busca generar el entusiasmo por la lectura del libro que lo termina consagrando a Borges».

Emplazada en el pabellón 1 del segundo piso, donde transita mucha gente por la confluencia que también tracciona de las Galerías Pacífico, la propuesta se ramifica en pequeños escenarios que abren puertas y más puertas, como una ficción borgeana que se expande, se reescribe y se resignifica en nuevas narrativas desplegadas en el centro cultural.

«Ficciones» representa el «gran libro de Borges porque irrumpe con un tipo de relato y de narrativa que trae algo nuevo de cuentos auto asumidos como fantásticos» y «anticipa cosas que tienen vigencia en el mundo real», dice, por su parte, Laura Rosato, la especialista en la obra del autor de «El Aleph», quien colaboró junto a Germán Álvarez en la curaduría de la exposición, a cargo del equipo del Centro Cultural.

Por eso, esta muestra dialoga con otras exhibiciones también de estreno que funcionan como ficciones en distintas salas, entre ellas: «Acrilia» de Ana Rascovsky que, a través de una instalación de coloridas obras en acrílico, narra e imagina la civilización de los Acrilii -un espécimen extinguido de reciente hallazgo en unas cuevas al norte de Venezuela-; «Diapausa» de Virginia Buitrón, quien trabajó con larvas de moscas y en conjunto crearon obras interespecies; y el increíble laboratorio de mesas lúcidas en un cuarto oscuro, donde los visitantes son invitados a realizas sobre mesas retroiluminadas animaciones y películas breves a partir de frases de Borges y materiales de descarte.

 

«Ficciones»

Como una biblioteca que no es lineal y es infinita, tampoco podría serlo esta exposición que se despliega en nudos temáticos en torno a algunos relatos, quizá los menos metafísicos de «Ficciones». En el centro, una gigantografía de un joven Borges acompañado por la troupe literaria de la época de Revista Sur en la escalera de la casa Victoria Ocampo, hoy Casa de la Cultura en Barrio Parque, y allí como un árbol genealógico se presentan todos los textos que conforman «Ficciones» en orden cronológico. Debajo, la letra pequeñita de Borges, «de hormiga», como decía él, se exhibe en reproducciones facsimilares de tres manuscritos de algunos cuentos, acompañados por ejemplares de la revista Sur.

Cuenta Grimson que «Borges tenía una suerte de método editorial de su propia obra, que era publicar en Revista Sur y después corregir y usar el impreso como si fuese una prueba de galera, tachaba, corregía, cambiaba y después lo incluía con esas correcciones en sus obras completas. El caso más emblemático está en «Tema del traidor y del héroe» porque en una de las revistas Sur Borges no sólo corrige y tacha sino que le agrega un nuevo final, tacha su nombre del final y agrega un nuevo final manuscrito que lo dejó en la revista en la Biblioteca Nacional y apareció diez años atrás».

Otro sector se dedica a «Tlön, Uqbar, Orbis, Tertius» y expone una suerte de museo fantástico de Tlön, ese planeta sin distinción entre lo real y lo imaginario que inaugura el volumen de «Ficciones», con algunos de los objetos que van apareciendo en el cuento: la primera enciclopedia de Tlön, la brújula, las monedas o el pequeño cono que de tan pesado nadie podía sujetarlo. Enfrente, lo fantástico da lugar a lo policial con «La muerte y la brújula» con un mapa mural geométrico de la ciudad de Buenos Aires que refiere a los lugares donde transcurren los asesinatos.

La biblioteca que todas las tardes recibe a los lectores y las lectoras con un bibliotecario que guía a los visitantes, se readecuó con la muestra para convertirse en la Biblioteca de Babel y devenir en una instalación donde, por un lado, una vitrina agrupa una colección de tomos de «Ficciones», todos libros idénticos como un libro infinito pero en blanco para que la gente escriba sus propias ficciones, y esa vitrina -a su vez- se refleja con un espejo formado con hexágonos, evocando esas galerías hexagonales que imaginó Borges para describir «el universo (que otros llaman la Biblioteca)», como comienza ese famoso relato.

«La gente pregunta mucho por Borges, quiere saber por dónde entrar a leerlo y yo casi siempre propongo empezar por la poesía más que un cuento porque necesita de otro tiempo, y a veces Borges tiene esa forma de escribir juguetona con un montón de conocimientos y uno se puede avasallar porque no entiende cuatro palabras, en cambio su poesía es más amable para ingresar», cuenta Gabriel Guz, el bibliotecario que todos los días en el centro cultural sugiere y convida libros a los visitantes y donde de forma permanente funcionan dos espacios dedicados uno a los libros de Borges y otro a los libros sobre los que escribieron sobre el escritor.

El relato «Tema del traidor y del héroe» tiene su propio espacio en este recorrido y allí se conjugan varios soportes: cine, dibujos animados y manuscritos. Porque por un lado, se exhibe el inédito manuscrito hallado en el interior de una revista Sur donde el autor añade otro final al relato, que fue encontrado en el año 2013 por Laura Rosato y Germán Álvarez en los depósitos de la hemeroteca de la Biblioteca Nacional, dirigida en ese entonces por Horacio González, con Grimson como director de cultura.

De fondo, en ese sector dedicado al «Tema del traidor y del héroe» se proyecta un capítulo de Los Simpson, «Lisa, la iconoclasta», que reversiona el relato borgeano pero en Springfield, y también un afiche de la portada de la película «La estrategia de la araña», dirigida por el italiano Bernardo Bertolucci. «Lo interesante no es solamente la historia de la genética compositiva de la obra sino cómo ese tema, el del traidor y del héroe, fue tomado desde Bertolucci hasta los Simpson y siempre es la historia de un héroe que se descubre que es traidor pero que se decide encubrir para que triunfe la causa por la cual se peleó. Es un cuento de Borges de seis carillas que termina ocupando ocupando lugares muy diferentes», apunta Grimson.

Por su parte, Álvarez apunta que se trata de «un tema que se ha repetido a lo largo de la historia, Borges ahí enumera a todos los anteriores, Shakespeare por ejemplo, y él se coloca al final y ese es un movimiento muy borgeano el de inscribirse en un legado de temas, de sucesos, que él quiere recontar».

Otro núcleo de este recorrido lo detiene «El sur», el relato donde Borges ficcionaliza el accidente que tuvo él con el personaje de Juan Dahlmann. Se exhibe el manuscrito, la primera edición en el diario La Nación, la foto de a estación Constitución que simboliza la escena en la que Dahlmann aborda el tren destino a una pulpería al Sur, y una fotografía de Borges haciendo de su personaje en un cortometraje del año 75.

 

Revival Borges

De un especial de la televisión española que se preguntaba si alguien se acordaba de Borges en Argentina al último gran congreso sobre su obra en el 1999, los últimos años en torno a la literatura borgeana parecen haber activado un revival borgeano, esto es: más investigadores más lectores, mas festivales, más homenajes, más relecturas y más reversiones o referencias contemporáneas que recuerdan que sobre esto o aquello ya escribió Borges, como por ejemplo, los artificios o las inteligencias. «El tema de la ficción irrumpiendo y suplantando al mundo real qué es eso sino es el mundo virtual en nuestras existencias virtuales», plantea Rosato.

Laura Rosato y Germán Álvarez coinciden en señalar ese punto de inflexión en la aparición de tres libros importantes sobre Borges, «Borges, libros y lecturas», «Borges» de Bioy Casares y «Método Borges», de Daniel Balderston, así como en la convocatoria que realizó la Biblioteca Nacional en el año 2011 cuando invitó a expandir las investigaciones sobre el escritor, además del hallazgo de material nuevo para abordar su forma de escritura, como el que se encontró en la hemeroteca de la institución.

¿Y con los lectores qué pasó? Para Rosato, «hay un nuevo lector que puede leer a Borges muy bien, la gente joven lo entiende bien. Tiene un lector y maravilla como ha maravillado siempre pero ya sin la polémica detrás de si era gorila, si es de aquel o de él, del prejuicio político o del prejuicio del Borges elitista, del Borges difícil».

Por su parte, Álvarez resume así lo que está pasando: «Ha llegado la época de su lector, de un lector libre de prejuicios que encara la obra y la entiende inmediatamente, en varios niveles y varias capas como tiene toda obra que va a quedar en el tiempo, pero finalmente el gran lector de la Argentina llegó a sus lectores. Borges para ser nacionalista tuvo que ser universal y eso las nuevas generaciones lo entienden muy bien por el conocimiento y el manejo de las nuevas tecnologías».

 

 

FUENTE:TELAM/Por Milena Heinrich