Realidad y sueñosLa Educación argentina
2 septiembre, 2020
Transmitir el conocimiento es un acto de entrega, un don que pocos pueden desarrollar en
una sociedad tan compleja y que tan crítica es con la comunidad de educadores como así
también con otros sectores tales como el público, toda adjetivación sería escasa y
mezquina pues quienes estamos ligados al campo de la pedagogía sabemos que su valor
es inconmensurable.
Resulta para muchos inexplicable el desprestigio desde algunos sectores que no solo es
discursivo sino extensivo al reconocimiento salarial, confundiendo la vocación con una
marcada pretensión altruista respecto a sus condiciones de labor.
A la hora del abordaje de las problemáticas de estudio no hay esfuerzo que sea integrador
de todas las aristas que complejizan las diversas temáticas, ya que nadie tiene la certeza
de verdad pues es imposible abarcar el universo en estudio, no obstante ello, tal
arquitectura legislativa, merece un poco de historia para comprender el presente y soñar
el futuro, tal parafraseo de Delmore Schwartz invito a asumir responsabilidades a través
de los sueños y desde este ámbito y desarrollo como disparador de ellos.
Es innegable que el formato educativo ya venía en crisis, de un modo u otro la poca
significación en la forma de planteo de algunos contenidos carecían y carecen de
relevancia, el desafío de información versus conocimiento y procesamiento crítico de los
primeros, es el norte, a no confundir … en tal caso cabe formularse qué hacer con esa
información y qué despertar u horizonte posee cada uno de recrear en el otro.
Desarrollar y generar intereses en los educandos, motivarlos en un área que puedan
explotar como modo de vida, es uno de los tantos objetivos, el educador no es ni debe ser
un mero transmisor de contenido, es una combinación de construcción de saberes y
espiralización del conocimiento, hacia la elevación de la persona.
En este marco Educar es construir soberanía y apostar a la educación es confiar en este
proceso de construcción, a la puesta en valor de saberes, la significancia de la educación
pública, que no va en desmedro de la educación privada pues comparten la misma fuerza
de transmisión, debe garantizar tal su base, la Ley 1420, el acceso a una educación
pública, laica y gratuita, de acceso universal, integradora y atractiva en un contexto de
país que es muy extenso en territorio en relación a su población, proyectada por qué no a
una potencia que se genere desde esas bases en consonancia con políticas de estado
posadas en su economía y desarrollo.
Somos muchos quienes entendemos que la educación, la ciencia y tecnología argentina,
como arraigo y posición estratégica la caracterizan desde sus bases hacia su más
preciada riqueza que radica en su calidad, su rango y elevación es una tarea que
depende de la dirigencia posicionar, como del mismo modo repeler atropellos frente a tan
noble acto de entrega.
Tender la mano, trabajar por el presente es invertir en el futuro, cuidar a nuestros
maestros es el más profundo sentir de soberanía en sentido amplio. Todos los esfuerzos
en este marco no deben cesar, trabajar en las desigualdades, mirando el mundo al punto
de ser observados por la periferia debe ser el sueño que lo reivindique con mirada
retrospectiva, con una estricta proyección tecnológica.
En definitiva, como reza una frase de William Ward “el pesimista no cree que cambie el
viento; el optimista espera que cambie y el realista ajusta las velas”, invito, utilizando el
lenguaje náutico a drizar los cabos para elevarlas.
Mario Mobilio Abogado UBA
Consultor y Agente Gubernamental
Diplomado en Mediación y Gestión Pública
legalmobi@gmail.com
Linkedin Mario Mobilio