Historias para ser contadasFidel Castro, su paso como futbolista en Cuba
26 octubre, 2019
Fidel Alejandro Castro Ruiz pasó a la historia. Su barbada figura se irguió para siempre desde la isla más destacada del Caribe. De su nombre, de su historia, de su revolución y de su legado, se ha escrito en todos los idiomas. Amado y odiado, combatido por el imperio norteamericano de todas las maneras posibles, víctima de decenas de intentos de asesinato, Fidel Castro se fue de este mundo un 25 de noviembre de 2016; había llegado a la vida para no pasar desapercibido, un 13 de agosto de 1926 en Birán, pequeña localidad cubana.
Sin embargo, cuando todavía no era el revolucionario que echó a los poderosos yankees de su patio trasero de divertimento (que como eso consideraban a la isla cubana) Fidel tuvo otra historia. Poco se escribió de Fidel Castro en su condición de futbolista, un rol seguramente para muchos, desconocido, del Comandante.
Fue un sacerdote jesuita nacido en España (más precisamente en Cataluña) el que acercó a Fidel a los secretos de la práctica del fútbol. Transcurrían los primeros años de la década del cuarenta, y un Fidel Castro que se adentraba en la adolescencia, tuvo sus desafíos futboleros, destacándose como potente y grandote delantero. Aquel cura se llamó Pedro Pablo Ferré Elías, y fue el director técnico de ese equipo escolar en el Colegio de Belén, en el que Fidel Alejandro Castro Ruiz pudo destacarse.
La historia dejó algunos testimonios de quienes pudieron ser testigos de esos tiempos, en donde lejos se estaba del Granma y los barbudos que bajaron de la sierra.
“Fidel era un futbolista de calidad regular. Pero era corpulento, musculoso, un jugador muy fuerte y, sobre todo, muy bravo. Ocasionalmente jugaba. No era un jugador titular en el equipo, pero le gustaba el fútbol”, recordaba Armando Montes de Oca Arce, que fuera compañero de equipo de Castro.
A lo largo de los años, en alguna entrevista, el propio líder de la revolución cubana recordó sus tiempos de futbolista, afirmando entre otras cosas lo siguiente: “Era delantero, corría bastante. Fue en quinto grado cuando empecé‚ en el colegio Dolores, en Santiago de Cuba, en un patio de cemento, y el balón no era como los de ahora. El fútbol me ayudó a tener voluntad, a ejercer mi capacidad de resistencia física, me produjo placer, satisfacción, espíritu de lucha y competencia”.
La pasión deportiva de Fidel Castro, siempre se supo, fue el béisbol, que es el deporte más masivo entre los cubanos. Sin embargo, su vínculo con el fútbol existió, y tiene su historia.
Tras esos primeros pasos que él mismo reconoció con el fútbol en tiempos de la escuela primaria, Fidel fue enviado por sus padres a La Habana a cursar los estudios secundarios. Allí, en 1942, se encontró con el cura catalán. Ubicado en el suburbio habanero de Marianao, el colegio de Belén estaba cerca del barrio de Puentes Grandes, reconocido por su pasión futbolística y sede del estadio La Polar. El colegio era privado y allí sólo acudían hijos de familias ricas, como la de Castro, cuyo padre, de origen gallego, era un adinerado del este de Cuba.
A Ferré se le encomendó visitar Niños de Belén, escuela para pobres cercana al colegio, regida por jesuitas y a la que acudían Montes de Oca y sus amigos. El sacerdote observó el campeonato de ese centro y escogió a los jugadores que tenían condiciones para integrarlos al equipo de Belén que competiría en la Liga Intercolegial habanera. “El Hermano Magdaleno era el que nos organizaba y Ferré le dijo que escogiera a tres de nosotros”, rememoraba Montes de Oca. Los escogidos fueron Óscar Pasín, un joven de apellido Pedrero y Fidel Castro.
Poco después, Belén fue invitado a jugar contra la Casa de Beneficencia y Maternidad, hospicio de huérfanos ubicado frente al malecón habanero. “Fidel jugó ese partido. Era un terreno de cortas dimensiones. No tenía hierba, era un campo malísimo. Ese día fue tomada lo que es quizás la única o una de las pocas fotografías del Fidel futbolista”, relataba al mostrar la instantánea como si de un tesoro se tratara.
Belén goleó 4-0 a la Casa. “No recuerdo si Fidel marcó gol ese día”, relató Montes de Oca, quien pese al tiempo transcurrido, y a dejarse algún nombre perdido en la memoria, fue capaz de recitar los nombres completos de algunos de quienes formaron aquella delantera, con el joven Castro Ruz, “corpulento, musculoso, muy fuerte y, sobre todo, muy bravo”, ejerciendo de interior derecho: Piélago, Fidel, Diego, Ignacio y Pasín.
Después, el paso de los años permitió que se escribiera la historia por la cual Fidel Castro será para muchos en el mundo entero, inolvidable. Pero antes de todo ello, hubo un Fidel futbolista. Aquí, lo presentamos.
(Fuentes: revista Un Caño / Diario El País de Madrid)