El estudio realizado por New York University, en colaboración con otras instituciones, reveló que los niños expuestos a temperaturas superiores a 32 °C tienen entre un 1,8% y 7,7% menos probabilidad de alcanzar el nivel de desarrollo adecuado en comparación con aquellos que viven en zonas más frescas. Este impacto se refleja especialmente en habilidades cognitivas como la lectoescritura y las matemáticas, donde los niños expuestos a altas temperaturas muestran una reducción en la probabilidad de estar al día en estos dominios. Además, se encontró que la exposición al calor afecta de manera desproporcionada a los niños de familias con menos recursos, habitantes de zonas urbanas y sin acceso a servicios básicos, intensificando el impacto negativo del calor en los sectores más vulnerables de la población infantil.

El estudio también identificó los mecanismos biológicos y sociales a través de los cuales la exposición al calor extremo afecta el rendimiento infantil. En el plano biológico, se destacan la deshidratación, posibles inflamaciones del sistema nervioso, alteraciones del sueño y la activación de respuestas fisiológicas al estrés como factores que contribuyen al impacto negativo del calor en el desarrollo infantil. A nivel social, se menciona que el calor limita las oportunidades de aprendizaje al hacer menos seguros los espacios exteriores, fomentando el sedentarismo y afectando la salud mental de los cuidadores, lo que repercute negativamente en la interacción y el desarrollo de los menores. Ante estos hallazgos, se recomienda que las políticas públicas prioricen la protección de la infancia frente al calor extremo, invirtiendo en infraestructura de agua y saneamiento, desarrollando programas de transferencias monetarias y entregando herramientas de enfriamiento en comunidades vulnerables.

FUENTE: [https://www.infobae.com