A esta altura del Siglo XXI, todos sabemos la importancia de las redes sociales en nuestra vida cotidiana, y específicamente en el ámbito político. En este sentido, vale destacar que cada vez más, los partidos políticos centran sus campañas electorales en las redes sociales, otorgándole menos importancia a los medios de comunicación tradicionales (el documental “Nada es privado” disponible en Netflix es muy ilustrativo).

Pero no solo los partidos políticos hacen un uso cada vez más intensivo de las redes, sino también sus integrantes. Desde el Presidente de la Nación, hasta los militantes utilizan esta poderosa herramienta para transmitir sus mensajes.

Al respecto, queremos resaltar lo sucedido por estos días con el Diputado Fernando Iglesias, de Juntos por el Cambio. Habitual usuario de Twitter, y con la “incontinencia” para escribir que lo caracteriza, se despachó con dos mensajes lamentables: en uno se hace referencia a tomar las armas, y en el otro se burla de las muertes ocurridas en la inundación de la ciudad de La Plata en 2013. Con estas cuestiones, el Diputado Iglesias, continúa con su modo de participar de la vida política: provoca, agrede, se burla. Pero más allá de esto, claramente repudiable, lo que vale la pena resaltar es una cuestión más de fondo.

Muchas veces, los mensajes se lanzan para distraer, poner en agenda alguna cuestión polémica, desviar la atención, o simplemente “correr el arco”. ¿El lector sabe si el Diputado Iglesias presentó algún proyecto de ley? ¿Si lo presentó, de qué se trataba? ¿Se aprobó? ¿Si se aprobó, que conclusiones de pueden sacar al respecto?

Pero vayamos al objetivo de este breve análisis. Lo que se propone es tratar de pensar cómo un sistema electoral nos vincula como ciudadanos. Al respecto, traemos en cuestión la utilización de las llamadas “listas sábana”. Como ya sabemos, en este modo de votar, se agrupan a todos los candidatos en la misma boleta (según su categoría). Seguramente al lector le habrá ocurrido votar a una lista porque los candidatos que la encabezan son de su preferencia, pero, al mismo momento, votar candidatos desconocidos, o que directamente no lo convencen.

En este derrotero, podemos hacer referencia al sistema de voto por circunscripción, como el que se utiliza en Estados Unidos. En ese país, federal como el nuestro, cada estado se divide en circunscripciones, y cada candidato representa esa delimitación. ¿Cuál es el efecto de esto? Cada candidato está obligado a ganar en el territorio por el cual se postula, de este modo la Cámara de Representantes, sólo se compone por candidatos ganadores. Dicho de otro modo, se elimina el “efecto negativo” de la lista sábana. Además, al tratarse de “candidatos locales” se produce una mayor vinculación entre los mismos, y la ciudadanía, es decir se vota a postulantes mucho más conocidos, y sobre los cuales se puede ejercer un mejor control ciudadano. Ejemplo de ello es la frase “All politics is local”, toda política es local. Desde el presidente, o presidenta, de la cámara, hasta el candidato del estado menos poblado, tiene que ser acompañado por su electorado. Otra cuestión relacionada: se vuelve más interesante políticamente la primaria de cada partido. En las circunscripciones donde siempre gana el mismo partido, el que resulta vencedor de la primaria, seguramente acceda a la Cámara de Representantes. Realizando un ejercicio hipotético, imaginemos una Primaria de Juntos por el Cambio en CABA, del Frente de Todos en La Matanza, o del Movimiento Popular Neuquino.

En este punto, vale una aclaración importante, no se tratan estas líneas de una propuesta concreta de cambiar nuestro sistema de representación, sino de plantear si estamos de acuerdo con el sistema electoral que tenemos. Otro tema podría ser el modo de votación: ¿boleta partidaria? boleta única papel? ¿voto electrónico? Existen múltiples aristas a estudiar. Obviamente que, en una etapa de Pandemia, las urgencias pasan por otro lado, pero creemos que instalar el debate es totalmente necesario.

Mientras tanto, veremos a los “Diputados Iglesias” ocupar su tiempo en escribir en redes sociales, en lugar de realizar algún tipo de aporte concreto en mejorar la calidad de vida de los ciudadanos que dicen representar.

Emilio Augusto Raffo