SaludEl trauma en los bebés puede tener consecuencias a lo largo de la vida
28 marzo, 2022
En la edad adulta, estos niños son más vulnerables al estrés, problemas de salud mental como las adicciones y las enfermedades como diabetes y la obesidad, dijeron expertos.
¿Son los bebés demasiado pequeños para experimentar y recordar emociones dolorosas o eventos traumáticos? Un creciente número de investigación sugiere que no, y los investigadores creen que, si no se trata, el trauma experimentado en la infancia a veces puede tener consecuencias para la salud de por vida.
Más allá de desencadenantes tan obvios como la guerra y el terrorismo, la exposición a la violencia doméstica, los desastres naturales como el incendio de una casa, el abuso físico y la violencia comunitaria son ejemplos de eventos experimentados que pueden ser traumáticos para los bebés, dicen los expertos.
Los expertos en salud mental infantil, que va desde el período prenatal hasta los 3 años, dicen que los bebés y los niños muy pequeños que experimentan tales situaciones tienen una mayor incidencia de padecer trastornos de ansiedad o depresión, que pueden persistir hasta la edad adulta si no se tratan.
“Es fácil suponer que los bebés no recuerdan el trauma porque expresan sus experiencias de manera diferente”, explicó a The Washington Post Tessa Chesher, profesora asistente clínica de psiquiatría y ciencias del comportamiento en la Universidad Estatal de Oklahoma que se especializa en salud mental infantil y de la primera infancia. “A las 8 a 12 semanas de edad, los bebés han almacenado suficientes recuerdos que comienzan a anticipar el comportamiento de su cuidador en función de comportamientos anteriores. Empiezan a responder en función de las experiencias que han tenido”.
En la misma línea, Evelyn Wotherspoon, trabajadora social especializada en salud mental infantil, dijo que a medida que llegan a la edad adulta, “los bebés y los niños muy pequeños que han tenido una exposición temprana al trauma y al estrés crónico… son más vulnerables a los resultados de salud relacionados con el estrés, como la diabetes y los problemas de salud mental, la adicción y la obesidad. Estos niños son mucho más vulnerables a todas estas enfermedades relacionadas con el estrés, y es posible que su cerebro no se desarrolle como debería”.
Aunque los bebés y los niños pequeños apenas se están desarrollando, los expertos en salud mental infantil dicen que pueden experimentar una amplia gama de sentimientos que incluyen emociones negativas, tristeza o ansiedad. Un informe de la Academia Estadounidense de Pediatría encontró que, a los 16 años, más de 2 de cada 3 niños habían dicho que habían experimentado un evento traumático.
Según un Informe del Grupo de Trabajo de la Asociación Mundial para la Salud Mental Infantil, las tasas de trastornos de salud mental en la infancia (que generalmente incluye desde el nacimiento hasta los 3 años) son comparables a las de los niños mayores y adolescentes. Y un pequeño estudio de niños de 1 año encontró que el 44% de los que habían sido testigos de violencia severa contra su madre por parte de una pareja íntima mostraron síntomas de trauma después, como aumento de la excitación, aumento de la agresión o una interferencia con el desarrollo normal del bebé. Los bebés y los niños pequeños (menores de 4 años) pueden desarrollar trastornos de estrés postraumático después de los eventos, según un estudio publicado en el Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry.
Kathleen Mulrooney, consejera que también es directora del Programa de Salud Mental Infantil y de la Primera Infancia de Zero to Three, una organización sin fines de lucro dedicada a mejorar las vidas de bebés y niños pequeños, dijo que es importante tener en cuenta que no todos los bebés que experimentan un trauma quedará traumatizado. Al igual que con los adultos, depende del bebé, “porque lo que es traumático para una persona no lo es para otra”, sostuvo.
“Para estar traumatizado, uno debe estar muy asustado”, explicó Charles Zeanah, psiquiatra y director ejecutivo del Instituto de Salud Mental Infantil y de la Primera Infancia de la Facultad de Medicina de la Universidad de Tulane. Es posible que los bebés menores de 12 meses no siempre sean conscientes de que una situación en particular es realmente peligrosa, lo que potencialmente puede protegerlos de un trauma.
Los cuidadores pueden ser clave
En este contexto, los cuidadores pueden ser clave para proteger a los niños pequeños de los efectos del trauma por la forma en que reaccionan. “La capacidad de los padres o cuidadores clave para brindar protección, para tener un papel de co-regulación cuando se trata de la respuesta al estrés, es fundamental”, dijo Mulrooney en un correo electrónico.
Si un niño tiene un trauma significativo antes de los 2 años pero después del trauma “el bebé tiene los poderosos factores protectores de seguridad, amor y seguridad constantes; hay una menor probabilidad de tener problemas de salud mental”, remarcó Chesher. Y añadió: “Eso no significa que el bebé no sufrió o que su cuerpo no recuerda ese trauma, significa que hubo factores protectores para mitigar los efectos del trauma”.
Regina Sullivan, neurocientífica del desarrollo del comportamiento y profesora de psiquiatría de la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York, afirma que aunque un cuidador principal no puede “amortiguar a un niño pequeño de los traumas del entorno -se denomina amortiguación social porque se reduce la respuesta del niño al miedo y a las hormonas del estrés-, más recientemente hemos demostrado que el cuidador realmente bloquea la actividad neuronal en la amígdala, el área cerebral responsable del miedo”.
El trauma en la infancia puede alterar físicamente la arquitectura en desarrollo del cerebro, según la Academia Estadounidense de Pediatría. Se ha demostrado en varios estudios que el estrés tóxico (adversidad fuerte, frecuente o prolongada) daña las capacidades de aprendizaje, la memoria y el funcionamiento ejecutivo . “Muchas áreas del cerebro en bebés y niños pequeños se alteran físicamente y la capacidad de esas áreas del cerebro para hablar entre sí también se modifica por el trauma”, dijo Sullivan.
El trauma puede ser difícil de reconocer
Sin embargo, el trauma en la infancia puede ser difícil de reconocer dado que los bebés aún no son verbales y dependen de sus cuidadores para responder a sus necesidades, lo que significa que un cuidador tendría que estar atento a los síntomas y buscar ayuda.
“Un bebé no puede simplemente acercarse a ti y decir: ‘Oye, esto sucedió ayer, tengo miedo’”, advirtió Chesher. “Entonces, realmente es importante aprender el idioma de los bebés y luego educar a las personas sobre cómo leer ese idioma. Entonces, si no conocemos las señales de alerta, entonces no estamos identificando el trauma y podemos tener efectos a largo plazo en el cerebro”, agregó.
Los expertos dicen que algunas señales de alerta de trauma para bebés menores de 12 meses son: problemas de alimentación o sueño y no poder ser consolados por su cuidador. Un niño pequeño (entre 1 y 3 años) puede expresarse más verbal y físicamente que un bebé. Algunas señales de alerta de trauma en ese grupo de edad pueden implicar la repetición de eventos traumáticos en su juego o volverse agresivos.
“Uno de los problemas es cómo ese niño expresa el trauma, ya sea a través de un sueño interrumpido o siendo un poco más inquieto”, remarcó Sullivan, “cosas que ocurren en niños normales por muchas razones, lo que hace que sea difícil identificar qué niño responderá al trauma de una manera que sea duradera y dañina”. Si un padre u otro cuidador está preocupado, según el comportamiento y las experiencias de un niño, debe “pedir que lo remitan a un especialista en salud mental infantil y de la primera infancia”, indicó Chesher.
Los expertos observarán una variedad de factores, siendo el más crítico la relación entre el bebé y su cuidador principal. Además de observar esa interacción, los expertos en salud mental también pueden analizar “el historial de embarazo, el historial de nacimiento, el historial médico, el historial de desarrollo, las evaluaciones de seguridad, la evaluación de depresión perinatal para ambos padres, cómo come el bebé y cómo duerme el bebé”, según Chesher.
Diferentes intervenciones
Dependiendo de la edad del niño, hay diferentes intervenciones disponibles, incluida la psicoterapia para padres e hijos. “Es esencial que los padres o… sus cuidadores… se involucren de manera importante en el tratamiento porque es realmente a través de las relaciones con los adultos que los cuidan que los bebés prosperan y les va bien”, destacó Zeanah.
Para Wotherspoon, para recuperarse, un bebé necesita un cuidador en su vida que pueda leer con precisión sus señales y responder de manera cariñosa y paciente. “Una de las herramientas terapéuticas más poderosas que tenemos es la relación que tiene un niño con un cuidador cariñoso y solo necesita uno y no tiene que ser perfecto. Un bebé que recibe eso bastante temprano puede recuperarse maravillosamente de un trauma”, manifestó.
Según los expertos, es fundamental aumentar la conciencia sobre la salud mental de los bebés y la primera infancia entre los padres y los médicos. Pero también es importante que los padres comprendan qué es y qué no es un trauma. Un niño “angustiado es diferente a estar traumatizado”, remarcó Zeanah.
“Es importante distinguir los sucesos cotidianos que pueden asustar al niño y que son importantes para que aprenda a regular sus emociones y su fisiología, de los traumas provocados por sucesos horribles como un tornado o un padre que traumatiza repetidamente al niño de forma innecesaria mediante agresiones verbales o físicas”, concluyó Sullivan.
“Queremos que los padres -añadió- disfruten de esta etapa de su vida y no tengan miedo de traumatizar a su hijo obligándole a comer verduras o a vacunarse. Esas son experiencias normales en la vida que el niño necesita experimentar como parte del mundo actual”.
FUENTE:INFOBAE