
CONCLUSIONES TRAS LA ELECCION EN CABAEl festejo de los libertarios, la decepción de Macri, el «empate» del peronismo porteño y todo lo que vendrá
19 mayo, 2025
El simplismo de algunas primeras y apuradas lecturas que se establecieron apenas minutos después de cerrados los comicios capitalinos del pasado domingo 18 de mayo, obliga a «parar la pelota» y mirar con más detalle, lo expresado en las urnas. La notable e inédita cantidad de ausentes -por propia decisión- de ciudadanos habilitados para votar, es el dato más alarmante para el sistema democrático en general, y para las elecciones que vienen en particular, sobre todo las que tendrán epicentro en la provincia de Buenos Aires.
Las elecciones para renovar la mitad de la Legislatura porteña, que tuvieron lugar el último domingo 18 de mayo, dejaron algunas conclusiones evidentes:
- El exponencial e histórico incremento de ausentismo (sólo concurrieron a las urnas el 53% de los habilitados para votar) es el principal dato prioritario que la dirigencia política de todos los sectores, debe tener en cuenta. Sobre todo porque claramente no es un hecho aislado: situación similar se registró en todas las elecciones previas que se cumplieron durante este año, en distintas provincias.
- La “interna” en los hechos que Javier Milei dirimió con Mauricio Macri para determinar quién es el líder y el conductor del amplio abanico de la derecha argentina, tuvo un ganador nítido: ese fue el presidente del país, sin lugar a dudas.
- De la segunda conclusión se desprende la tercera: la ingeniería electoral que el oficialismo nacional imagina para las fututas elecciones en la capital elección de la provincia de Buenos Aires (que tendrá dos citas, el 7 de septiembre y el 26 de octubre) es la que se impondrá, y ello se expresará en la incorporación individual o “suelta” de un grupo de dirigentes del Pro, que siguiendo tardíamente los pasos de Patricia Bullrich, dejarán de ser amarillos para pasar a ser violetas.
- De la suma del punto 2 y el 3, queda clara y nítida la conclusión número cuatro: el gran derrotado de esta elección es Mauricio Macri, cuya candidata del domingo –Silvia Lospenato- protagonizó la peor elección del Pro porteño en veinte años. Esto no quiere decir que se haya firmado el acta de defunción política del ex presidente argentino, ya que hay decenas de ejemplos que demuestran que a nadie debe darse por muerto en la política argentina.
- El peronismo, que se expresó mayoritariamente en la lista encabezada por Leandro Santoro, consolidó sus históricos votos. Ni más, ni menos. Las expectativas de un posible triunfo (que fue anticipado por la mayoría de las encuestas, las que otra vez se mostraron erróneas) estaban sustentadas en la división del voto entre las candidaturas de Manuel Adorni y la bonaerense Silvia Lospenato. El derrumbe del Pro –impensable para la gran mayoría, pensando en que es oficialismo desde hace dos décadas en tierra porteña- hizo que el tamaño de siempre de la porción de votos peronistas, no alcanzara para la victoria. Por lo demás, en términos objetivos el crecimiento de representación es evidente al observarse al peronismo como primera minoría legislativa, cuanto también sus triunfos inéditos en un total de siete comunas capitalinas.
- La irrisoria e impresentable elección realizada por las dos expresiones de origen peronista que compitieron “por afuera” del acuerdo mayoritario sintetizado en la lista encabezada por Santoro, deja en claro que no hay lugar para personalismos o acciones individuales (teléfono para Juan Manuel Abal Medina y Guillermo Moreno, ninguno de los cuales puede ser calificado como ingenuo en términos políticos).
Dicho todo lo enumerado, lo que evidentemente queda pendiente es lo que ya se señalaba como un faltante, antes de que se expresaran los porteños en las urnas: esto es, la conformación de una alternativa política, que sea visualizada por la ciudadanía como una verdadera opción de cambio a un gobierno que aunque festeja por estas horas de manera ostentosa, sabe interiormente que baila sobre un volcán en erupción, producto de sus problemas económicos sólo pateados “para adelante” por la mágica llegada de dólares ficticios garantizados por el FMI, y por un estado de desencanto y resignación de vastos sectores de la población que sufren un ajuste y un recorte en sus ingresos, incuestionable e irrefutable.