Nicola Constantino«El cuidado del medio ambiente es un compromiso que ningún artista puede eludir»
27 marzo, 2023
«Pardes» es una muestra que despliega en la sala un jardín otoñal flotante, con miles de flores, ramas y brotes, realizado en cerámica con la técnica nerikomi.
La artista rosarina Nicola Costantino estrenó en el Paseo de las Artes de la Fundación Santander su exposición «Pardes», un proyecto site-specific que despliega en la sala un jardín otoñal flotante, con miles de flores, ramas y brotes, realizado en cerámica con la técnica nerikomi, una sabiduría ancestral que coloca a la naturaleza como protagonista absoluta, un work in progress que la artista irá transformando con el paso de los días, instalando nuevas flores con el paso de los meses.
En el edificio ubicado sobre Paseo Colón 1380, en el Distrito de las Artes, se despliegan colores, formas y aromas que conforman una suerte de paraíso, la más reciente producción de la artista rosarina que en algunas de sus anteriores obras hizo jabón con grasa de su cuerpo, realizó experimentales banquetes de comida, se transformó en Evita Perón para una instalación performance (Rapsodia Inconclusa) en la 55 Bienal de Venecia y rindió culto al Jardín de las delicias de El Bosco.
«Desde hace siete años que estoy con el tema de la vegetación, los jardines y el mundo vegetal, todo esto sin saber que se venía una pandemia. Y cuando llegó todos aprendimos la importancia de cambiar radicalmente hacia un cuidado de la naturaleza. O sea que no la veía venir pero de alguna manera la empecé a sentir. Y hoy me parece como un compromiso, casi como una obligación, para todos los artistas. Hay cosas que son ineludibles y este tema es un compromiso que ningún artista puede eludir», reflexiona Nicola Costantino en una entrevista con Télam sobre las obras que conforman hoy su más flamante exposición.
La muestra actual despliega una recreación de más de dos mil flores de cerámica y hojas de gres, con ramas metálicas que hacen las veces de tallo, conjuntos que cuelgan del cielo raso, se despliegan por la sala, a la manera caprichosa y escarpada con la que lo hace la naturaleza, pero estas flores salieron de la magia de aplicar la técnica japonesa nerikomi: bloques de arcilla coloreados, apilados unos sobre otros, doblados o prensados, que luego se cortan en rodajas (se le aplican cortes transversales) obteniendo imágenes inesperadas.
«Llegué a esta técnica japonesa por casualidad, yo la imaginé antes de saber de su existencia, como siempre pensando de una manera escultórica, imaginando cosas, procesos nuevos y diferentes. Imaginé que si trabajaba con barros coloreados, los juntaba todos en una disposición específica, en un bloque, y cuando yo hiciera un corte horizontal me iba a aparecer un dibujo de colores y de líneas negras, entonces empecé a experimentar, a consultar, a tomar clases online, en plena pandemia y alguien me dijo: ‘Pero esa técnica ya existe, es de Japón y se llaman nerikomi’. Pasa que los japoneses son súper minimalistas y yo la uso de una manera muy barroca», cuenta Costantino (Rosario, 1964).
El proyecto basado en el arte cerámico tuvo un componente colaborativo y sustentable ya que Nicola trabajó con productos sustentables de la tierra -evitó así el uso de plásticos y materiales contaminantes- y además diseñó y coordinó un programa de capacitación y producción de cerámica en conjunto con la Fundación Todavía es Tiempo, lo que generó la inserción laboral de artesanos y talleres de la economía social.
«Incluso antes de la pandemia estuve cuestionándome seriamente muchas cosas sobre el arte contemporáneo y lo que me había enseñado. Entonces estuve tratando de rescatar técnicas milenarias y cosas que todavía hoy tienen mucha poesía, cosas que el arte contemporáneo me enseñó a despreciar, por ejemplo el arte con flores -como si fuera un arte no comprometido-, o la cerámica, que desprecié durante 30 años. Cuando me di cuenta que me habían enseñado mal un montón de cosas pude empezar a descubrir toda la poesía y el simbolismo que tienen las flores, las naturalezas muertas. Me compré los materiales, un horno y empecé a experimentar y a dominar cada vez mejor la técnica, a ir sofisticándola», relata la artista.
Para Nicola, tal como comentó el día que inauguró la exposición, «la naturaleza se impuso indiscutiblemente como la única religión universal. Mis nuevas obras se inspiran en la belleza del universo vegetal, el más silencioso y el único remedio a los desastres provocados por la humanidad. La fragilidad de las flores y la fugacidad de su corta vida, nos recordaron siempre con mucha poesía, nuestro breve paso por este mundo: memento mori, recuerda que morirás» y añadió: «Los artistas deberíamos ser los gusanos del compost, tenemos que poder transformar la podredumbre en belleza».
– Télam: ¿De qué manera la mutación, la transformación, es importante para tu producción artística?
– Nicola Costantino: Creo que la edad, la experiencia, me hicieron replantear cosas del arte, cuestionarme lo que había creído toda la vida. Durante mi formación, pintar flores era la imagen de un arte sin compromiso. La cerámica, por ser tradicional, antes no valoraba. Empecé a pensar el arte como algo que podía generar fuentes de trabajo para mucha gente, o el desafío de planificar una producción muy compleja, como es esta pero de una manera sistematizada con mis diseños… Nunca hice lo que hacen todos. Eso me da gracia del arte contemporáneo, todos hacen más o menos lo mismo, entonces digo ¿dónde está lo experimental, lo contemporáneo?.
– T: Trabajaste durante ocho meses en las cerámicas ¿Qué destacás principalmente de ese proceso de trabajo?
– NC: Yo soy escultora y para mí esta es una obra gráfica hecha y pensada como una escultura. Lo que más me gusta es que tengo que imaginar todo en mi cabeza antes de hacerlo, compongo a ciegas. Trabajo con bloques de pastas coloreadas en forma vertical, pero el dibujo tengo que imaginarlo en un corte transversal. No puedo ver cómo va a quedar hasta que corto el bloque y lo abro. Ese no estar mediatizado por la vista me parece maravilloso porque la vista es otro de los sentidos dominantes que no nos deja desarrollar otras cosas. Es una experimentación sin depender de lo visual y el resultado es tan hermoso. Es muy bello, complejo y armónico.
-T: «Pardes» se había titulado también una muestra tuya en la Usina del Arte en 2018, un bosque paradisíaco, que a su vez proponía un guiño a tu otra exposición «El verdadero jardín nunca es verde», en galería Barro, donde habías homenajeado al Jardín de las Delicias de El Bosco. ¿Existen puntos de contacto entre tu actual muestra y el célebre tríptico del pintor flamenco?
-NC: Me gusta mucho retomar el hilo de algunos trabajos anteriores. En «El verdadero jardín nunca es verde», en homenaje al Jardín de las Delicias, incluí a unos seres andróginos que llevaban en la cara un hocico de cerdo que viene de una obra del 97, o sea, estoy siempre retomando o recreando cosas de mis principios. Para mí, la palabra clave en todo en la vida es la regeneración. Todo tiene que regenerarse y me gusta hacerlo. Por ejemplo, saqué de los depósitos a mi doble, de cuando me calqué entera, en 2010, que ahora está toda rota (Ndr: refiere a la obra sobre Evita), y estoy haciendo una obra con eso, con todos los pedazos de la doble, que se va a ver en octubre en el Centro de Experimentación del Teatro Colón. Creo que es muy interesante retomar, reescribir, hacer revivir cosas, con varias obras, como una continuidad. Y se van a terminar cuando yo muera. Ahí no va a haber más regeneración.
– T: ¿En qué momento de tu carrera sentiste que el cuidado del medio ambiente se convirtió en tu statement, por decirlo de alguna manera?
– NC: No soy optimista sobre el futuro de la humanidad. Mi única esperanza es que de alguna manera la tecnología pueda, no sé, ayudarnos. Pero la humanidad me parece que está perdida, saliendo de una pandemia, entrando en una guerra y como siempre el mundo está en manos de los que más ganan, de los poderosos, entonces estamos fritos. Y el arte hasta la última consecuencia tiene que tratar de hacer ver otra realidad, de hacer que la gente vea otra cosa, por eso me parece que el arte se tiene que expandir, tiene que estar en más lugares, tiene que asociarse con todas las instituciones que pueda, no solo galerías y museos, sino con todas. Los artistas tienen que colaborar con todo lo que se pueda fuera del ámbito artístico y eso es lo que estoy haciendo yo.
FUENTE:TELAM/Por Mercedes Ezquiaga