Una exhibición en Viena repasa sus relaciones desde los cuarentaDe cibernética, arte y poder
30 diciembre, 2020
La pasada primavera, Tabakalera abría ciclo de exposiciones de arte contemporáneo con la exhibición “Cibernética del pobre: tutoriales, ejercicios y partituras”, que fue comisariada por el crítico cultural y comisario alemán Diedrich Diederichsen y el responsable del área de arte contemporáneo de ese espacio vasco, Oier Etxeberria, y que planteaba un análisis sobre las formas de conexión entre cibernética y arte desde el inicio de la primera disciplina.
Esta muestra, derivada de un seminario en 2019, recala ahora en Austria, en Kunsthalle Wien, centro que la coproduce; allí se exhiben trabajos de artistas españoles e internacionales a partir de los que se ha articulado un repaso a las estrechas relaciones entre la computación y la economía y la política; no hay que olvidar que kybernêtikê significa etimológicamente arte de gobernar y la cibernética fue, en sus inicios, una técnica de control empleada para verificar la anticipación de los objetos en movimiento. La inventó el matemático americano Norbert Wiener en los cuarenta, para conocer el tráfico y los movimientos de grandes grupos de gente; la vigilancia sería solo un paso más.
No hace falta señalar que la situación hoy es distinta… parcialmente. La cibernética continúa siendo una técnica de control y gobierno, pero también se ha convertido en una forma de negocio en auge en el que múltiples empresas dedicadas a la explotación y el comercio de datos y al capitalismo digital se sirven de sus metodologías y técnicas para crecer. Y en un escenario para la creación artística que reflexiona sobre el propio medio como soporte o sobre la antigua cibernética y la nueva; el buen número de artistas integrados en esta exhibición plantean indagaciones y respuestas a partir de los procesos de planificación, anticipación y sistematización que articulan la realidad que conocemos o reflexionan sobre qué espacio queda para el individuo, y para el arte mismo, cuando Internet domina nuestra vida cotidiana y condiciona múltiples aspectos de nuestras vidas. De forma más o menos explícita, nos ofrecen, cómo rezaba el título de esta exposición en castellano, salidas de la partitura, ejercicios que se desvían de lo establecido para aproximarse a otros lugares.
Se conjugan tanto piezas de reciente creación como trabajos de artistas de la segunda mitad del siglo XX que cuestionaron o impugnaron la noción original de cibernética basándose en estrategias que en la muestra se definen como “cibernética de los pobres”: encontraremos piezas de índole diversa en las que se incorporan referencias a la música, la cultura popular, el cine, la escultura o el activismo. Se trata de obras que, en definitiva, ofrecen lecturas tanto personales como extrapolables del mundo actual, no solo trazadas desde la reflexión intelectual sino acentuando el poder, aún hoy, de la sensorialidad.
La propuesta de Viena incluye algunas particularidades y casos diferenciados respecto a la de San Sebastián y cuenta con piezas de Robert Adrian X, Agency, Ana de Almeida, Alicja Rogalska & Vanja Smiljanić, Eleanor Antin, Cory Arcangel, Elena Asins, Paolo Cirio, Coleman Collins, Salvador Dalí y Philippe Halsman, Hanne Darboven, Jon Mikel Euba, Michael Hakimi, Douglas Huebler, Gema Intxausti, Mike Kelley, Ferdinand Kriwet, Agnieszka Kurant, Sharon Lockhart, Mario Navarro, Adrian Piper, Kameelah Janan Rasheed, Lili Reynaud-Dewar, Heinrich Riebesehl, Pedro G. Romero, Constanze Ruhm, Jörg Schlick, Camila Sposati, Axel Stockburger, Kathrin Stumreich, Isidoro Valcárcel Medina, Tanja Widmann u Oswald Wiener.
Unos y otros responden al dominio del mundo por la computación por distintos canales; algunos recuerdan que en inicio la cibernética respondía a necesidades militares, como idear cómo se puede derribar un avión que no vuela en línea recta. Formó parte de infinitas actividades, desde la planificación del tráfico a obras de ingeniería compleja, y se integró en el desarrollo de disciplinas sociales como la criminología. La progresiva digitalización de múltiples aspectos de la vida cotidiana y la transformación de los datos en mercancía valorable conllevaron que, a través de las pantallas, empezaran a controlarse también las relaciones económicas, traspasándose los límites de la planificación pública y la política.
En mayor o menor medida según contextos y épocas, el arte siempre ha sido actividad humana que evita u horada las arquitecturas de poder, el enriquecimiento y el dominio, así que buena parte de las piezas plantean cuál es su papel en un mundo globalmente digital. El título de “La cibernética de los pobres” puede entenderse como una propuesta para superar la cibernética dominante o interrumpir los sistemas cibernéticos, en cualquiera de los casos sin perder de vista los medios, las estrategias y la filosofía de la actual influencia en nuestros comportamientos de los gigantes de Internet.
En realidad, el arte lleva tiempo respondiendo de forma directa al giro virtual en las arquitecturas de poder, sea mediante ideas de movimientos como el conceptualismo y el fluxus, cuyos artistas consideraban las obras de arte como planes, tablas de contenido o propuestas de interacción, o a través de la tendencia a desmaterializar o hacer líquida, como dijo Lucy Lippard, la obra de arte, que ha sido programática en varios momentos de la historia del arte desde el mismo surgimiento de la cibernética.
La exhibición combina por tanto, como decíamos, posiciones históricas y propuestas que responden a una nueva situación en la que la cibernética no es ya solo un concepto de poder, sino también uno relacionado con la ganancia, y ambos aspectos se funden en la idea de control y anticipación a través de la recopilación de datos. En manos de los autores seleccionados, esa disciplina se convierte en práctica participativa y lúdica, en una contrafuerza.
Paolo Cirio. Property, White House, 2019, Cortesía del artista y NOME, Berlín
Fuente:( Mas de Arte.com)