Covid 19 Cuáles son los 3 factores que pueden impulsar los contagios de COVID en los ambientes cerrados
1 julio, 2022
Investigadores de la agencia sanitaria del Reino Unido y la Universidad de Bristol revisaron 18 estudios relacionados con la propagación del virus a más de 2 metros de distancia, en interiores. Qué detectaron
“Ahora, de hecho, es el momento de una revolución del aire interior”, sostiene la microbióloga Stephanie Dancer en el último número de la prestigiosa revista de medicina BMJ. No habla de un cambio “espiritual” de las personas sino que hace un llamado de atención para que los profesionales de la salud y las autoridades sanitarias hagan realmente modificaciones en los ambientes cerrados y públicos. Lo hizo en un editorial de la revista en el que se difundió la mayor revisión de estudios que demuestran, con evidencia, que el coronavirus se transmite por el aire a larga distancia. Además, detalló cuáles son los factores de riesgo en función de las actividades que se hagan en los espacios compartidos.
No solo bastan el distanciamiento social, la higiene de manos y superficies, y las mascarillas o barbijos; sino que la mejora de la calidad del aire interior también importa en la prevención del COVID-19. Daphne Duval, revisora de evidencias científicas de la agencia sanitaria del Reino Unido, conocida por su sigla UKHSA, lideró el trabajo de la revisión sistemática que apoya el papel de la transmisión aérea a larga distancia del coronavirus.
La revisión se hizo sobre 18 estudios publicados. Contó con la colaboración de investigadores de la Universidad de Bristol. Examinó los eventos de transmisión del COVID-19 en una variedad de entornos comunitarios interiores que van desde gimnasios, oficinas, autobuses y restaurantes hasta lugares de coro y una iglesia, pero no consideró hospitales, hospicios ni residencias de personas mayores. Se encontraron que hay 3 factores de riesgo que pueden aumentar la chance de contagio: la sustitución insuficiente del aire (por falta de una buena ventilación), el flujo de aire direccionado, y las actividades asociadas a una mayor emisión de aerosoles, como cantar o hablar en voz alta.
Tras el análisis se encontró que la transmisión aérea del virus del SARS-CoV-2 desde una persona que ya está contagiada con el coronavirus a otros situados a más de dos metros de distancia puede producirse en diferentes entornos interiores no sanitarios. Por eso, es posible que algunos locales públicos necesiten una mejor ventilación para evitar la propagación del coronavirus ya que hay pruebas que demuestran el riesgo de transmisión aérea de la enfermedad a larga distancia, según sugiere la investigación en BMJ.
Desde el inicio de la pandemia, se consideró que la transmisión del virus a corta distancia (menos de dos metros de distancia) puede producirse tanto a través de gotas como de aerosoles en el aire, pero no hay acuerdo sobre la importancia de la transmisión aérea a larga distancia (más de dos metros) en interiores como locales de hostelería, instalaciones de ocio, lugares de trabajo o bloques de apartamentos.
Por eso, el equipo de investigadores del Reino Unido se propuso evaluar el potencial de transmisión aérea a larga distancia del SARS-CoV-2 en entornos comunitarios interiores e investigar los factores que podrían influir en la transmisión. Revisaron los estudios sobre el tema publicados entre enero de 2020 y enero de 2022, y se centraron en los 18 estudios observacionales de brotes de COVID-19 en países de Asia, Europa, Oceanía y Estados Unidos.
Estos brotes se produjeron en diversos entornos comunitarios, como pisos en bloques de departamentos, hoteles en cuarentena, restaurantes, autobuses, una fábrica de procesamiento de alimentos, una sala de justicia, un gimnasio y durante eventos de canto. Los investigadores concluyeron que era probable que se produjera una transmisión aérea a larga distancia en algunos o todos los casos de transmisión en 16. No estaba claro en los otros dos estudios.
En los 16 estudios es probable que uno o más factores hayan aumentado las probabilidades de transmisión a larga distancia por vía aérea, en particular la sustitución insuficiente del aire, el flujo de aire direccional y las actividades asociadas a una mayor emisión de aerosoles, como cantar o hablar en voz alta. En 13 de los estudios revisados, se informó que los individuos que probablemente fueran la fuente de la infección eran asintomáticos, presintomáticos o estaban empezando a tener síntomas en el momento de la transmisión.
La revisión tiene algunas limitaciones, por ejemplo, sólo examinó estudios epidemiológicos observacionales de eventos de transmisión de persona a persona en el mundo real y no incluyó pruebas más amplias de estudios ambientales o experimentales. Además, la mayoría de los brotes se produjeron antes de la introducción de la vacuna y no está claro cómo se aplican estos resultados a las poblaciones con un alto nivel de inmunidad a la infección, ya sea adquirida naturalmente o mediada por la vacuna.
No obstante, la revisión evaluó de forma crítica la probabilidad de transmisión aérea a larga distancia del coronavirus utilizando una serie de pruebas que van desde los datos epidemiológicos, el análisis genómico y la videovigilancia hasta el análisis de la disposición de los asientos y la comprobación de las hipótesis ambientales.
La doctora Jennifer Palmer, investigadora asociada de la Facultad de Medicina de Bristol: Ciencias de la Salud de la Población (PHS) y coautora del trabajo, dijo: “Esta rápida revisión sistemática demuestra las pruebas existentes de que la transmisión por el aire a larga distancia del coronavirus puede producirse en entornos interiores como restaurantes, lugares de trabajo y lugares de celebración de coros, y ha identificado factores como la sustitución insuficiente del aire que pueden contribuir a la transmisión”. En tanto, para la doctora Duval, los resultados son un llamado a la acción: “Estos resultados apoyan el papel de las medidas de mitigación en entornos interiores, como la ventilación adecuada.”
La Argentina fue el primer país en América Latina que armó una campaña pública para concientizar sobre la importancia del monitoreo del dióxido de carbono en los espacios cerrados y la ventilación. Se llama Ventilar y está aún disponible en la web del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. Desde la Universidad Nacional de Hurlingham, se organizó la producción de monitores y se transfirió el conocimiento a otras universidades públicas. También se fabricaron kits para armar monitores y se distribuyeron en la Red de Clubes de Ciencia del país. La provincia de Buenos Aires elaboró un protocolo sobre ventilación y medición de dióxido de carbono en las escuelas, se enviaron 33.000 medidores y se acompañó con video y material didáctico para ser usado en las aulas. Sin embargo, ahor no todos usan los medidores ni tienen en cuenta las pautas de ventilación.
“Si bien se avanzó mucho en la concientización para prevenir la transmisión de infecciones y en la producción y el uso de medidores de dióxido de carbono en la Argentina, aún la regulación sobre la calidad del aire interior es un desafío. Aquí el valor de referencia es muy alto en comparación con el que tiene España, que tenía una norma general actualizada antes de la pandemia”, dijo a Infobae el doctor en física Jorge Aliaga, que fue uno de los impulsores de la campaña Ventilar junto con las científicas del Conicet Sandra Cordo y Andrea Pineda Rojas.
En el editorial de la revista BMJ, la microbióloga Dancer justificó el valor de la revisión de estudios observacionales. “Por supuesto, algunos argumentan que basarse en eventos observacionales es una ciencia pobre. Pero está claro que la epidemiología detallada tiene un papel en los brotes respiratorios, simplemente porque proporciona una validación empírica de que la transmisión por aerosol se produce, y de hecho se produce ampliamente”, escribió. También coincidió en que aún faltan más investigaciones, pero el tipo de problema es un reto para el diseño de los futuros estudios.
“Como conjeturan Duval y sus colegas, es necesario desarrollar un nuevo marco para la síntesis de las pruebas de las investigaciones de los brotes. O eso, o hay que ignorar más de un siglo de trabajo epidemiológico detallado para identificar la causa de los brotes de enfermedades y seguir la propagación de patógenos notables”, agregó Dancer.
El problema es que no sería ético hacer estudios experimentales en los que cuales un grupo de control de voluntarios quedara expuesto al aire contaminado. “Después de todo, ¿quién elegiría habitar el entorno ´de control´ en un ensayo aleatorio que examinara el efecto protector del aire fresco durante un brote de gripe? Es loable buscar pruebas científicas sólidas, pero cuando una enfermedad se propaga con tanta rapidez, realmente no deberíamos tener que esperar pruebas aleatorias que quizá nunca se materialicen”, afirmó.
FUENTE:INFOBAE