ArteCuadros a baja altura, mesas bajas y almohadones en una muestra dedicada a las infancias
8 marzo, 2022
Notas de humor y descontractura invaden el Museo de la Cárcova en la recién inaugurada exposición «¡Buen día, te amo!», que pone en diálogo los acervos paralelos de ese espacio y del Palacio de las Artes (Palais de Glace) e invita a mirar el patrimonio desde la frescura de las infancias.
Notas de humor y descontractura invaden el Museo de la Cárcova en la recién inaugurada exposición «¡Buen día, te amo!», que pone en diálogo los acervos paralelos de ese espacio y del Palacio de las Artes (Palais de Glace) e invita a mirar el patrimonio desde la frescura de las infancias, con un montaje que atiende a su estatura y resume su espíritu en ese saludo afectuoso que lanza la curadora y artista rosarina Claudia Del Río.
Con propuestas como talleres de dibujo, grabado, visitas guiadas, historias y un espacio especial para la flora autóctona que desde lo comunitario integra el museo al barrio, la muestra que hasta el 8 de mayo se despliega en el Museo de la Cárcova lleva un nombre extenso y amoroso, «¡Buen día, te amo! Es 2022, un palacio visita y vive un tiempo en un museo-escuela».
«Se propone básicamente una mirada desde la altura de les niñes, que permite desacomodar la centralidad de las obras: esas obras sobre bases, monumentalizadas, pensadas como emblemas, de pronto bajan a otro nivel. La mirada niñe es de algún modo una mirada que permite desacomodar el mundo, pensarlo de otro modo», explica a Télam Feda Baeza, directora del Palais de Glace.
La propuesta para infancias «también es un modo de repensarse en el contexto. Ir a la niñez es un modo de desandar esa idea de cultura y pensarnos también de otro modo en un tejido distinto con el ambiente que nos rodea», apunta.
Las 80 obras del acervo del Palais de Glace, entre adquisiciones de los Salones Nacionales y remanentes nunca retirados, son escenarios de diálogos posibles con los calcos históricos del Museo de la Cárcova, de una propuesta «inspirada y dedicada a lxs niñxs», dice del Río.
Es así que las reproducciones de obras maestras de distintas culturas de la otrora Escuela Superior de Bellas Artes fundada en 1923 junto al río por el pintor argentino Ernesto de la Cárcova, autor de «Sin pan y sin trabajo» y gran pedagogo, conversan compositivamente en un nuevo guion curatorial que renueva imaginarios.
«Elegir el Museo de la Cárcova fue un objetivo premeditado, de repensar justamente en ese espacio que guarda ese acervo de instrumentos educativos, una educación del arte eurocéntrica, y volver a repensar la idea de la formación desde ese lugar», explica Baeza.
«Hay obras que vinieron y otras que se retiraron porque no funcionaban -refiere del Río sobre los calcos expuestos-. Es un guion que es más que nada intuitivo, amoroso, que busca encontrar climas afectivos pero también violentos, por qué no -se pregunta-, cómo el tipo de violencia que puede tener este brazo -el del puño cerrado de Rogelio Yrurtia en bronce-, como estados de ánimo también. Ir encontrando, a medida que se va caminando, relaciones como la ofrenda y el rito -ejemplifica-, pero el rito también está en las estelas Náhuatl», explica.
«La selección tiene que ver no con una obra más contemporánea universal de un lenguaje sino también con muchas obras de un regionalismo que ´pinten´ otro tipo de escenario, no de una capital, son «obras menores» en algún sentido», reflexiona del Río.
Estelas, frisos y estatuas de yeso desde el imponente David de Miguel Angel emplazado en el hall de entrada del museo, esculturas y pinturas originales, se interpelan mutuamente y se despliegan en los seis espacios expositivos que avanzan hacia el parque, sus esculturas bajo el cielo y la fuente del museo.
Aída Carballo, Vilma Villaverde, Alfredo Sturla, Sarha Grillo, Armando Sica, Domingo Candia, Ofelia de Jofre, Leo Tavella, Miguel Angel Nevot o Raúl Soldi -a ras del piso en la sala oriental- son algunos nombres inscritos en las salas.
En la preparación de un espacio con obras accesibles a alturas bajas, el patrimonio de la Cárcova adecuó algunas obras como la del guerrero caído que fue bajado desde su base alta al piso o la cabeza de caballo del frontón del Partenón griego, que fue acostada sobre una mesa baja.
Por ejemplo, del otro lado del hall, el espacio de Grecia articula su Victoria de Samotracia con el óleo «Fiesta patria» de Félix Barletta (1960) y por detrás otra pintura dada vuelta, exhibida sin ser obra, en ese juego que muestra las hilachas pictóricas de una tela doblemente usada, como el caso de «Madre con hijo» de A. Liébana, una tela para dos obras, como un «arrepentimiento», según del Río, quien acota: «Siempre me interesa ver el detrás de las obras cuando son originales, es lo primero que hago».
«Poner Grecia en relación con obras de otra tradición, la nuestra con la pintura de los pancitos de Mildred Burton («Por el pan»), es ir al encuentro de contrastes en algún sentido», accesibles a los ojos infantiles.
Y el humor está presente, tanto en el guion como en la sala con la araña de la casa de De la Cárcova que ilumina su retrato de perfil y «se encuentra con este patrimonio naif, ingenuo, depreciado del Palais, un pequeño chiste», cuenta la artista y docente sonriente.
Solo la sala temporaria del museo, pensada como pedagógica tiene exclusivamente obras del Palais. En ella se proyectan documentos digitalizados de los artistas en un continuo. Mientras el soporte de las obras está compuesto por dispositivos de mesas bajas con ruedas que pueden desplazarse, sobre ellas se depositan horizontalmente las obras pequeñas. También están los caballetes sobre ruedas, y obras que fueron enmarcadas porque no lo estaban. Como característica inspiradora destaca una curaduría realizada por el artista Marcelo Pombo, que dispone las obras sobre almohadoncitos delgados. «El almohadón es algo mullido, acogedor, respeta la altura baja», dice del Río.
Como dato fundamental, el trabajo de la curadora tiene el soporte imprescindible de los dos equipos pedagógicos de ambos museos. «Era importante que las actividades reflejen ideas como la sustentabilidad. Los dispositivos vienen de maderas recicladas que van a seguir siendo usados en las instituciones. Ambos grupos de educación pensaron actividades que tuvieran que ver con eso, con la conciencia de un parque, sus esculturas y ya que hay tanto grabado (en la muestra) de lo significa la multiejemplaridad», indica.
«Desde el principio supe que la muestra iba a ser en el museo, vinculándose a las culturas universales -Grecia, Roma, Mesoamérica, Asia-, con los calcos con los que tantas generaciones estudiaron bellas artes copiándolos. Y siendo fan del arte argentino del siglo XX, especialmente de los primeros 50, 60, 70, 80 años, seleccioné las obras por un criterio no ´salonero´, de cierta intimidad, obras chicas en muchos casos, en una escala que contrasta con el tamaño de los calcos que son grandes porque por contraste muchas veces se ve mejor», explica.
«Tenía que ponerme en el lugar de les niñez, en qué podía gustarles, por lo cual hay representaciones humanas, de animales, paisajes y lo que se puede ver claramente es que no hay una sola manera de representar el cuerpo, el rostro, el paisaje, sino un lenguaje personal o de aire de época», acota.
Baeza afirma que es posible es factible desaprender lo instituido, pero «requiere repensar nuestros espacios museísticos, repensar la idea de contemplación, la idea de objeto estético y la idea de arte y de todas las implicancias sociales». Y agrega: «Los museos se basan en cierta idea de la asimetría. Hay un cúmulo de conocimiento situados en objetos valiosos de los que instruyen, los que muestran un saber. Un poco esa mirada desacomodada, esa mirada baja, niña, empieza a preguntarse otras cosas».
«Se ha pensado mucho en actividades que tienen que ver con el germinar y generar vida. La Cárcova tiene un parque diseñado por Carlos Thays -el paisajista- que es un parque muy hermoso pero pensado desde una óptica eurocéntrica donde las especies no son autóctonas», indica el director del Palais de Glace.
Para ello trabajan con el grupo de viveras del Barrio Rodrigo Bueno que está frente al museo «para que generen actividades relacionadas a la vegetación autóctona, relaciones en que los niñes puedan tener una experiencia directa con lo vivo, la tierra, la planta».
Durante la exposición se desarrollarán actividades gratuitas y visitas guiadas para público general y escuelas; talleres como «Paseo dibujando | ¿Cómo y qué miramos?» o el «Taller de Plantas y Mariposas Nativas | Soy Tierra, Agua, Fuego y Aire», de la cooperativa Vivera Orgánica del barrio Rodrigo Bueno; «Cuentos fantásticos del jardín», un recorrido narrado por los jardines del centenario Museo de la Cárcova; y el «Taller de Grabado».
La exposición se podrá recorrer con entrada gratuita de martes a domingos de 11 a 18, salvo feriados, en Av. España 1701 (esquina Dellepiane), Costanera Sur, Ciudad de Buenos Aires. Para visitas guiadas y talleres consultar en https://palaisdeglace.cultura.gob.ar/exhibicion/buen-dia-te-amo/
FUENTE: TELAM/POR MARINA SEPÚLVEDA