Dávila aseveró que tal como indicó la médica emergencista que asistió a Fernando en la puerta del boliche “Le Brique” de Villa Gesell y al forense que realizó la autopsia, el joven “no tenía posibilidad de sobrevida” e indicó que su muerte nada tuvo que ver con las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) que le hicieron.
En tanto, María Eugenia Cariac, perito de Policía Científica, indicó en su declaración que Báez Sosa presentaba una impronta de al menos 6 centímetros por 2 en la parte izquierda del mentón, producto de una patada. La lesión, según la especialista que tomó fotografías del cuerpo durante la autopsia, se comprobó que era compatible con la zapatilla que usaba Máximo Thomsen.
Cariac expresó que Báez Sosa presentaba además otra huella similar pero de menores dimensiones en la parte izquierda del cuello, sin poder determinar si correspondía al mismo golpe y calzado.
La perito indicó que se estableció “una correspondencia” entre la lesión en el rostro y la zapatilla marca Cyclone “con diseño en zigzag”, que usaba Thomsen al momento del ataque, aunque sugería “una prueba más profunda” para para “corroborar si había correspondencia de diseño”.
Por su parte, Haydeé Almirón, jefa del Laboratorio Científico de la Policía Federal en Mar del Plata, confirmó que de acuerdo a otra pericia comparativa scopométrica realizada a fines de mayo de 2020, se determinó que “la plantilla que pertenece al ciudadano Máximo Thomsen se corresponde a la huella en el maxilar inferior izquierdo”.
Ante una pregunta del defensor de los acusados, Hugo Tomei, Almirón dijo que “no hay posibilidad de error”, y luego agregó que “la secuencia de zigzag” que presentaba la impronta en el rostro “no era posible que fuera de otra zapatilla”.
Los audios, protagonistas de la jornada
Los audios y mensajes que los rugbiers se enviaron entre sí y a otros amigos mediante WhatsApp en los instantes posteriores al crimen de Fernando Báez Sosa fueron protagonistas de la séptima audiencia del juicio, en la que un funcionario judicial se encargó de reproducirlos junto a varias imágenes.
Si bien toda esta evidencia -mensajes de texto, audios e imágenes- ya estaba incorporada en la causa, fue el auxiliar de la Fiscalía General de Dolores, Javier Pablo Laborde, a cargo de analizar los teléfonos de los imputados, quien leyó cada uno de los mensajes que simultáneamente eran reproducidos en una pantalla.
Entre los más destacados, se reprodujeron los siguientes mensajes:
“Estoy acá cerca donde está el pibe y están todos ahí a los gritos, está la policía, llamaron a la ambulancia… caducó”, decía el audio que a las 4.55, pocos minutos después del crimen de Fernando, envió el acusado Lucas Pertossi (23) al resto de los imputados mediante el grupo de whatsapp “Los Boca3”, que todos excepto Ayrton Viollaz (23) conformaban.
“Nos peleamos. Ganamos contra unos chetos, los rompimos”, escribió a las 5.08 a un contacto fuera de ese grupo el rugbier Blas Cinalli (22), quien hasta ahora no había sido mencionado por los testigos que declararon en el juicio.Cinalli también manifestó a otros contactos: “Creo que matamos a uno”, “le dimos murra a uno con el ‘perto’, lo recargamos a palo, pero mal. Nos vinimos corriendo a la casa”, “nos vamos a la playa. Previa en casa, vienen todas las gatas” y “yo sólo quiero tomar vino y fumar flores”.
“Dos convulsionaron, uno lo mandamos al hospital, sin signos vitales. Ahora estamos yendo a Mc Donalds a ver qué pasa”, escribió Cinalli a otro contacto, quien le respondió: “Son los demoledores”.
Si bien los mensajes de Cinalli y Lucas Pertossi acerca de la muerte de Fernando fueron los que más conmoción generaron en los presentes en la sala de audiencias, también fueron incorporados como prueba durante la jornada otros que se referían a la llegada de la policía a la casa de veraneo alquilada por los rugbiers y uno en el que uno de ellos advertía a los demás: “Chicos no se cuenta nada de esto, a nadie.”
Por su parte, el abogado Fernando Burlando, quien representa a los padres de Báez Sosa, consideró que fue “fortísimo” lo que arrojaron los mensajes y que, si bien se conocían en la causa, “es bueno que los jueces observen las reacciones de los presentes”. (DIB) ACR