Denunció más de 30 veces a su ex y perdió la tenencia de sus hijosEl infierno de violencia de género que sufre una mujer de Florencio Varela
21 julio, 2020
Cecilia Silva, oriunda de Florencio Varela, tiene 27 años, es madre de tres hijos y está desesperada. Hace por lo menos cinco años que acumula una frondosa colección de denuncias por violencia de género contra su ex pareja y padre de sus hijos, 31 en total, presentadas en los últimos cinco años.
Hace ya 10 meses que perdió la tenencia de los menores, a los que sólo ve a través de fotos que pegó en la pared de su casa. Pero eso no es todo: Cecilia sabe a través de un informe médico que su hija menor fue abusada y, en medio del drama de no poder verla ni estar con ella, aún no sabe ni cómo, ni cuándo, ni por quién fue atacada. La nena tiene apenas cinco años.
Miguel Angel Saucedo, de 34 años, su ex, el padre de los chicos, al que denunció por amenazas, golpes y abuso sexual, hoy tiene a su cuidado a los tres hijos que tienen en común.
Su relación -que empezó en el año 2009 y duró seis años- terminó cuando ella acudió a la Justicia por primera vez.
“A los 17 quedé embarazada de la más grande y él, que nunca jamás trabajó, me mandaba a trabajar y a vender pan casero y me sacaba la plata de la Asignación Universal por Hijo de la nena. Él siempre fue muy violento conmigo”, cuenta ahora Cecilia a Infobae sobre Saucedo, que tuvo un puñado de trabajos de limpieza, cocina y maestranza por muy poco tiempo con largos períodos de inactividad.
Cecilia cuenta que recibió golpes de él y de parientes suyos aún estando embarazada y que una de las primeras denuncias que hizo fue a partir de una golpiza cuando ella estaba recién operada por un quiste en un ovario. “Como en ese momento no teníamos para comer fuimos a Zona Norte a la casa donde vivía mi vieja. Yo estaba con muletas por una fisura que tenía en el talón y de la nada me empezó a golpear, tanto que tuvieron que salir mis tíos para que parara”, recuerda Cecilia.
Durante todo el tiempo que duró su relación, Cecilia se fue cinco veces de la casa que compartía con Saucedo y en una de ellas, sin tener adonde ir, quedó en la calle.
“Yo a él nunca le pedí nada porque siempre trabajé. Cuando me separé del todo le hice una denuncia porque me había agarrado del cuello contra la pared y en la comisaría me decían que no me iban a tomar más denuncias, que lo tenía que hacer era irme de mi casa”, recuerda: “Estuve nueve meses sin ver a mis hijos y viviendo en la calle hasta que me pude poner en contacto con mi mamá, que ahora vive en Entre Ríos, y me pagó un pasaje de urgencia porque estaba pasando hambre y tenía algunos problemas de salud por el estrés”.
Cuando regresó a Buenos Aires, Cecilia conoció a quien hoy es su actual pareja. Volvió a su barrio en Florencio Varela y se mudó con él a una casa a cuatro cuadras de la de Saucedo. “Bueno, ya que te juntaste vení, busca a los pibes y a mí no me rompas más las pelotas”, fue su reacción cuando se enteró. Cecilia pudo volver a vivir con sus hijos.
De acuerdo al relato de Cecilia, Miguel Ángel nunca terminó de aceptar la separación y con su nueva vida en pareja empezaron otros problemas: “Nunca le pasó plata a los nenes, los veía cuando quería y yo le decía que por favor no los hiciera ilusionar porque ellos querían verlo y él no aparecía. Varias veces vino a mi casa drogado o borracho y me pegaba y yo no lo dejaba ver a los nenes en ese estado. Tengo en mi teléfono mensajes y audios de él donde me amenazaba y me pedía que le mandara fotos. Estando mi pareja presente incluso me decía ‘sos una puta, te revolcás con cualquiera’”.
“En el juzgado me decían que terminara rápido los papeles para fijar los días de cada uno y la manutención”, explica Cecilia. “Pero yo no quería plata, yo nada más quería un régimen de visitas”.
En julio de 2019 finalmente se fijó un acuerdo en el Juzgado de Familia N°1 de Florencio Varela. De lunes a miércoles, los chicos estarían con su mamá, de miércoles a viernes con su papá y alternarían los fines de semanas, cumpleaños y fiestas. La casa de Cecilia no tiene numeración, así que la residencia principal de los chicos se fijó en la casa del padre.
Las visitas funcionaban bien al principio pero de a poco Saucedo empezó a incumplirlas y renunció a su trabajo para no pagar la cuota alimentaria. “No te voy a dar plata para que te hagas tatuajes”, le dijo a Cecilia. Su preocupación además aumentó con los comentarios de L., una de sus hijas, quien le contaba que recibía malos tratos por parte de “Gigi”, la actual pareja de Saucedo y ante la duda de si él cumplía correctamente con los cuidados que su hijo A. necesita: el chico tiene autismo y realiza un tratamiento especial el Hospital Pedro de Elizalde, ex Casa Cuna. Cecilia decidió denunciarlo una vez más por todo esto.
Los primeros días de septiembre, sin embargo, la historia de Cecilia y sus hijos se volvió a torcer. Un día de los que estaban con ella, Saucedo empezó a insistir por mensaje con que fuera a verlo para tener relaciones sexuales con él. La negativa de ella lo enfureció: “Ahora bancate la que se te viene. Si te importan tus hijos me los vas a traer”, le dijo. Los días siguientes los pasaron en lo de su padre.
Unos días después, cuando Cecilia debía buscarlos de nuevo, Saucedo aprovechó el momento para entregarle en mano un papel con un informe médico de la Policía Científica donde se daba por confirmado que L., su hija menor, había sufrido un abuso sexual. “Tenés que fijarte porque tu hija se empezó a hacer pis encima”, la retó él. “¿Qué clase de padre se guarda cuatro días esa noticia y no me avisa a mí, que soy su mamá?”, dice ahora ella. Pero había más: en ese momento Saucedo le informó que ya había presentado una denuncia por abuso sexual contra su padre, el abuelo materno de los chicos, que ahora investiga la UFI N°8 de Florencio Varela.
“Yo soy hija única y como mi papá está muy enfermo lo estaba cuidando yo. Mi papá se hizo cargo de todo, mi nena más chiquita incluso le dice ‘papá’”, repite Cecilia con la voz temblorosa del otro lado del teléfono. “La verdad es que tengo una desesperación terrible porque yo también sufrí violación de mis tíos cuando tenía cuatro años. Desde muy chicos les enseñé a cuidarse, a bañarse siempre solos y a contar si alguien quería tocarlos. No lo entiendo. No puede ser posible además porque mi viejo jamás se quedó con los nenes solo. Ella lo ama a su abuelo, yo le pregunté varias veces si había pasado algo con él y ella me dijo que no”.
Pero la denuncia ya estaba hecha y el padre de Cecilia, de 65 años, aún vivía con ella. Por este motivo, el juez Germán Luis Meiszner del Juzgado de Familia N°1 de Varela decidió suspender el acuerdo entre ambos y dispuso que el cuidado personal exclusivo de los niños quede en cabeza de su padre. Cecilia no puede verlos desde entonces, con excepción de algunas pocas visitas supervisadas en el juzgado. El 8 de octubre fue la última vez que los vio desde la puerta de la casa de su ex y todo lo que recuerda de ese día es a sus hijos llorando para irse con ella y a la pareja de Saucedo que le decía ‘no te vas a llevar a mis hijos’. “Saludé a los chicos y me tuve que ir llorando”.
Desde ese momento y hasta ahora, Cecilia lo denunció a su ex al menos cuatro veces más. Las primeras fueron por amenazas contra ella y por presuntas agresiones hacia los niños de él y su pareja que ellos le relataban a su mamá por teléfono. En noviembre pasado, en tanto, Cecilia solicitó una restricción de acercamiento y un botón de pánico luego de cruzárselo por la calle. En esa oportunidad, según consta en la denuncia, él le escupió la cara y la amenazó: “Si vos me seguís haciendo denuncias para sacarme a mis hijos voy a hacer lo que no hice hace cuatro años: TE VOY A DESFIGURAR LA CARA”.
El 31 de enero de este año, además, Cecilia denunció que Saucedó supuestamente la violó, en una causa que está en manos de la UFI N°4 de Lanús, la cual motivó una nueva restricción de acercamiento. Menos de dos meses después, en marzo, Cecilia volvió a verlo por la calle junto a su actual mujer y volvieron las amenazas: “Si seguís haciendo denuncias vas a terminar como las mujeres que ves en la tele. Y de tus hijos olvídate porque vos no tenés más hijos”, le dijeron esta vez. Los denunció a los dos.
Frente a la pila de presentaciones que se acumulan, Cecilia sabe poco y nada de sus hijos. Pudo verlos apenas tres veces en las visitas que dispuso el Juzgado de Familia y cuenta que en esas ocasiones la menor de sus hijas le dijo “No quiero estar con papi”. Sabe que la mayor repitió de curso y que Saucedo, que fue padre de nuevo y se mudó a Lanús con su nueva pareja, los cambió de colegio. No sabe a cuál. Ahora Saucedo cobra la AUH que antes cobraba ella y Cecilia, que también les envía una cuota, cree que el dinero y su propio sufrimiento son la principal motivación de su ex para mantenerlos a su resguardo.
“Él se mantiene con eso porque no trabaja. Una vez, cuando todavía cobraba la Asignación, la nena me llamó y me pidió que le comprara un vestido. No gasté plata de él ni mía, gasté la que es para ellos y el padre me hizo un escándalo porque no le di la plata directamente. Si le sacan la Asignación van a ver cómo en dos minutos se los saca de encima”, arriesga Cecilia. Le preocupa, particularmente, su hijo que vive con autismo: dice que su propio padre la rechaza, que “le tomó odio” por su condición.
Mientras tanto, Cecilia espera definiciones de la Justicia. Quiere volver a vivir con sus hijos, quiere que avancen las denuncias contra Saucedo pero, sobre todo, quiere saber quién abusó de L. Dice que su padre está deprimido, que jura que no le hizo nada a su nieta y que se fue de su casa para facilitar que ella recupere la tenencia. En la causa que tramita la UFI N° 4 de Lanús, dice, no hubo movimientos. Estaba pautada una entrevista con psicológos que nunca ocurrió por las dificultades que llegaron con la pandemia y dice que nadie le avisó si su hija declaró o declarará en una Cámara Gesell para escuchar su versión.
“No quiero que me tengan lástima, no hago esto por mí. Si yo supiera que ellos están bien alimentados y están cómodos lo comprendería aunque me duela, pero siento que tengo que ir a buscarlos. La angustia que tengo estos meses me está matando. El juez no los escucha y el papá sabe que soy muy sensible con ellos”, se lamenta Cecilia, que, al igual que Saucedo, sabe muy bien que los tres chicos son su verdadero punto débil: “Sabe que a mí me puede hacer cualquier cosa y que no me va a importar, pero que si se mete con las criaturas me mata”.
( Fuente: Infobae)