Por estos días se está realizando este encuentro de cierre, con distintos contingentes de jóvenes que van pasando y un coordinador que desde hace doce años está integrado al programa: Emiliano Civale.

«Nos costó mucho organizar esto; hasta último momento pensamos que no íbamos a poder disponer de este lugar, y por eso habíamos planeado otro tipo de encuentro de cierre. Pero nunca bajamos los brazos, iniciamos una campaña en redes, elevamos notas, logramos que se visibilizara la demanda y acá estamos», explicó Emiliano.

«Son pibes que llegan de lugares muy diversos, con realidades muy diferentes, que han trabajado tanto en organizaciones sociales y políticas como en escuelas privadas, públicas, todos con una base común que es la defensa de los derechos humanos. Ellos traen problemas de su comunidad, historias de desaparecidos, pero también el estado de situación de la sala del barrio o de la escuela. Problemáticas comunes que no reconocen fronteras, porque hay una matriz que no distingue localidades y que tiene que ver con la reproducción de la desigualdad. Además, muchas veces no se limitan a exponer sino que también demandan; elevan notas, pedidos, visibilizan, todo a partir de estas investigaciones», agregó.

¿Qué se llevan los pibes de estos encuentros? Según Emiliano, «la convicción de que es con más democracia como se solucionan los problemas y, sobre todo, con la palabra como herramienta, sobre todo en momentos en que esa palabra está tan vapuleada y la violencia es la herramienta de relación, desde el gobierno nacional para abajo. Lo que generamos acá es otra forma de construcción».

Destacó el dirigente que «Jóvenes y Memoria tiene una particularidad: no establecemos límites para las investigaciones; estamos siempre abiertos y permeables a lo que nos traen los jóvenes. Por ejemplo: la problemática de género llegó al programa mucho antes que la ola feminista. También vemos un crecimiento importante de las cuestiones ambientales, el acceso al agua, la contaminación de los ríos, el avance de las petroleras en el mar… y este año hay una preocupación muy fuerte por el acceso al trabajo. Chicos cuyos padres se quedan sin laburo, tienen que salir a trabajar y hasta pierden la asistencia social».

Finalmente, expresó Emiliano que «lo que nos llevamos nosotros es mucho aprendizaje; acá no hay nada predeterminado, sería imposible controlar qué hacen trece mil jóvenes de la provincia de Buenos Aires. Este año el programa ha sido señalado desde el Senado de la Nación, desde algunos concejos deliberantes, como que adoctrinamos, que bajamos línea, y la verdad no tiene nada que ver con eso. Acá son los pibes los que toman la palabra, la construcción de conocimiento es absolutamente transversal, no hay alguien que «sabe» y otro que «aprende». Es un intercambio en el que nadie tiene la «posta» sino que se construye».