Mercado literarioEl cómic ante la crisis: cómo resisten las editoriales de novela gráfica
15 enero, 2024
Los sellos aseguran que están atentos a qué imprenta tiene papel y diseñan sus planes de producción en función de la existencia de materiales.
Desde el aumento del precio del papel que se ha instalado como problemática en las editoriales independientes, la crisis golpea fuertemente a aquellas especializadas en novela gráfica, por utilizar un insumo especial para las ilustraciones, lo que llevó a editores a repensar el mercado y buscar estrategias para no quedar atrapados en una lógica atroz que hace peligrar el acceso a los libros y la bibliodiversidad.
La crisis económica amenaza con llevarse puesta a una parte de la industria editorial. Ya lo había advertido el escritor argentino Guillermo Saccomanno cuando abrió la edición 2022 de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires: «A la escasez de papel, producto de la pandemia y del aumento de los costos de energía en el mundo, se le suman en nuestro país los problemas habituales. La industria del papel es oligopólica, el papel se cotiza en dólares y aun cotizando en dólares tiene inflación y ningún tipo de reglamento desde el Estado».
En aquella oportunidad, el autor de «Cámara Gesell» había colocado el foco en las editoriales pequeñas y medianas a las que se le torna «muy difícil planificar la edición e impresión de libros». El problema está relacionado con que la producción y distribución de papel recae sobre dos empresas que controlan todo el mercado: Ledesma y Celulosa Argentina. A eso se le suman otras variables de impacto presente -como la escalada del dólar, la última devaluación del 54% y una inflación interanual que llegó al 211,4% en diciembre- y de alcance futuro, como la derogación de la Ley del Libro que impulsa el gobierno de Javier Milei, entre otras iniciativas enviadas al Congreso.
Dentro de la industria editorial, uno de los sectores más afectados por esta trama de factores con las editoriales gráficas, que utilizan un papel ilustración especial que tiene costos más elevados que los de las publicaciones tradicionales. Libera la bestia, Loco Rabia y Hotel de las Ideas dialogan con Télam sobre cómo atraviesan la crisis del papel, la inflación y qué estrategias ponen en marcha para sostener sus proyectos. Pero no son los únicos en este barco que amaga a naufragar pero resiste. Aunque acotado, el listado de las editoriales gráficas en nuestro país: allí revisten Pictus, Alquimia, Capitán ediciones, Deriva, Rabdomomantes y Plissken Studio, entre otros sellos.
Loco Rabia nació en 2008 por la necesidad de sus fundadores y actuales directores, Alejandro Farías y Marcos Vergara, de poder editar obras propias. Pronto se sumaron otros autores y autoras nacionales y con el tiempo, extranjeros. Su catálogo, compuesto por más de 160 títulos, la convierte hoy en una de las editoriales más pujantes del nicho de la historieta y de las que más edita anualmente.
Sin embargo, desde 2021, después de una cruda pandemia, comenzaron a vislumbrar la problemática de la crisis del papel. Ernesto Parrilla, editor en este sello, cuenta la historia: «Los primeros rumores de la existencia de tal crisis llegaron del otro lado del océano, desde Europa. Pero ya en el último semestre del 2021 comenzó a notarse en el país. Nosotros hablamos de ello en nuestras redes, a comienzos de 2022, cuando aún no era un tema de conversación. Para abril, la cuestión se había agravado tanto que llevó a ser planteada por Guillermo Saccomanno en el discurso de apertura de la Feria del Libro».
Tras el boom del E-commerce (la compra y venta de productos a través de Internet), las empresas oligopólicas argentinas encuentran más rentable priorizar su materia prima para el cartón de embalaje, dejando de lado a las editoriales. «Pero también hay mucho de especulación. Cuando la inflación era de aproximadamente 50% anual, el papel había aumentado en el mismo período tres veces ese valor», advierte Parrilla, y cuenta que esta situación lo que lleva a «pedir presupuestos en muchos lugares» antes de la publicación de un nuevo libro.
Además, el editor cuenta: «Hay que estar atento a qué imprenta tiene papel, definir prioridades dependiendo de la clase de papel que tienen (algunos libros salen con obra de 90 gramos, pero otros necesitan 120 o similares, otros ilustración), definir pagos, porque las facilidades de antes dejaron de existir, es difícil congelar precios y luego esperar tiempos que a veces son altos, porque surgen muchos contratiempos con la llegada del papel a las imprentas y por ende, con el trabajo de impresión en sí».
De esta manera, las editoriales independientes de novela gráfica quedan desprotegidas y son obligadas a recortar el plan editorial, lo que atenta tanto contra la producción de nuevos libros como de reimpresiones. Otro problema es la inflación. En muchas ocasiones, el aumento en el papel es tal que tiene un impacto en el precio de venta de los libros, que puede resultar desorbitante. ¿De qué manera gravita esto en el acceso a los libros y en la bibliodiversidad?
Loco Rabia tiene como característica distintiva la de ofrecer libros a precios accesibles. Sin embargo, según cuenta Parrilla, «este último año los costos se dispararon de tal manera que nos obligó (tanto a nosotros como a colegas) a tener que aumentar más seguido de lo habitual».
«Si antes había dos aumentos por año, pasaron a ser cuatro o cinco. Y hoy en día vemos los costos y nos agarramos la cabeza. Los precios para entrar a imprenta se han vuelto astronómicos y los replanteos son diarios. ¿Qué hacer? ¿Cómo? Es muy compleja la situación. Los presupuestos para reimprimir algunos títulos que nos han llegado obligarían a duplicar los precios. Parece una pesadilla porque son precios que no se pueden poner», asegura el editor.
De cara a un nuevo año, no faltarán dilemas. «Tenemos por un lado un plan editorial, que se piensa y diagrama con mucha antelación, pero por el otro, una realidad acechante, que asfixia y que hace que tengas que tomar decisiones muy precisas. Sabemos que lo que hacemos aporta a la cultura, pero cuando la economía apremia, las prioridades son otras», advierte Parrilla.
A partir de la búsqueda de una narrativa fresca de los cómics, retomando aquellos icónicos como los de Batman, Superman, Wonder Woman o Spider-Man pero sin dejar de lado la huella argentina, la editorial Libera la Bestia pronto largará el tomo 7 de un proyecto titánico llamado «Manta», que resiste a la crisis del papel. Desde 2018, los guionistas Joni Crenovich y Martín Mazzeo trabajan en este proyecto editorial afincado en la localidad de Florida, en Vicente López. Provenían del campo audiovisual pero decidieron apostar por los cómics al notar lo difícil que era plasmar sus proyectos creativos en formato cinematográfico.
Sus dos primeras obras son «Iceberg» y «Manta». Esta última lleva seis números, con un séptimo en camino que relata dos vidas paralelas. Por un lado, la de un chico llamado Santiago que descubre su pasado ligado a una tragedia familiar y a un suceso rodeado de misterios, lo que lo lleva a convertirse en un especie de superhéroe. Por otro lado, la vida de Manuka, un fotógrafo cuyo trabajo lo cruza en el camino de Santiago.
De esta manera, «Manta» acarrea toda una complejidad que -según cuenta Crenovich a Télam- tiene que ver con «lo ambicioso, con querer hacer una serie en nuestra pequeña industria y en Argentina».
«En realidad ‘Manta’ es una serie que ya está escrita de principio a fin. Cuando planteamos todo eso éramos solo guionistas y no editores. Nos fuimos convirtiendo en editores de a poco, mientras llevábamos adelante el proyecto -explica-. Nos dimos cuenta de que es muy complejo mantener una serie a color, con libros de 64 páginas y hacer 10 tomos, 11 en realidad contando la precuela».
Como todo proyecto colosal, fueron muchas las dificultades. «La crisis del papel, sumada a las complicaciones económicas de nuestro país en este último tiempo, las cosas fueron bastante complejas para producir», señala el editor. De este modo, los editores tuvieron que hacer «tiradas más chicas» y «algunos títulos no pudieron llegar a distribución», según relata Crenovich.
«Nos pasaba que cuando recibíamos presupuestos para producir nos dábamos cuenta que más allá de poder cubrir o no ese costo de la imprenta, el problema era fijar el precio de venta al público, que terminaba siendo muy elevado», explica con pesar el editor.
El caso de Hotel de las Ideas es similar. Surgido en el 2009, el sello es un colectivo de dibujantes y guionistas que publicó su primer libro «Creer o reventar» en el 2012. Desde entonces, lanza nuevas propuestas de novela gráfica dedicadas a todo el público. En diálogo con Télam, el editor Diego Rey comparte las estrategias: «Compramos el papel con anticipación, variamos el gramaje del papel, anticipamos las compras de acuerdo al tamaño del libro».
Al igual que Loco Rabia, la editorial percibe que la problemática se instaló a partir de 2021 pero tuvieron un punto a favor: una compra de libros que les hizo el Estado, con la que accedieron a una bovina de papel en octubre 2021 que duró hasta fines del 2022. Una vez finalizada esa bovina, la situación se fue agravando.
«Primero no se conseguían los papeles nacionales de gramaje alto, de 118, que son los que usamos en general para novelas gráficas. Entonces tuvimos que bajar a 90», detalla el editor sobre cómo fueron bajando la calidad del papel y achicando las posibilidades.
Sobre cómo la inflación afecta al rubro, Rey señala: «Que el libro no quede inaccesible es una discusión permanente. Pero no podés escapar al aumento de los insumos. No se puede vender sin reponer, sobre todo con catálogos de menos de 100 títulos. Necesitás tener activa una buena parte del catálogo». Si la crisis económica perdura, Rey advierte que los libros van a estar «carísimos».
Hoy en día, para poder seguir sosteniendo el espacio editorial del género, cada apuesta de impresión implica cierta sensación de temor y una inversión meticulosamente evaluada.
FUENTE:TELAM/Por Leila Torres