Del 6 de septiembre al 10 de diciembreBienal de San Pablo: cómo romper con todas las estructuras conocidas mediante una coreografía
4 mayo, 2023
La 35 edición de este evento, bajo el lema «Coreografías de lo imposible», buscará proponer una perspectiva nueva para habitar el mundo a partir de correrse de los circuitos hegemónicos, desconocer fronteras y disciplinas tradicionales.
Romper con las estructuras conocidas, los circuitos hegemónicos, desconocer nacionalidades, fronteras y disciplinas tradicionales, así como clasificaciones victorianas y colonialistas: proponer, en definitiva, una perspectiva completamente nueva para habitar el mundo es lo que buscará la 35 edición de la Bienal de San Pablo, que se realizará del 6 de septiembre al 10 de diciembre en en Pabellón Ciccillo Matarazzo, en el Parque Ibirapuera, bajo el lema «Coreografías de lo imposible» y que difundió el nombre de algunos de los 100 artistas participantes, entre los que se incluye a la argentina Elda Cerrato.
El anuncio dio a conocer los nombres de 43 de los 100 artistas que estarán presentes en la bienal y será en junio, entonces, cuando se difunda el listado completo de participantes a la segunda bienal más antigua del mundo después de la de Venecia, una lista preliminar que ostenta un 76% de participantes provenientes del Sur Global y un 92% de origen negro, indígena o no blanco, además de nombres inesperados como músicos, cineastas, bailarines.
La edición de este año está preparada para celebrar la diversidad y la representación en torno al tema central, que es la «coreografía de lo imposible», a través de un espectro muy amplio de artistas, muchos de ellos participando en una gran exposición internacional por primera vez: «No es importante ni urgente hacer otra bienal más en los términos y estructuras conocidos», explicó el equipo curatorial integrado por el ex director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel (España), la escritora Grada Kilomba (Portugal), la curadora Diane Lima (Brasil) y el antropólogo Hélio Menezes (Brasil), al coincidir en el icónico pabellón de la Bienal en São Paulo, y dialogar con Télam a través de una videollamada para explicar los motivos de su elección.
El primer manifiesto de este equipo curatorial es justamente evitar la figura de un curador jefe y actuar de manera transversal y sin jerarquías, con todos los desafíos que eso conlleva: «Para nosotros ese trabajar juntos es una manera de aprender colectivamente, es una forma de gobernanza y es un trabajo epistemológico porque significa reivindicar otras formas de saber», dijo Manuel Borja-Villel.
Son perspectivas, desde la mirada de Diane Lima, que «muchas veces no tienen espacio dentro de las estructuras jerárquicas de las instituciones. No tenemos conocimiento sobre las prácticas curatoriales alternativas porque, de hecho, esas presencias y esos cuerpos nunca tuvieron espacio en las estructuras institucionales. Es tratar de entender qué sucede cuando esa composición es puesta en coreografía dentro de una institución y también cómo es que nos convertimos en lo imposible. Entonces, esa coreografía de lo imposible ya comienza también con nuestra composición y nuestro trabajo».
Para Grada Kilomba, se trata de «cuestionar aquello que sabemos. Todo saber está íntimamente ligado a procesos de violencia y de poder, lo más importante y urgente en este momento será tal vez no dar respuestas, no dar saberes, sino crear una plataforma donde nuevas preguntas pueden surgir, donde nuevas estructuras puedan surgir. Y esa fue exactamente la razón por la que nos preparamos, con el deseo de ser casi como un laboratorio experimental. ¿Qué es lo que puede surgir en una plataforma como esta? Los artistas y las obras fueron elegidas y discutidas meticulosamente para no dar respuestas necesariamente sino, por sobre todas las cosas, crear nuevos problemas y nuevas preguntas que no estaban ahí antes».
Aparecen en la lista preliminar nombres como Alina Mota (Brasil), Ana Pi and Taata Kwa Nkisi Mutá Imê (Brasil), Anna Boghiguian (Egipto), Dayanita Singh (India), Deborah Anzinger (Jamaica), Ellen Gallagher (Estados Unidos), Geraldine Javier (Filipinas), Igshaan Adams (Sudáfrica), Julien Creuzet (Francia), Niño de Elche (España), Nontsikelelo Mutiti (Zimbabwe), Wilfredo Lam (Cuba), Duane Linklater (Canadá), Marilyn Boror Bor (Guatemala) o Trinh T. Minh-Ha (Vietnam).
«Los artistas no están seleccionados según el país al que pertenecen, no hay una vocación ecuménica. El Estado Nación es una idea colonial con la cual ninguno de los que estamos aquí concordamos. Y todas las decisiones las tomamos como equipo, sin la figura de un curador jefe. Es una tentativa de desafiar las categorías», resumió Borja Villel.
Lo imposible, entonces, se refiere a las realidades políticas, jurídicas, económicas y sociales en las que se inscriben las prácticas artísticas y sociales, pero también a la manera en que estas prácticas encuentran alternativas para sortear los efectos de estos mismos contextos y así aparecen palabras como la ancestralidad, las diásporas y por sobre todo, las diferencias y su visibilización.
Entonces, insistieron, no hay una intención de que estén representados todos los países del mundo: «Eso solo sería posible si el curador de esta bienal fuera Funes, el memorioso -bromeó Villel al referir al personaje creado por el escritor argentino Jorge Luis Borges-, entonces sí que hubiera conseguido tener todos los artistas del mundo. Para nosotros, todo conocimiento siempre es parcial, siempre es fragmentario».
«A través de de la poética, a través de la de las coreografías, se buscan otros espacios que son de resistencia y sobre todo son de libertad, son espacios que buscan imaginar otros mundos y en esa imaginar otros mundos, son mundos donde las normas, las reglas se van inventando continuamente y negociando continuamente», apuntó el historiador español.
De este modo, los cuatro curadores que provienen de España, Brasil y Portugal, prefieren no acentuar en las nacionalidades, ni de ellos ni de los artistas seleccionados, pero tampoco en las fronteras geográficas, ni las categorías artísticas, ni en la categorías históricas de cualquier bienal: por que su intención es justamente «coreografiar lo imposible».
Los artistas anunciados hasta ahora, entonces, «tienen relaciones con otras genealogías, con otros antecedentes que no necesariamente se adaptan con una cierta historia que la disciplina de la historia del arte nos cuenta, por momentos muy eurocéntrica. Hay una combinación de contemporáneos e históricos, de obras a gran escala y de pequeño formato, que piden por momentos una aproximación más intensa o un distanciamiento de perspectiva mayor. Y, en este sentido, hay un cierto baile, una cierta coreografía del cuerpo de los participantes», señaló el antropólogo Hélio Menezes.
Y añadió: «Ese es uno de los desafíos que la 35° bienal instaura, cómo pensar un espacio en el cual diversos lenguajes y formas de expresión se comunican, por lo tanto son objetos, apariciones, sonidos, olores, sensaciones, materias orgánicas, pinturas, instalaciones, música, cine, que se deshacen en el espacio y se recomponen para nuevas formas orgánicas. No en un proceso departamentalizado, sino en un espacio en el que se mueven libremente. Es justamente esa maraña de lenguajes y relaciones que nos interesa mostrar».
Es posible entonces, la idea de pensar la bienal como una coreografía, como una danza, o como el capoeira -sugirió la curadora Diane Lima-, esa práctica afrobrasileña que es lucha y danza, que exige movilidad, y aprender a desviar el cuerpo, a avanzar y a esquivar.
Sobre la presencia de la italiana nacionalizada argentina Elda Cerrato, fallecida recientemente, Borja-Villel señaló que es «una artista esencial»: «Empezamos a trabajar con ella en vida, las obras fueron seleccionadas junto con ella. Estaba súper lúcida. La única pena es que no podrá ver el trabajo terminado», se lamentó el español sobre la artista que murió en febrero pasado, a los 92 años.
«Su obra -continuó- entraba desde el principio con el concepto de la bienal por múltiples motivos: su obra muta, le da danza al movimiento, plantea otro modo de entender el mundo y otra forma de entender el tiempo que, para ella, no era un elemento lineal, sino un movimiento espiral, siempre dando vueltas la relación entre arte y ciencia».
«Es importante ir más allá de las disciplinas que nos fueron dadas -agregó la escritora Grada Kilomba- porque esa fragmentación de las disciplinas, de deberes, de saberes está íntimamente ligado con una historia colonial, de poder y de violencia. Cuando hablamos de Elda Cerrato es una artista que trae una variación tan grande de perspectivas, porque va más allá de las disciplinas fragmentadas que nos dieron. En su obra aparece un nuevo vocabulario, nuevos lenguajes, y creo que es un ejemplo de ese proceso en el cual hay una multiplicidad de coreografías».
FUENTE:TELAM/Por Mercedes Ezquiaga