Ricardo Celma, artista plástico“Me gusta resignificar el realismo desde esta parte del mundo”
21 octubre, 2019
Ricardo Celma nació en Buenos Aires en 1975. Desde los cinco años tomó clases en los talleres de grandes artistas, como José Alberto Marchi, Claudio y Julio Barragán. Obtuvo los títulos de profesor nacional de pintura, y es licenciado en Artes Visuales por el Instituto Universitario Nacional de Arte (IUNA). En su haber hay destacadas muestras individuales y colectivas nacionales; ha expuesto también en el exterior: Perú, México, Panamá, Holanda, entre otros países.
El reconocido artista argentino se refiere a la necesidad de pintar y a la búsqueda de un diálogo directo con el espectador. Como así también, en la comunión espiritual que se da en las artes plásticas. Con un sentido agudo acerca de la esencia de la creación, y sin dejar de lado una postura crítica respecto del escenario artístico.
A partir de una compresión amplia, lúcida y firme del arte figurativo, el creador Ricardo Celma narra su obra realista, con una fuerza que sólo le puede otorgar ser el poseedor de una técnica virtuosa y por demás prolija
Clásico, y en ocasiones irreverente, en su trabajo realista confluyen rasgos del romanticismo, roza lo barroco; es belleza, religiosidad y misticismo; y a su vez, puede increpar al espectador con elementos más contemporáneos, invitándolo a cuestionar esa misma realidad manifestada de manera ineludible.
Admira a clásicos de la talla de Antonio Berni (1905-1981), pero además mantiene interés por la pintura de contemporáneos como Odd Nerdrum (1944); él puede hacer gala de su esteticismo y de la pureza de sus composiciones para dialogar y comunicarse fielmente con el espectador, conmoviendo esa conexión con lo natural y lo eterno.
Un pintor que evidencia a través de su obra ser un verdadero maestro de la contemporaneidad.
-¿Cuándo ocurre su primer contacto con las artes plásticas?
Comencé en un taller a los cinco años y nunca dejé de estudiar arte, ah! ese pintor era Antonio Berni y su obra me sigue llevando a esos sentimientos lejanos.
–Menciona a Antonio Berni, gran Maestro de la pintura ¿qué mensaje siente de él?
Me parece, junto a Quirós, Quinquela Martín, Carlos Alonso, Guillermo Roux, entre otros, el ejemplo de la fuerza de “pintar tu aldea”, de buscar en todas las estéticas para contar la tuya personal, tus personajes tu sentido de pertenencia. No recuerdo haber elegido ser pintor, siento que fue algo natural, nunca me imaginé ser otra cosa. Y nunca sentí ninguna conexión con las formas de hacer arte que olvidan o desprecian el oficio de pintar.. Desde América del Sur, en un principio hubo un planteo de arte comprometido y técnico, pero en algún momento eso también fue considerado impropio por el poder, y se impusieron el Instituto Di Tella, y otras formas de arte, más “divertidas” y menos comprometidas.
Se necesita ser artista, y el arte en sí es una forma de comunicación, por lo tanto uno trata de dar argumentos para que se entienda tu mensaje. En esta forma de vida, pintar en mi caso se vuelve una necesidad tan imperiosa como comer o respirar.
Si, quisiera encontrar en mis obras una especie de armonía, un tipo de armonía que no niegue ni lo terrenal, ni lo divino, e incluya el concepto o la técnica, seguramente fracaso en los intentos pero es tan hermoso el desafío que espero hacerlo hasta el fin.
Como artista me gusta la búsqueda de la belleza, fue tanta su ausencia cuando estudiaba arte, que al hacer arte decidí que fuera mi búsqueda. Como espectador sin embargo me llegan todas las formas estéticas, amo a los artistas como Lucien Freud o a Odd Nerdrum, que desde lo descarnado encuentran esa otra belleza sublime de lo triste o grotesco.