En el Parque de la MemoriaUna muestra revalida la vigencia de Alicia D’Amico, fotógrafa activista, pionera y feminista
6 agosto, 2022
«Ninguna imagen es inocente. Toda imagen está teñida de ideología. Ética y estética van unidas», son las palabras de la artista que se leen sobre la pared de la sala, a modo de recordatorio de su manera de plantarse ante la vida.
A 21 años de su muerte, el Parque de la Memoria inaugura este sábado en la sala PAyS «Una identidad en fuga», la primera exposición antológica de Alicia D’Amico, que reivindica su invaluable aporte a la fotografía y que es producto de una investigación de largo aliento sobre un archivo de 50 años y más de 10.000 negativos de los que se seleccionaron 114 imágenes de todos sus períodos.
«Ninguna imagen es inocente. Toda imagen está teñida de ideología. Ética y estética van unidas», son las palabras de la propia D’Amico que se leen ploteadas sobre la pared de la sala, en letras agigantadas, a modo de recordatorio de la manera de plantarse ante la vida de esta artista disruptiva, feminista, pionera y fotógrafa.
Con la presentación de algunas imágenes nunca antes exhibidas, la muestra da cuenta -a través de cinco ejes organizadores- de las diferentes temáticas en las que D’Amico trabajó a lo largo de su extensa carrera, en la que impulsó su arte como herramienta para involucrarse en los cambios sociales y políticos de su época, como fotógrafa social.
“Alicia D’Amico fue una fotógrafa de base activista. Lo que tocaba quería transformarlo”, resume María Laura Rosa, curadora de la muestra junto con Tamara García Iglesias, mientras recorre la primera sala que recibe al público, titulada “Desafiar a la desaparición”, que testimonia las difíciles situaciones por las que pasó nuestro país y su correlato de protestas en las calles, desde el Siluetazo hasta las marchas de las Madres de Plaza de Mayo. “Ella estaba en las calles con los movimientos sociales”, continúa Rosa.
El velatorio del general Aramburu, la masacre de Ezeiza, las rondas de las Madres de Plaza de Mayo: D’Amico fue congelando esos instantes para “evitar que se fuguen al olvido», se lee en el texto de la sala. Su presencia en los espacios públicos y su mirada sagaz la llevaron a realizar tomas que condensan en un solo gesto mucho de lo transcurrido.
El itinerario continúa por el núcleo temático “El viaje: de la línea recta a la curva”, que da cuenta de sus múltiples viajes por todo el mundo, ya sea España o la Patagonia -donde retrata a los mapuches-, así como su amada París, ciudad donde se decidió a ser fotógrafa, aunque había egresado de la carrera de Bellas Artes. “Por eso su fotografía tiene mucha influencia de la pintura -detalla la curadora, en este núcleo que alberga algunas de sus más famosas imágenes-. Y aunque aquí D’Amico se propuso jugar con las curvas y los contornos de lo fotografiado en esas ciudades, siempre destaca la mirada humana, la mirada sensible.
En este repertorio destaca el viaje que realizó en 1988 a la localidad neuquina de Aluminé, dentro del Parque Nacional Lanín, para estudiar la vida cotidiana y el rol de las mujeres dentro de estas colectividades. Casi como un guiño al espectador, esta sala refleja también el vínculo afectivo que la fotógrafa mantiene con los animales, especialmente con los felinos, de vital importancia a lo largo de su vida. Allí se ven dos fotografías de su gatita Mandy, una simpatía digna de protagonizar hoy cualquier posteo de animalitos, de esos que se viralizan en redes.
Ya en una sala más angosta, de paredes pintadas de negro y luces bajas, se desarrolla el tercer eje, “Publicar o morir”, dedicado al arte del fotolibro, del cual D’Amico fue una de sus pioneras. El 90 por ciento de lo que se ve en la exhibición es vintage y hay además algunas perlitas, como en esta sala, donde se incluye obras que pertenecen a la colección del Museo Reina Sofía de España, aclara la curadora.
Los proyectos «Buenos Aires Buenos Aires» (1968), «Geografia» de Pablo Neruda (1973), «Retratos y autorretratos» (1974) y «Humanario» (1977) -famosa y dramática serie que realizó junto con Sara Facio sobre las condiciones paupérrimas de los hospitales psiquiátricos- son parte de la genealogía del fotolibro argentino. La serie “Podría ser yo” se enfoca en los sectores populares urbanos de Buenos Aires, encargo de dos sociólogos que buscan a D’Amico para que realice el soporte visual del trabajo que estaban realizando.
“Retratos y autorretratos” (1974) abarca el rostro de famosos escritores, como Julio Cortázar, que conformaron en los años 70 el llamado boom latinoamericano, y es inevitable notar que son, en su gran inmensa mayoría, por no decir casi todos, hombres. En efecto, la única mujer presente en esa serie es la autora Silvina Ocampo, quien posa con la mano abierta justo frente al obturador de la cámara, tapándose las facciones de la cara, sólo se ve su cuerpo, con un vestido por debajo de las rodillas, sentada de manera informal, una imagen que decide acompañar en la publicación del libro con un particular ensayo: una crítica a la construcción de la belleza femenina. Hay allí también fotografías de Jorge Luis Borges en la antigua Biblioteca Nacional de la calle México y, al final, unos maravillosos retratos de Alejandra Pizarnik.
La muestra, que incluye obras desde los años 60 hasta su muerte, no está organizada cronológicamente sino “afectivamente”, destaca Rosa, curadora e investigadora del Conicet.
El interés por los desnudos y por cuestionar lo canónico surge en D’Amico a finales de los años 60, tal como relata la sala “La intimidad como honestidad”, cuando retrata al escritor Severo Sarduy en su casa de París. Allí la fotógrafa inicia un recorrido para ampliar este género, buscando salir de los estereotipos de belleza o de los cánones tradicionales de representación.
Una sala de clima intimista, pequeña, casi como un santuario, alberga a estas tomas en la que la autora demuestra una metodología de trabajo afectiva, basado en la confianza entre ella y su modelo. Durante las dos últimas décadas de labor, los años 80 y 90, la fotógrafa se propone investigar cómo la libertad sobre el propio deseo y el cuerpo femeninos crean otras imágenes de mujeres, diferentes a las que circulan masivamente por los medios de comunicación, otra mirada que la ubica como pionera.
La última sala del recorrido, “En la casa y en la plaza”, está dedicada al inmenso trabajo que realizó D’Amico sobre el feminismo: su implicancia con los movimientos de mujeres y su compromiso con los activismos feministas la lleva a ser una de les integrantes de la Unión Feminista Argentina (UFA), activa entre 1969 y 1976, así como también de «Lugar de mujer», espacio creado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el 13 de agosto de 1983.
“Lo personal es político”, “Maternidad libre y consciente”, “Despenalizar el aborto” se lee en algunas de las pancartas que la fotógrafa pone en el primer plano de su lente al servicio de los feminismos, desde las protestas del 8 de marzo de 1984, Día Internacional de la mujer, a la Primera Asamblea Nacional de Mujeres Feministas en Argentina.
La agitada década del 80 conduce a D’Amico a documentar los reclamos feministas de la primavera democrática, centrados en la conquista de la ley del Divorcio Vincular, la de la Patria Potestad Indistinta y la de la Interrupción Voluntaria del Embarazo.
“D’Amico fue la gran documentalista de los movimientos de mujeres”, concluye la curadora, en referencia al amplio abanico de investigaciones que encaró la fotógrafa y que permite reflexionar sobre la vigencia que tienen estas discusiones en la actualidad: las desigualdades, las identidades sexo-genéricas, la vejez, las amistades, el pueblo mapuche y las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo.
La muestra “Una identidad en fuga”, un proyecto producido por el Parque de la Memoria con el apoyo del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) se podrá visitar hasta el 6 de noviembre, en la Sala PAyS (Presentes, Ahora y Siempre) del Parque de la Memoria – Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, Avenida Costanera Norte Rafael Obligado 6745, con entrada libre y gratuita.
FUENTE:TELAM/POR MERCEDES EZQUIAGA