CABA:Denunciaron la muerte de casi mil árboles en espacios públicos porteños
7 febrero, 2022
En un marco de crisis climática creciente a nivel global e insuficiencia de espacios verdes a escala local, aumentan las denuncias de organizaciones ambientalistas sobre las políticas de arbolado porteñas, las cuales apuntan a que abundan la tala y la poda, mientras escasea o es nula la manutención.
Casi mil árboles plantados por el Gobierno de la Ciudad en Costanera Sur, Parque Tres de Febrero y Paseo del Bajo se secaron en poco más de dos años, un número que representa más del 70 por ciento de los ejemplares puestos allí entre 2019 y 2021.
El relevamiento, realizado y difundido por las organizaciones sociales Basta de Mutilar y Casco Histórico Protege, se suma a denuncias de larga data sobre las políticas de arbolado porteñas, las cuales apuntan a que abundan la tala y la poda, mientras escasea o es nula la manutención, en un marco de crisis climática creciente a nivel global e insuficiencia de espacios verdes a escala local. Desde la administración porteña responden que «hay que esperar» y ver la evolución de esos 947 árboles sin hojas ni brotes.
Paseo del Bajo
«Todo empezó con el Paseo del Bajo –cuenta un integrante de Basta de Mutilar y Casco Histórico Protege, que prefiere no dar su nombre- Veíamos que las plantaciones que se hicieron en 2019, cuando se inauguró, se estaban secando. Veíamos que en los canteros centrales estaban muriendo demasiados, esa fue la primera vez que dijimos ‘hay que hacer relevamiento'».
En un primer momento se hizo un conteo de todo lo plantado allí, tanto en canteros como en veredas, así como de los ejemplares sacados: a través de Google Maps, cotejaron imágenes para detectar ejemplares faltantes. En enero de 2020 volvieron para chequear cómo evolucionaban los árboles: «Había muerto un tercio de los plantados en los canteros. En el segundo año, en enero de 2021, casi el 60%. Y este año, el 77% de los árboles de los canteros estaban muertos».
Muchos de los ejemplares de esa zona son álamos, especie que «requiere mucha agua al principio. Los especialistas consultados concordaron en que había excedencia de sol, falta de riego, y el sustrato que no era el adecuado. Además detectamos que para el área de canteros no tenían adjudicado mantenimiento en la primera etapa. En las veredas sí, pero de los árboles de los canteros no se ocupaba nadie». De los 502 árboles plantados originalmente, sólo sobrevivieron 114.
Costanera Sur
Con ese antecedente sobre lo ocurrido con los árboles del Paseo del Bajo, obra emblemática de la gestión de Horacio Rodríguez Larreta, las organizaciones decidieron poner la lupa sobre otras áreas con arbolado nuevo. Apuntaron entonces a los álamos de Costanera Sur: 815 ejemplares plantados a mediados de 2021.
«Hubo una gran movida mediática por esas plantaciones –recuerda uno de los referentes de los relevamientos- Uno piensa ‘lo van a cuidar, a regar’. Pero con el correr del tiempo veíamos que se estaban muriendo ahí también. En enero relevamos y fue atroz. En seis meses se murieron el 68% de árboles: 559 ejemplares«. Y pronostica que «se van a seguir muriendo, porque los que ya tienen poquitas hojas los contamos como vivos, pero sin mantenimiento se van a morir».
El experimento se repitió en Parque Tres de Febrero y Parque de las Américas. «En la pandemia de repente aparecieron un montón de árboles plantados de diferentes especies y lo curioso es que veíamos que algunos ejemplares eran grandes para ser recién plantados –diámetro de 10 o 15 centímetros- pero nos llamó la atención que estaban mochados, no tenían ramas. No sabemos por qué se plantó así».
En esos parques, contaron que la mitad de los árboles plantados en pandemia estaban muertos.
«Las plantaciones, más allá de lo decorativo, de que nos guste ver los jacarandás y las tipas en fotos de Instagram, tienen una función primordial en medio de la crisis climática y eso no está siendo tenido en cuenta»
A esto se suma la situación específica de los eucaliptus, atacados por la plaga del insecto Glycaspis brimblecombei, originada en Australia y diseminada por todo el mundo. «Hace años los venimos viendo con pocas hojas, la plaga va succionando la savia y el árbol va perdiendo hojas y se va muriendo. En este relevamiento vimos que en el sector del lago del golf había 19 eucaliptus grandes muertos», dice el ambientalista.
Y aporta otros datos, por fuera de las zonas relevadas en detalle, como la muerte de 9 de las 10 tipas plantadas sobre avenida Libertador en la zona de la Embajada de Chile. «Está a la vista. Es muy repetitiva esta situación. Sería bueno que el esfuerzo y los dineros para el arbolado sean también para mantenimiento. Las plantaciones, más allá de lo decorativo, de que nos guste ver los jacarandás y las tipas en fotos de Instagram, tienen una función primordial en medio de la crisis climática y eso no está siendo tenido en cuenta».
Desde el Gobierno de la Ciudad, en tanto, destacan que plantaron «más de 16 mil árboles en 2021» y aseguran que se está haciendo un seguimiento de los ejemplares nuevos y lleva tiempo su adaptación o recuperación. «Por fuera parecen tener esa condición (estar secos) pero hay que esperar», dicen ante la consulta de esta agencia sobre los datos de Costanera Sur y Parque Tres de Febrero.
UN FALLO JUDICIAL OBLIGA AL GOBIERNO PORTEÑO A INFORMAR A LA CIUDADANÍA SOBRE PODAS Y EXTRACCIONES
El bajo presupuesto destinado al mantenimiento del arbolado, con su correlato en la priorización puesta en la poda y las extracciones, es uno de los ítems señalados como problemáticos por las organizaciones abocadas a la defensa de los árboles porteños, una de las cuales, Basta de Mutilar, incluso llevó el tema a la justicia con resultado a favor.
En septiembre último, la Sala I de la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo y Tributario rechazó las apelaciones de la administración encabezada por Horacio Rodríguez Larreta y dejó firme el fallo de febrero del año pasado del juez Guillermo Scheibler, que ordenaba suspender podas y extracciones de árboles hasta que no se cumpla con lo dispuesto por la Ley 3263, e incluyó un acceso total de la ciudadanía a los datos sobre arbolado y que el tema esté a cargo de personal idóneo.
«Después de la sentencia, el Gobierno de la Ciudad y las juntas no cambiaron su actitud», denuncia María Angélica Di Giacomo, fundadora de la organización Basta de Mutilar Nuestros Árboles.
La activista añade que «lo que sí hicieron –como una manera de que creamos que están cumpliendo- fue lanzar el portal Arbopedia, que no tiene ninguna novedad». El portal fue estrenado a comienzos de este año, podés acceder haciendo click aquí.
«Según la sentencia no podrían tocar un árbol hasta no cumplir lo que dijo el juez: que la información sea accesible a la comunidad, pero no sólo cuántos fresnos hay y demás, sino qué van a hacer con cada ejemplar y por qué. Deberían tener informes sobre cada árbol por talar, extraer, podar, fotos de antes y después. Todo eso debería estar y no está».
Mientras tanto, las prácticas denunciadas siguieron. «No estamos de acuerdo en podar como lo están haciendo. Solo se debería podar si es necesario, porque es una agresión al árbol, los hace más vulnerables, acortan su esperanza de vida y perdemos sus beneficios. Un árbol con tres hojitas no produce los beneficios ambientales de un árbol con todo el follaje», remarca Di Giacomo.
Cuestiona, además, los motivos esgrimidos para justificar las podas: «Inventaron el despeje por luminarias, porque las colocaron sin tener en cuenta el arbolado. Nos dicen que ahorramos con la luz led, pero tenemos que pagar cada poda por luminarias».
Según los datos recabados por Basta de Mutilar a partir de la licitación que adjudicó el mantenimiento del arbolado, «de los 2500 millones de pesos asignados para arbolado de alineación (en veredas) en dos años, el 95% se usa para poda, cortes de raíces y extracciones. Solo 5% para plantación y cero pesos para cuidar lo plantado». Todo esto, en manos de un grupo de pocas empresas –entre ellas, algunas aportantes de campañas del PRO- y con ingresos crecientes en función del aumento de las podas y sus costos por ejemplar. De hecho, el fallo del juez Scheibler citaba un informe de la Auditoría General de la Ciudad que advertía sobre un aumento del 500 por ciento en tres años (de 2012 a 2015) en el negocio de la poda.
«No hay una real política para preservar, plantar y cuidar. Nos estamos quedando sin los beneficios del arbolado. Hay que hacer las cosas de acuerdo a lo que se necesita en este momento para la salud ambiental, psíquica y física de la población», plantea la referenta de Basta de Mutilar, organización que planea hacer durante 2022 una actividad por mes en una plaza de cada comuna, entre otras iniciativas para informar y concientizar. Aunque los planes no siempre son fáciles de cumplir –dice Di Giacomo- porque «la inmediatez de la destrucción cotidiana nos lleva mucho tiempo».
Para el arbolista e ingeniero agrónomo Carlos Anaya «no es correcto» ese planteo oficial. Entiende que «puede haber excepciones, que algún árbol que hoy parezca sin hojas pueda llegar a brotar, pero es raro».
Anaya considera además que un árbol con brotes en la base o el tronco «no es un árbol para calle. En el mejor de los casos, va a transformarse en un arbusto. Si la copa está seca y de pronto sale un brote de la base o del tronco, es un árbol seco. No cumple el estándar de un árbol de alineación de calle».
Al especialista no lo sorprendieron los resultados de los relevamientos de Basta de Mutilar y Casco Histórico Protege. Cuando hizo sus propios registros, en Caballito, se encontró con un panorama similar.
«Estuve trabajando el año pasado con este tema. Relevé alrededor de 400 cuadras. Habían comenzado con las plantaciones en junio y en su momento hice un informe cuando empecé a ver errores en las plantaciones. Se lo envié al jefe de Gobierno, a Florencia Valía (al frente de la Dirección General de Espacios Verdes y Arbolado, que depende de la Subsecretaría de Gestión Comunal), a presidentes de Comunas involucradas. Nadie me contestó. Yo hacía hincapié en que todavía se podía revertir. Evidentemente no hicieron nada. En diciembre, cuando las plantas ya tendrían que haber brotado y aún no había sequía, volví al relevamiento. Conté un 33% de árboles sin brotar en una cuadrícula entre las Comunas 5, 6 y 7, y más del 50% en el corredor del Parque Sarmiento», afirma Anaya.
Entre los errores que detectó al momento de la plantación, señala «mala calidad de plantas, plantaron donde había un agujero o una plantera vacía, sin abrir nuevas; plantaron donde no debían, en ochava o al lado de una entrada vehicular. Una plantera estaba atravesada por un caño pluvial y plantaron igual, no observaron que había problemas de acumulación de agua en el subsuelo y si no se drena el exceso de agua los árboles se secan».
El relevamiento realizado por Anaya a fines del año pasado fue previo a la ola de calor de diciembre. «Si antes había un 33% sin brotar, ahora hay más por la sequía. Pero en la ciudad tendría que haber habido mantenimiento. Con riego eso se solucionaba. No podemos hablar de sequía como la culpable de tener más fallas que lo normal. Y ya antes el porcentaje de secos era alarmante», advierte el arbolista e ingeniero agrónomo.
BIÓLOGO ADVIERTE SOBRE EL IMPACTO DEL NEGOCIO INMOBILIARIO EN LA DEGRADACIÓN DEL ARBOLADO PÚBLICO
El biólogo y filósofo del Conicet Guillermo Folguera considera que la política del Gobierno porteño en torno al arbolado forma parte de un entramado de «cuestiones que a veces se presentan como desvinculadas». Y destaca centralmente dos aspectos: uno, que en la Ciudad de Buenos Aires, al igual que en otros puntos del país, «el arbolado no representa ningún tipo de prioridad»; y el otro, que en el distrito capitalino «hay una política sistemática vinculada al negocio inmobiliario, y es importante comprender el vínculo con el extractivismo urbano».
Como parte de ese último punto, Folguera marca el pensar la ciudad en función de grandes edificios, ensanchamiento de avenidas y otras medidas en desmedro del arbolado.
Otra de las variables que suma es «la pérdida del espacio público y la calle como lugar para moverse de un punto al otro, con pérdida del espacio común».
Por último, «la cuestión de clase: cualquier pérdida de espacio verde lo es sobre todo para los sectores más bajos, porque los sectores altos lo tienen garantizado de otras maneras. Es una cuestión de clase muy marcada».
Este combo, que para Folguera se relaciona con los datos recientemente revelados sobre el alto porcentaje de mortandad entre árboles plantados en los últimos años, se vuelve explosivo en un contexto de crisis climática, pero –cuestiona- no se analizan como parte de un mismo fenómeno.
«El incremento de la temperatura no se conecta con qué significa el árbol como agente biológico fundamental para bajar la temperatura y absorber carbono. No hay una comprensión, se buscan salidas ingenieriles o tecnológicas en vez de ecosistémicas. Y en el fondo esto tiene que ver con la ideología de que los espacios públicos no son para vivir sino medios para generar dinero. La vereda o la plaza no están siendo consideradas como lugar de vida», sostiene.
«Los árboles absorben dióxido de carbono, principal causante del calentamiento global, a la vez que liberan oxígeno. Además, son filtros para contaminantes como el monóxido de carbono y los óxidos de nitrógeno, ozono y de sulfuro; aumentan la biodiversidad urbana y contribuyen a la regulación térmica con lo que pueden reducir la necesidad de aire acondicionado en un 30%. Los espacios verdes y el arbolado son una gran herramienta para moderar, amortiguar o mitigar los efectos del cambio climático, convirtiéndose su importancia en un tema de salud pública», plantea la legisladora del Frente de Todos Laura Velasco, quien este año volverá a presentar un proyecto para modificar la Ley 3263 de arbolado público urbano «para que haya mayores controles y cuidados sobre el arbolado de la ciudad y nuevas plantaciones, principalmente en barrios populares donde existe un gran déficit -en villa 20, hay apenas 1 ejemplar cada 80 personas-, entre otras medidas».
Tras la difusión de los relevamientos sobre mortandad de árboles, Velasco presentó la semana pasada un pedido de informes para que el Ejecutivo porteño explique cuántos árboles plantó y cuántos se secaron en Parque Tres de Febrero y Costanera Sur, si existe un diagnóstico sobre los motivos, si esos ejemplares serán reemplazados, qué presupuesto se destina a su manutención, entre otras cuestiones.
FUENTE:TELAM/POR LUCIANA ROSENDE