LUIS ALBERTO GUITARRISTAUn autodidacta y rastreador de melodías con gran sentido rítmico
7 febrero, 2022
«Claudio Gabis fue el primero que me enseñó la escala de blues», contó alguna vez Spinetta: un multifacético que, además de poeta y cantautor, desarrolló su propio estilo con el instrumento con que componía. En estas líneas, el testimonio del ex Manal y dos colegas de las seis cuerdas que fueron parte de sus bandas.
Aunque de manera unánime se lo suele definir como «el gran poeta del rock argentino», no siempre se hace hincapié en las particulares características de Luis Alberto Spinetta como guitarrista, quien desde la heterodoxia que le confirió el hecho de ser un autodidacta, construyó un estilo personal marcado por su musicalidad y originalidad.
Mientras que en el libro «Crónicas e iluminaciones», de Eduardo Berti, el propio artista contaba que desde chico había desarrollado un método propio que le resultaba sencillo a la hora de sacar canciones; en «Martropía», de Juan Carlos Diez, reconocía que había adquirido conocimientos sustanciales para tocar rock a partir de sus intercambios con su compañero en Almendra Edelmiro Molinari y con Claudio Gabis, de Manal.
POST CRUCIFIXIÓN
«Claudio Gabis fue el primero que me enseñó la escala de blues», había manifestado Spinetta, quien también se refirió al exManal como «un maestro de jazz» para él, al que le «daba mucha bola, escuchaba atentamente y trataba de sacar su sonido».
Para tener una aproximación más acabada de las virtudes de Spinetta como guitarrista, Télam consultó al propio Gabis, como así también a Guille Arrom, integrante de la banda del «Flaco» entre 1987 y 1991; y a Lito Epumer, integrante de Spinetta Jade en su última etapa.
Claudio Gabis
«No sé cómo aprendió a tocar la guitarra Luis Alberto, pero cuando lo conocí me sorprendió. Dominaba un lenguaje armónico muy rico que incorporaba acordes, secuencias y combinaciones mucho más complicadas que las que se aprendía sacando los temas de Lennon y McCartney, por ejemplo; muy logrados y a veces novedosos para esos tiempos. Quizás ese lenguaje estaba relacionado con el jazz, el bolero y la bossa Nova, o tal vez Luis había escuchado atentamente a Ástor (Piazzolla) y a otros locos que, en diferentes géneros, se aventuraban por caminos creativos no transitados hasta entonces.
Es cierto que no fue el primero: Moris, Nebbia y Tanguito -que mucho de aprendió de ambos- buscaron e incorporaron a sus composiciones sonidos nuevos que no provenían del beat, el rock o el blues. Lo cierto es que Luis lo llevó a un nivel muy alto. Su forma de tocar la guitarra marcó el rumbo de sus composiciones y también de los arreglos de Almendra.
No era un solista -más tarde llego a serlo y fue muy bueno en ello-, dejando todo ese trabajo en manos de Edelmiro (Molinari), otro gigante, pero era un notable guitarrista rítmico y de esa forma confirió un colorido inconfundible a todos sus grupos. Tal como él contó, yo lo introduje en el blues, le enseñé la pentatónica y las técnicas básicas del estiramiento de cuerdas. Más adelante, su contacto con Pappo -a quién admiró sinceramente- le ayudó a conocer más del rock y el blues, palos que poco a poco incorporó a su música, que se volvió más dura y contundente.
DESPIÉRTATE NENA
Algo que vale la pena comentar es que hacia finales de los `80, en un extenso reportaje que le hice para la revista El Musiquero, en su casa paterna de Belgrano, me dijo que había descubierto la eficacia del «modo arpegio» -así lo llamó-, muy usado en esa época por guitarristas como Andy Summers de The Police, que con la ayuda de efectos como el chorus permitían crear hermosas disonancias arpegiando los acordes en lugar de tocar sus notas simultáneamente. Estaba fascinado con ese recurso y lo usó a menudo en sus arreglos que, durante el auge de la fusión, adquirieron una calidad sin igual».
Guille Arrom
«Para mí, la característica más impresionante de Luis es cómo se acompañaba y cantaba; es decir, hacía arreglos de guitarra sumamente hermosos y con cierta complicación y cantaba arriba.
Su técnica era autoadquirida y era muy refinada. La manera de armar acordes era absolutamente intuitiva y de oído, buscaba lo que quería que suene y no había técnica que valiera. Rastreaba lo que necesitaba que suene y lo hacía, entonces a veces caía en acordes que eran prácticamente inventados por él.
Cuando me pasaba alguna melodía que tenía que tocar, me decía hasta qué dedo de la mano izquierda había que usar y qué arrastres había que hacer para tocarla exactamente; y se notaba que sonaba mucho mejor si lo hacía como él me lo pasaba. Cuando estaba en alguna formación en la que era el único guitarrista, jugaba mucho con los silencios y no le preocupaba si por momentos sonaba vacío porque eso lo incorporaba a su música de manera exquisita; como si fuera el ying y el yang.
Además, tenía bajistas que lo soportaban muy bien como, por ejemplo, Marcelo Torres en Los Socios del Desierto, que directamente tocaba acordes. Pero no creo que se destacara más como acompañante o como solista con la guitarra. MI participación en sus producciones era variada. Cuando empecé me pasaba las guitarras que quería que toque y me dejaba alguna libertad para que haga alguna melodía; otras veces me pedía acompañamientos pero no con acordes, sino melódicos, como un contrapunto.
PRECONICIÓN
A medida que avanzaban nuestras colaboraciones me fue dando rienda suelta para que tocara lo que quisiera y eso yo lo consensuaba con él. Pero siempre ponía en un segundo plano lo que era la técnica y la pirotecnia y ponía todo al servicio de la música y de divertirse tocando, porque la pasaba muy bien».
Lito Epumer
«Tenía la particularidad que tenemos todos los que aprendimos solos a tocar el instrumento, empezando por la originalidad, formas no convencionales para armar acordes. Y era hipercreativo. Al ser autodidacta, tenía esa cosa de libertad, de inocencia, el no encerrarse en preconceptos. Yo creo que él encontraba ahí su espacio donde jugaba con sus reglas.
Respecto del armado de acordes, los buscaba. Es como si tuviera una imagen en primer plano, que sería la melodía, y buscaba el telón de fondo para eso. Buscaba ese sonido y hasta no encontrarlo no paraba. Así encontraba cosas maravillosas, por eso siempre digo que no solo era un poeta de la lírica, sino que era también un poeta de la armonía.
Él siempre preguntaba, era curioso, no tenía problemas en consultar cómo hacías determinada cosa. Para mí, el aspecto más fuerte que le escuchaba era la rítmica; ahí era tremendo, tenía un swing increíble y era muy natural. Era brillante. En Invisible o Los Socios del Desierto, en donde era solista, tenía un enfoque muy personal, siempre buscando la melodía y siempre con buen sonido.
En Jade, yo tenía que buscar los lugares donde no molestara y mi participación tuviera sentido, pero fue muy fácil porque él me dejaba muy libre. Lo difícil no era tocar con él, sino lo previo, que te eligiera; pero una vez que lo hacía, te dejaba libre. Como líder de grupo tomé mucho eso de él, es algo clave. Elijo un músico luego de pensarlo mucho y, cuando está, lo dejo libre. Es la mejor manera que funcione. Luis fue, es y será un genio. No puedo ser muy equilibrado en lo que digo porque lo adoro».
FUENTE: TELAM/POR HERNANI NATALE