Ernesto NetoEl chamán brasileño del arte
1 diciembre, 2019
La obra de Ernesto Neto se presenta en el Malba
El Malba presenta la primera retrospectiva del artista carioca en Argentina, con 60 obras que van de fotografías a grandes instalaciones inmersivas. Un recorrido por la obra y el pensamiento de un creador que busca reconectar con lo divino
En la primera retrospectiva del artista brasilero en Argentina. Aquí una de sus «Naves» (Juan Batalla)
Ernesto Neto ingresa vestido todo de blanco a la sala del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba). Su uniforme remite a un paiumbanda y algo de eso hay; lleva el pelo batido, una flor de jacarandá sobre las orejas, pero lo más llamativo no es su apariencia, sino esa energía arrolladora, esa locuacidad descontrolada que brota y que se materializa en su obra, que también se presenta de manera desmesurada -alrededor de 60 piezas- en su primera retrospectiva en Argentina, bajo el nombre de Soplo.
Y la muestra del artista brasileño, tiene mucho de bocanada, de aliento, no solo desde la perspectiva de su originalidad, ya que ahonda en temáticas que en el arte postcontemporáneo no abundan: la reconexión con el plano espiritual, la naturaleza como motor de la vida, lo milagroso y lo divino, sino también por ser una invitación constante a la interacción, al arte relacional, y por ende a la comunicación. Arte que dialoga con el espectador y que lo hace dialogar.
En épocas en que el arte intenta ser crítico -en general- desde una perspectiva con base en en el cinismo, en el desencantamiento por la existencia humana o en la sobre-conceptualización de la experiencia citadina alienante, Neto regresa a las raíces, busca lo esencial, lo básico, lo primigenio y lo encuentra en la naturaleza y en los fenómenos que hacen posible su existencia. O sea, no es solo un observador de fenómenos naturales con ansias de representación, en su obra también hay una perspectiva cientificista, a partir del cual plantea que por más que aquello que nos asombre tenga una explicación -microscópica en muchas casos- no significa que no ingrese en el orden de lo maravilloso o lo divino. En un punto, su vestuario es una toma de postura, una declaración de principios. Él es aquello que busca representar, la pureza y la luz, la hoja en blanco que desea “volver a conectar con la naturaleza”, aunque para eso -dice durante el recorrido de prensa- “hay que apagar la mente, porque la mente miente y el corazón es más sincero”.Oriundo de Río de Janeiro (1964), Neto es un artista que convierte en real las ficciones de una experiencia, de una creencia profunda, que lo llevó por ejemplo a convivir con la tribu Kaxinawá (HuniKuin), quienes habitan la frontera Brasil-Perú en la Amazonía occidental.
“La convivencia con ellos me ha proporcionado un profundo entendimiento de la espiritualidad, de esta fuerza de continuidad del ‘cuerpo-yo’ y del ‘cuerpo-medioambiente’, y también una base estructural ‘espíritu-filosófica’, además de la comprensión de la cual hay mucho que descubrir como humanidad: ¿quiénes somos? ¿dónde estamos? ¿hacia dónde vamos?”, comentó el artista.
Y, en el texto curatorial, agregó: “El artista es una especie de chamán. Él trata con lo subjetivo, lo inexplicable, aquello que sucede entre el cielo y la tierra, con lo invisible. Desde ese lugar, consiguetransportarcosas”.